El final de Alwa’s Awakening me dejó bastante interesado por conocer como continuarían las aventuras de Zoe. No voy a destriparlo, pero era el caldo de cultivo perfecto para ver una secuela que me enamorara más incluso que esta. Por desgracia, pese a ser mejor técnicamente, Alwa’s Legacy no ha llegado a conseguido sorprender como si lo hizo su precuela.
Un nuevo comienzo
Quizá haya dicho que quería evitar spoilers de cara al final del anterior juego, pero dado que Alwa’s Legacy parte justo del final desvelaré un único punto que para mí merece mención y es el porqué volvemos a controlar a Zoe para acabar con el Vicario. Justo cuando le derrotamos por primera vez, el juego nos envía en Alwa’s Awakening al mismo punto del cual partimos, pero realizando una conversión de ocho a dieciséis bits. Es justo con esta sorpresa con la que comienza la secuela: ya no tenemos las limitaciones gráficas y mecánicas de una NES, hemos avanzado una generación de consolas y ahora la Super Nintendo es la que manda.
Esto debería suponer un avance literal en cada uno de los apartados de los que se compone el juego, pero sin embargo no termina de ser así. Elden Pixel se esfuerza en este título en dar una trama más cómica al producto cuando en su primera parte el guión ocupaba el reverso de una botella de champú y nos sobraba. Tirando de bromas y haciendo referencias a que Zoe sabe que algo raro pasa y no termina de comprender, la historia es igual de irrelevante que en la primera entrega pero más larga y aportando realmente poco al producto final.
Un nuevo procesador de dieciséis bits
Por suerte, la mejora gráfica que supone contras con más de 52 colores (los máximos por pantalla en NES) se notan nada más empezar. No solo porque los personajes se ven más nítidos, sino en especial por las animaciones de cada uno de ellos y por la belleza de los escenarios. No es extraño encontrarte tranquilamente moviéndote de un lugar a otro y observando los fondos, maravillosamente dibujados, que nos acompañarán entre pantalla y pantalla. La mejora gráfica es un verdadero deleite.
No lo es tanto el apartado sonoro. La melodía de fondo es exactamente la misma que en su precuela, pero con más matices. Se sigue jugando con las variaciones para depende de que zona y se añaden nuevas composiciones, pero la base está ahí. No puedo negar que se hace menos repetitivo, pero sigue sin ser destacable. Además, los efectos de sonido son también reciclados y creedme, la tonadilla cada vez que te maten (y se muere mucho en el juego) me la habré comido más de doscientas veces entre las dos entregas.
Mecánicas remozadas para la ocasión
La mayor mejora, sin embargo, que posee este Alwa’s Legacy con su anterior entrega es la mecánica. El mapeado será una reimaginación de Alwa, con los puntos clave representados en un mapeado gigantesco pero completamente distintos a como los conocíamos. La exploración, mucho más fluida, se convierte en algo muy divertido de realizar gracias a la cantidad de secretos y atajos que podemos encontrar una vez vayamos consiguiendo poderes. En el juego hacen acto de aparición los tres que ya conocemos, que son el bloque, la burbuja y el rayo, pero se le suman otras habilidades como un desplazamiento aéreo, invulnerabilidad momentánea a pinchos y el más chulo para un servidor que es el atravesar paredes.
Con esto Alwa se convierte en un patio de recreo increíble que explorar en busca de todos los secretos. La velocidad lo hace muy divertido y el diseño de niveles está mejor planteado en esencia que en su precuela, en especial por la capacidad de viaje rápido. Aquí no existen unos puntos predeterminados para ello si no que cada punto de guardado del juego puede convertirse en uno usando el objeto correcto. Así poder viajar de manera inmediata por el escenario se convierte en un coleccionable más para el cual tendremos que estar atentos en el mapa.
Alwa brilla con luz propia
Otro cambio significativo y que será crucial para explorar el mapeado son las mejoras de las habilidades. En lugar de desbloquearse en mazmorras como en el primer juego aquí deberemos pagar por ellas con las gemas azules, que si en el primer juego nos ayudaban a quitarle puntos de vida a los jefes nada más empezar el combate, aquí se usan de moneda de cambio. Cada hechizo de Zoe tiene cinco mejoras disponibles, siendo las de flotar los bloques y duración infinita de las burbujas parte de ellas. Así, Elden Pixel nos obliga a estar atentos a lo que sucede alrededor para poder explorar Alwa en toda su amplitud, pero sinceramente, a poco que nos fijemos tendremos el número de gemas necesarias para conseguir estas mejoras sin necesidad de ponernos a rebuscar en todos lados.
Los enemigos a los que nos enfrentamos, por otro lado, no están tan inspirados. Son bastante monótonos, cosa que podías excusas en la primera entrega por las limitaciones autoimpuestas del título, pero es que además son los mismos en su mayoría pero con el apartado gráfico mejorado. Además, los enemigos de cada mazmorra no son tan sorprendentes y entretenidos como los de la precuela, que si suponía un reto comprender su mecánica y actuar para castigarla. Salgo uno o dos, el resto soy incapaz de recordarlos de lo sencillos y genéricos que fueron.
En resumen
Alwa’s Legacy es una secuela a la altura, pero que sufre al no tener ese efecto de sorpresa que sí tenía su anterior entrega. Es superior técnicamente y mecánicamente, pero la inclusión de una pseudotrama cómica no aporta nada y reciclar gran parte del apartado sonoro del juego no es algo que le quede bien al título, por mucho que sea Alwa de nuevo lo que estamos explorando. Sin embargo, es divertido y satisfactorio de explorar y eso no se lo quita nadie. No puedo evitar pensar en si algún día, más adelante, volveremos a tomar el papel de Zoe y volveremos a librar Alwa de las manos del malvado Vicario. Pero mientras tanto, la nota que se merece este juego es [70].