Análisis de Dead to Rights Retribution para PS3



Dead to Rights Retribution va de un poli que tiene un perro lobo como compañero. El perro en cuestión es capaz de destripar a cuantos malos se le pongan por delante, mordiendo tanto cuellos como esa parte que haríais bien en cubriros bien si os vais a colocar en una barrera durante una pachanga. Por cierto, hay hasta un trofeo por morder las canicas, «Cascanueces». Tremendo. Lástima que jugablemente proporcione, más allá de buenas ideas, sensaciones más propias de PSX que de PS3.

Durante la mayor parte de Dead to Rights Retribution controlas al poli, pero habrá ocasiones en los que encarnaremos directamente al chucho. Es más, durante la primera toma de contacto a quien controlamos es al can y no a su dueño, a modo de declaración de intenciones de que en Dead to Rights Retribution tanto monta, monta tanto.

Aunque hay diferencias en el control entre ambos personajes, claro, sorprendentemente es casi más agradecido el controlar al perro que al poli. Y es que el prota humano, a pesar de contar con un variado repertorio de golpes, protagoniza las escenas menos logradas del juego: Nada más y nada menos que los combates. Caóticos, poco fluidos, demasiado acelerados, de los enfrentamientos tan sólo salvaría el movimiento de robar el arma a un enemigo. Y es que es todo un gustazo arrebatarle una recortada, por ejemlo, a un malo malísimo y acto seguido enviarle al cielo de los bytes.

En cuanto al perro, podremos atacar mordiendo yugulares y vergüenzas, detectar el latido de los corazones de los enemigos cercanos si nos movemos en sigilo. Incluso controlando al policía podremos enviar al chucho a cargarse a alguien o, simplemente, a que nos traiga las pantunflas las armas que haya por los escenarios. Hasta podremos enviar al can a que esconda un cuerpo para que no lo detecten los enemigos y se disparen las alarmas.

A nivel gráfico no es nada del otro mundo, al contrario, es bastante soso. Destacar por destacar, pues comentaría el toque peliculero con el que se presenta a los enemigos más representativos. En cuanto al apartado sonoro, me quedo sin ninguna duda con el doblaje, sin ninguna duda lo más cuidado de todo el juego o, al menos, lo que muestra un nivel más elevado.

Que Dead to Rights Retribution divierta o no puede llegar a ser cuestionable. A mi personalmente me ha mantenido entretenido durante unas cuantas horas. Lo que no es cuestionable, opino, es que este Dead to Rights Retribution carece de los elementos jugables que habría que demandar en un juego de esta generación de consolas. Demasiado simple, demasiado caótico y muy poco inspirado. Y eso, en los tiempos que corren, es demasiado grave para ser pasado por alto.<

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