Toxic Games alcanza su redención: Análisis de Q.U.B.E. 2 para PS4

Posiblemente, los videojuegos de puzles atraviesan uno de los mejores momentos que recordamos. Q.U.B.E. 2, secuela del título original de 2011, es la nueva propuesta con la que Toxic Games parece haberse marcado un objetivo muy claro: redimirse de sus pecados para demostrar que no necesita imitar a nadie.

Toxic Games alcanza su redención: Análisis de Q.U.B.E. 2

Toxic Games alcanza su redención: Análisis de Q.U.B.E. 2

Han pasado más de siete años desde que el estudio británico lanzara Q.U.B.E, un título que, si bien presentaba ideas bastante interesantes, nunca logró zafarse del lastre que suponía ser calificado como una imitación de Portal. Para poner las cosas aún más difíciles, el juego fue lanzado poco después de que Valve nos deleitara a todos con la segunda entrega de uno de los videojuegos de puzles más laureados de todos los tiempos.

En lugar de portales, Toxig Games quiso proponernos resolver sus rompecabezas mediante el uso de cubos de colores. Las ideas resultaban bastante interesantes, pero, lamentablemente, la ejecución de las mismas no logró ofrecernos un conjunto capaz de trascender. Q.U.B.E. no fue un mal juego, pero, sin embargo, nunca llegó a colocarse entre los pesos pesados del género.

«Segundas partes nunca fueron buenas», ¿cuántas veces hemos oído esa famosa expresión? El videojuego nos ha demostrado que, en ocasiones, las reglas están para romperse. Hay que tener en cuenta algo muy importante: no es lo mismo empeorar algo que conquistó a todos, que correr el riesgo de sumar un segundo tropiezo consecutivo, y eso es justamente a lo que se enfrentaba Toxic Games. Por suerte para ellos —y para nosotros—, Q.U.B.E. 2 no necesita ni cinco minutos para demostrarnos que, en todos y cada uno de sus apartados, estamos ante un título ampliamente superior a su antecesor.

Toxic Games alcanza su redención: Análisis de Q.U.B.E. 2

Ambición por sus cuatro caras

Cubos verdes, azules y rojos. A priori, cualquiera podría pensar que los fantasmas del pasado están a punto de comenzar a merodear a nuestro alrededor. Por suerte, apenas necesitamos unos minutos a los mandos del juego para comprobar que, para nuestra tranquilidad, los fantasmas no existen. La principal novedad que nos encontramos resulta tan positiva como prometedora: ahora los cubos no se ubican en posiciones fijas; los creamos nosotros con total libertad. Una nueva mecánica que, sin lugar a dudas, nos ofrece un sinfín de posibilidades.

El cubo verde se materializa en el panel sobre el que apuntemos nuestro gatillo, el rojo puede ser elevado para formar estructuras en nuestro beneficio y el azul hace las veces de plataforma de impulso. La utilidad de cada tipo de cubo queda muy clara desde los primeros instantes, pero, en esta ocasión, el hecho de poder elegir dónde aparece cada uno da lugar a que nos enfrentemos a rompecabezas mucho más complejos que los que vimos en el título original.

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Podemos materializar cualquier tipo de cubo gracias a estos paneles

Estudiar la forma en la que los diversos cubos se comportan entre sí resulta fundamental, y es que no es lo mismo crear un cubo verde sin nada alrededor, que hacerlo sobre un panel azul y dar lugar a una plataforma sobre la que impulsarnos. La solución a un rompecabezas es como la verdad: solo tiene un camino. No obstante, encontrar el adecuado nos hará probar muchas —muchas— salidas posibles. Sin ir más lejos, servidor se ha visto ante la cómica situación de no saber cómo resolver un acertijo y, de forma inexplicable, haber dado con la tecla de forma intencionada. Un claro ejemplo de que nada está prefijado.

Aprieta, pero no ahoga

No, Q.U.B.E. 2 no es «el Dark Souls» de los videojuegos de puzles, ni falta que hace. Si algo hay que destacar del trabajo llevado a cabo por Toxic Games, es sin duda el hecho de haber dado en el clavo a la hora de ofrecer un conjunto equilibrado. Personalmente, pocos elementos me parecen más positivos que una acertadísima curva de dificultad. Sin apenas indicadores ni tutoriales, y con la voz que actúa como hilo conductor de la historia como única compañía, el juego sabe cómo hacernos evolucionar en todo momento gracias a un ritmo casi perfecto.

