Análisis de Revenge of the wounded dragons (PlayStation 3)

A los juegos de acción con ambientación a lo Bruce Lee les ha ocurrido lo mismo que a las películas: prácticamente han desaparecido del mapa. Mientras que en consolas el género del beat’em up ha evolucionado hacia onanismos tridimensionales de proporciones épicas como Bayonetta o God of War III, en el mundo del cine sólo el atrevimiento de Quentin Tarantino en Kill Bill o algunas cintas de John Woo han servido para mantener con vida un género que ha ido desapareciendo al mismo ritmo que las Super 8.

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Revenge of the wounded dragons es un intento de trasladar la acción de beat’em ups ochenteros y de las películas de Bruce Lee a los tiempos actuales. Para ello se ha prescindido de la tridimensionalidad y otras “complejidades” técnicas, en un intento por atraer a los karatekas de la vieja escuela que disfrutamos con títulos como Double Dragon, DragonNinja o Ninja Warriors. Acción en dos dimensiones con varios planos de scroll, posibilidad de compartir la experiencia con un compañero que esté sentado a tu lado (lamentablemente no hay multijugador online) y ambientación puramente asiática para un juego que intenta, sin éxito, alcanzar a los clásicos que le sirvieron de inspiración.

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¿Cuál es el problema? Realmente no es uno, sino dos. El primero, la dureza del control. Nuestros protagonistas son lentos a la hora de captar las órdenes que les damos con el Dualshock. Es uno de esos juegos en los que prefieres usar la cruceta pero en el que acabas con los dedos reventados de apretar tan fuerte. Y no, apretar más no significa que se vayan a hacer las cosas más rápido.

La segunda gran traba que encontramos es la falta de ritmo. Los combos son muy cortos en número de movimientos pero tardan más de lo debido en ejecutarse. Realizar un finishing move a un enemigo implica posicionarte en el sitio exacto, lo que dada la poca amigabilidad del control termina siendo pesado. Los combates no tienen el más mínimo interés puesto que los enemigos son siempre pocos y cobardes. Y la parte “plataformera”, el ir subiendo de un sitio a otro buscando la salida y recogiendo objetos hace que pierda el poco ritmo que de por sí tiene el juego. Es todo lo contrario de uno de sus principales inspiradores, Double Dragon. Éste será más simple que el mecanismo de una teta, sus posibilidades de acción y los combos disponibles rozan el mínimo exigido. Pero es un juego con mucho ritmo y que resulta realmente entretenido. A Revenge of the wounded dragons le ocurre todo lo contrario.

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Si aún así os motivan sus gráficos y su estética de artes marciales, deciros que el juego consta de 20 niveles divididos en 6 capítulos. Y que además de acabar con los malos a tollinas, recoger coleccionables y enfrentarnos a unos final bosses bastante simplones podréis disfrutar de unos minijuegos que sirven también como niveles de bonificación entre capítulos. No es muy largo ni tampoco muy rejugable y las tonadas orientales de la banda sonora son capaces de desquiciar al más tranquilo. Si aún así te atreves, por 10 € lo puedes descargar de la PlayStation Store.

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