Night in the Woods y el síndrome de Peter Pan

Una parte de la sociedad actual posterga todo lo posible el convertirnos en adultos. Intentamos taparlo a base de refugiarnos en todo lo que nos inspira nostalgia. Parte del éxito de algunas de las últimas sagas tanto cinematográficas como del videojuego se deben a ese efecto que nos hace regresar décadas atrás con un sonido, un personaje o una escena.

El hijo pródigo

Sin embargo, esto supone un problema para el que intenta madurar puesto que, en un futuro no halagüeño, lleno de desahucios, pobreza y sueños rotos es más fácil quedarse con lo fácil y estable. Y es aquí donde se contextualiza Night in the Woods, juego desarrollado por Alex Holowka e If (“Infinite Fall”). Night in the Woods es una historia centrada en Mae Borowski, que vuelve de la universidad tras dejarla por motivos desconocidos.

Regresa a su ciudad, Possum Springs donde se encontrará con amigos de hace una década: Gregg, Bea y Angus entre otros. La panda montará una banda, dando conciertos a través de minijuegos claramente inspirados en Guitar Hero o a Hyper Light Drifter, cuando nos metemos en la laptop de Mae. La repetitiva mecánica de salir de la cama cada día, circular por tres calles de Possum Springs, y encontrar todos los días a los mismos personajes, convertirán nuestra experiencia en algo aburrido. Sin embargo, los diálogos son algo interesantes. Y digo algo, porque la historia discurre por mil historias. Todos nos cuentan algo que, en realidad, no nos servirá de mucho si tenemos en cuenta que ni siquiera nosotros sabemos las motivaciones principales de volver al nido familiar. Hasta muy al final en el juego, donde descubriremos que tenemos lo que se conoce como un “trastorno disociativo” donde las personas son como formas pero no consigue encajarlas en la realidad.

Una apuesta quizá demasiado específica

Si buscas puzles, te sentirás decepcionado. Hay muy poquitos y la dificultad es baja. Para mí no lo puedo meter en la categoría de “walking simulator” pero sí me ha parecido bastante lineal. Night in the Woods peca de soso y de anodino, por cosas como no poder ponerle voz a los personajes y por no prodigarse en animaciones. Claro que es bonito y preciosista, y que la imaginación nos hará pensar en diferentes voces (e incluso parece perfecto para stremear y colocar nuestras propias voz encima) pero eso hace que el juego acabe siendo menos dinámico de lo que me esperaba.

La banda sonora, por otra parte, es algo machacona. Me ha recordado a The Sims, con esas melodías que tiraban de muchos compases repetidos. Una pena que algunas canciones solo duran un ratito y otras nos machaquen durante los minutos que tarde una conversación o algún que otro recado. El escenario es limitado, pero se adereza con cinemáticas que nos llevarán a lugares que quizás no volvamos a pisar. Todo discurre en un carril de ida, pero quizás no de vuelta. Y eso hace que los momentos tengan que ser apreciados en el preciso instante en el que suceden.

La personalidad de cada uno de ellos está elaborada dejando la humanidad atrás y recurriendo a animales. Eso es un punto a favor del primer título de este estudio, del que desearemos conocer más. Y esperemos saber más porque se quedan preguntas en el tintero, como la secta, que no nos resuelve gran cosa o descubrir la identidad de esa persona del ascensor… ¿la tía policía? ¿el vagabundo del parque? Sin duda, parece que Night in the Woods quería dejarnos patente la precaeridad laboral, la falta de sueños por romperse a base de facturas, y las ganas de hacernos mayores, pero solo a medias. Como Night In The Woods.

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