La exigencia de los rompecabezas va de menos a más y, siempre que nos enfrentamos a una nueva mecánica, tenemos un pequeño respiro en el que no necesitamos ningún consejo para deducir cómo funciona cada elemento. Cuando salen a la palestra las esferas de metal o los paneles magnéticos, el juego nos presenta una situación sencilla cuyo único objetivo no es otro que presentarnos su nuevo recurso para, poco después, dejarnos a solos con él en una serie de acertijos en los que nos vemos obligados a explotar todas sus posibilidades.

Tampoco debemos olvidar que, a diferencia del título original, ahora exploramos un mundo mucho mejor diseñado. El diseño de niveles acierta a la hora de situarnos en un entorno misterioso en el que, gracias a las exigencias del guion, nos movemos por una serie de ubicaciones que hacen de Q.U.B.E. 2 un título capaz de proponernos algo más que una mera sucesión de habitaciones. En este sentido, la integración de la narrativa con los puzles termina dando forma a una experiencia similar a lo que un día vimos en Portal 2, uno de los grandes referentes del género.

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Buscando respuestas

Argumentalmente hablando, Q.U.B.E. 2 se esfuerza por ofrecernos una historia interesante, aunque no siempre lo consigue. El juego nos pone en la piel de Amelia Cross, una mujer de mediana edad que despierta en una especie de páramo, cuya ubicación no es precisamente fácil de localizar. El misterio nos envuelve en todo momento y, si bien nuestro único compañero no es otro que la incertidumbre, también contamos con las conexiones por radio con Emma Sutcliffe, el único contacto con la vida humana del que vamos a ¿disfrutar? durante todo el juego.

No sabemos muy bien por qué estamos en lo que se nos antoja como una especie de instalaciones alienígenas, por decir algo. Lo único evidente es que los emplazamientos por los que vagamos están fuera del alcance de nuestra imaginación y no parece estar ubicado en el mundo que conocemos. A menudo, Enma se pone en contacto con nosotros a través de nuestra radio para tratar de explicarnos dónde estamos, aunque no queda demasiado claro si pretende ayudarnos o convencernos de algo. Sea como fuere, tampoco parece que tengamos otras opciones, de momento…

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Visualmente, Toxic Games ha realizado un gran trabajo

Toxic Games ha puesto de su parte para ofrecernos una historia interesante, pero, lamentablemente, no siempre lo consigue. La premisa resulta muy efectiva, porque, para qué negarlo: a todos nos atrae lo desconocido. Sin embargo, el desarrollo del guion no termina de encontrar el ritmo adecuado, dando lugar a un plano argumental que alterna momentos brillantes con otros en los que se precipita. Conforme vamos comprendiendo lo que sucede a nuestro alrededor, un ¿tercer? invitado se suma a la fiesta, dotando de nuevos elementos al rompecabezas que Amelia tiene en lo más profundo de su mente. La historia mejora por momentos, aunque, como decíamos un poco más arriba, no termina de situarse a la altura del resto de apartados del juego.

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A la segunda va la vencida

Q.U.B.E. 2 llega para saldar la deuda pendiente de Toxic Games. Una deuda consigo mismo que, durante todos estos años, no le han permitido evitar las comparaciones con la reina del baile. Ahora, el estudio independiente saca su mejor vestido y nos ofrece un título que brilla con luz propia. Un título que no le debe nada a nadie. Con más luces que sombras, nos encontramos ante un excelente juego de puzles que, no hace más que reivindicar el fantástico estado de salud que atraviesa el género. Esos The Witness, The Talos Principle, Stephen’s Sausage Roll, entre otros, tienen un nuevo compañero capaz de situarse a su nivel.

Si eres un amante de los puzles, Q.U.B.E. 2 es para ti. Todos sabemos el peso que tiene ser comparado constantemente con algo que, por más que lo niegues, es superior a ti. Eso sí que es un auténtico rompecabezas. Por suerte, Toxic Games ha cogido todas las piezas, las ha ensamblado y ha sabido resolverlo con maestría. Equilibrio y personalidad propia se dan la mano para dejarnos un título mucho más ambicioso que su antecesor. Una apuesta segura para cualquier amante del género. [90]

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