Evoland es una sombra de lo que podría haber sido

En la Ludum Dare de agosto del 2012, una game jam de participación online, los participantes tuvieron que desarrollar un juego en 48 horas bajo el tema de “evolución”. En ese tiempo, Nicolas Cannasse, cofundador Shiro Games, creó el prototipo de lo que luego terminó desarrollando por completo con su estudio: Evoland.

Evolucionante el RPG. Algo regular, eso sí...

Evolucionante el RPG. Algo regular, eso sí…

El juego trata de principio a fin de mostrarnos la evolución del RPG en todos los sentidos. Esa es la base, el tema sobre el que se apoyan cada una de sus partes. Al principio tendremos movimientos muy limitados con gráficos pixelados y sonido pobre para terminar jugándolo en un perfecto 3D con banda sonora y sombras en tiempo real. Es una gran idea que le valió a Nicolas ganar aquella edición del Ludum Dare.

El apartado visual es una parte fundamental del juego. No por la necesidad de contar con grades gráficos sino porque ha de evolucionar constantemente y acorde al tiempo que simula. Lo hace bien tanto cuando representa cada época, con lo que su tecnología conllevaba, como con los estilos artísticos y técnicas que por entonces tenían los videojuegos.

Al principio la gama de colores no es que sea muy alta...

Al principio la gama de colores no es que sea muy alta…

La historia, y sobre todo cómo está contada, es uno de los puntos que más ayudan al juego. No precisamente por una gran trama, que es la típica del RPG ochentero, sino por las constantes referencias a juegos como Zelda, Final Fantasy o Skyrim, o libros como El Señor de los anillos y mangas como Dragon Ball que, junto al humor de algunas descripciones y conversaciones, consiguen sacarnos alguna que otra sonrisa.

Y sin embargo, cuando llegamos a la jugabilidad, lo que distingue al buen juego del malo, Evoland flaquea. Donde podría haber dado mucho de sí, tan sólo aporta las mecánicas básicas de los RPG y lo hace de forma light, con lo justo, sin ningún tipo de complejidad o aporte propio. La sensación que da es que es una idea fantástica y que no se exprime como merecía.  Podía haber dado mucho la constante evolución del juego. Debía haber aportado nuevas mecánicas que supusieran cierto reto o cambio de estrategia para el jugador en lugar de presentarse como diciendo: “Eh, que de estos gráficos pasamos a estos otros” o “Mira, luego vinieron los J-RPG”. Nuevas mecánicas interesantes y no sólo documental es lo que echo mucho de menos.

Luego pasamos a una perspectiva más interesante

Luego pasamos a una perspectiva más interesante

A pesar de que sí es verdad que los cambios de época son muy vistosos y lucen bien, falta significado en cada uno de ellos. Muchos, sobre todo al principio, los descubrimos sin realmente hacer nada. La cuestión es llegar a un cofre, abrirlo, et voilà, hemos avanzado cuatro años en términos gráficos. Que tuvieran sentido a modo de recompensa o, sobre todo, que implementaran nuevas mecánicas que hicieran de Evoland un título más interesante de jugar hubiera sido mejor opción.

La banda sonora y los efectos de sonido también sufrirán cambios. Pasaremos de no tener sonido a disfrutar de la música y efectos sonoros que podemos escuchar en cualquier juego del género en la actualidad. Y aunque no es que sea un apartado excelente, sí cumple muy bien su función y ayuda notablemente a reforzar esa idea de evolución que constantemente quiere inculcar el juego al que lo juega. Por otra parte, faltaría más; es su mayor baza.

Algo más de complejidad, significado en los cambios y duración hubiera convertido a Evoland en un juegazo tremendo. Detalles como la dificultad, por ejemplo, es un algo que parece habérseles quedado un poco en el tintero. Característica tan añorada por los jugadores de entonces no hace ningún acto de presencia. Quizá muramos alguna vez, pero será totalmente anecdótico. Otra vez, la figura del jugador se convierte un poco en espectador.

Y finalmente llegamos al 3D

Y finalmente llegamos al 3D

A pesar de todo ello, el juego no es malo y mejora en el último cuarto, cuando los cambios evolutivos toman mayor protagonismo en la resolución de algunos puzles y ligeramente en el combate. La cantidad de cosas negativas dichas son consecuencia de pensar que se le podría haber sacado mucho más a nivel jugable y no quedarse en un RPG totalmente plano y sin ninguna profundidad. Después de eso queda un homenaje divertido y agradable.

Quizá en otras manos, Evoland podría haber llegado más a la vena sensiblera y nostálgica que no deja de perseguir a lo largo de su corta duración. Ese tirar de la cuerda para sacar los recuerdos más tempraneros de quien empezó a jugar en los 80 hasta hoy es su mayor logro. Y si bien se le puede exigir bastante más a nivel jugable, es una idea tan buena que no palidece tanto como cabría esperar ante su regular ejecución. [65]

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