"Soul Calibur 4 no sorprende"

En ocasiones esto de analizar juegos te deja en una encrucijada de difícil resolución, atrapado entre en sentimentalismo neoretro

y la verdad del momento que estas viviendo. Un claro ejemplo de estas situaciones es el caso que me ocupa. La mencionada dificultad radica en ser lo suficientemente imparcial a la hora de juzgar un título cuyo pasado y la solera lo han encumbrado a ese ambiguo olimpo de dioses mitificados.

Soul Blade (Soul Edge para muchos de nosotros), fue uno de los primeros títulos que mostró el potencial del que disponía la PlayStation primigenia para trasladar con soltura toda la esencia jugable de los beat’em up bidimensionales a la incipiente tercera dimensión. Soul Blade marcó un antes y un después en la forma de entender los juegos de lucha tridimensional, e impuso las directrices, gracias a

su impecable fusión entre jugabilidad y calidad visual, a toda la legión de clones y conversiones que han inundado el mercado hasta día de hoy.

El problema es que SC4 es básicamente otra vuelta de tuerca (mas bien media) a lo visto ya en las anteriores entregas, pero con el correspondiente remodelado HD y los ya inevitables modos online. Quizás para la gran mayoría, el simple hecho de volver a disfrutar de los personajes y jugabilidad clásicos de la saga sea motivo

suficiente para adquirir el juego, y obviar conscientemente el estancamiento que ya vislumbramos en la entrega de la pasada generación. SC4 es,

en pocas palabras, más de lo mismo, un título que no asume riesgos y que a causa de su miedo a evolucionar, repite una y otra vez la fórmula que le vio nacer.

Al menos esa es la sensación que me han dejado las primeras partidas y el breve recorrido por sus siempre escasos modos de juego. La creación de personajes, pese a ser completísima, no deja de ser un relleno sin mucho sentido, ya que nos limita a realizar clones de los estilos de lucha, pero eso si, con las más variopintas vestimentas. Aparte de convertirse en un mero pasatiempo, conlleva a que en las partidas online nos encontremos con una cantidad de personajes tan estrafalarios como ridículos. El nuevo y demencial modo “Torre de las almas perdidas” es de una dificultad que roza lo inverosímil y el resto de apuestas siguen pareciendo relleños de segunda, sin mayor atractivo que el que pueda encontrar el acérrimo fan. Mención aparte

merece la inclusión de personajes del universo StarWars, como Yoda y Darth Vader, que aunque están perfectamente realizados, desentonan completamente al integrarse con toda la parafernalia de corte medieval de la saga.

Gráficamente el salto a la alta definición cumple correctamente, a destacar el diseño y texturas de los personajes, aunque flojea bastante en la construcción simplista de algunos escenarios. Reseñar también la fluidez con la que el motor gráfico gestiona toda la carga poligonal presente durante el juego.

No quiero con todo ésto que la gente se lleve una mala impresión del titulo, que sin lugar a dudas hará las delicias de todos los fans de esta saga, convirtiéndose posiblemente en la mejor entrega tras el Soul Calibur de Dreamcast. Haber mantenido intacta toda su jugabilidad y calidad características, confirman que Namco se mantiene fiel a sus

principios. Ésto no quita para que algunos jugadores, cansados de encontrarse generación tras generación con los mismos planteamientos básicos que encumbraron a todos los beat’em up 3d (Virtua Fighter, Tekken, Dead or Alive), necesiten de algún revulsivo jugable

capaz de cambiar los conceptos actuales.

Resumiendo, SCIV es un titulo que no arriesga, que dentro de su miedo por alejar a sus fans mas fieles, muestra un juego correcto, pero que no sorprende, y cuyas innovaciones se mueven en el pantanoso terreno de la vulgaridad. Por contraposición, sus incondicionales disfrutaran de un lanzamiento especialmente creado para ellos.