Headlander no te volará la cabeza pero necesitas jugarlo

De una fusión de dos grandes marcas detrás del entretenimiento moderno como son Double Fine y Adult Swim no debería salir nada malo y sí algo tremendamente divertido. Ambos logotipos se relacionan rápido con la comedia adulta e imaginativa y es por ello que la gran experiencia que supone jugar a Headlander no sea una sorpresa del todo.

Headlander

Headlander, humor ante todo

En mitad del espacio despertamos siendo una cabeza humana flotante embutida en un casco de astronauta con la capacidad de acoplarnos a los cuerpos robóticos que habitan la estación espacial en la que nos encontramos. Una chaladura a la altura de los inventores del pollo de goma con polea, sin duda alguna. Al parecer somos lo que queda de la raza humana y además de mudos y amnésicos también tendremos que ser héroes. Toda la población-bot que hay a bordo de la estación espacial de marras parece esclavizada por una IA conocida como Matusalen a la que por supuesto nos tocará enfrentarnos, aunque ello suponga pasar sobre el humeante cadáver de cientos de guardias robóticos equipados con armas láser.

La forma de avanzar a través de la corta campaña de Headlander (cuya duración rondará las 4-5 horas) es la de cualquier juego que pueda englobarse en ese subgénero que es el de los «metroidvania«. Mediante la obtención de nuevas habilidades para nuestra cabeza flotante podremos regresar a zonas anteriormente visitadas con acceso cerrados que ahora podremos, por lo general, volar por los aires. El giro jugable de Headlander reside en la inspiración de un juego anterior de los propios Double Fine como es Stacking.

En aquella aventura asumíamos el papel de unas muñecas rusas conocidas como matrioskas y entrando en su interior conseguíamos apropiarnos de sus propiedades o personalidades para abrir nuevos caminos o resolver puzles. En Headlander ocurre algo similar con la posesión de los cuerpos en los que instalamos nuestra cabeza y el uso del color. Las distintas puertas que seccionan los niveles bidimensionales del juego tienen un color asociado que responde a una escala de colores que van de menos a más dependiendo del nivel de seguridad, de este modo deberemos obtener el cuerpo de un guardia de color igual o superior en la escala al de la puerta que queramos atravesar.

Headlander

El principal problema de Headlander es que la mecánica de los colores es la totalidad del reto que posee y a la vez el único puzle dentro de sus mecánicas. Hay otras cosas por hacer como pequeñas misiones secundarias que nos asignan los ciudadanos o la búsqueda de mejoras para el casco en zonas bastante a la vista, sí. Pero nada de ello requiere un esfuerzo extra por nuestra parte ya que igual que siempre hay un robot del color que necesitamos cerca de la siguiente puerta que nos lleva a avanzar en la historia también hay robots destinados a desbloquear todo el mapa de un nivel que difícilmente podremos pasar por alto y combates carentes de cualquier reto.

Tras acabar Headlander queda una sensación de que todo podría haber sido un poquito mejor, que podría haberse aplicado algo más de ambición, pero al mismo tiempo quedas satisfecho por una experiencia breve pero intensa y bien hilada. Visualmente el juego cuenta con una estética retrofuturista que le sienta de maravilla y que trata con mucho estilo y humor, porque como no podía ser de otro modo el humor está muy presente en el juego, desde que al empezar compruebas que se ha traducido headlander como cabecinauta hasta cada juego de palabras que las puertas hacen con los colores e incluso el último trofeo de la historia llamado «Cuidado no te < >». Tal es el cuidado por parte de los responsables del juego que cada cartel y cada elemento de texto impreso en el escenario está traducido al castellano en la que es una de las mejores localizaciones que yo haya podido ver recientemente en el mercado independiente.

Mecánicamente también es un gran placer jugar a Headlander, todo responde de maravilla y el trabajo de animación es excepcional, desde lo bien implementados que están los tiroteos en los combates hasta la sonrisa que te arrancan los bailes que los distintos tipos de ciudadanos (si lo jugáis pulsad el botón círculo siempre que uséis un cuerpo nuevo) destilan un mimo muy de alabar en el acabado del juego. Están presentes, por supuesto, algunos fallos técnicos como caídas en el framerate cuando la pantalla se llena de lásers, aunque debo decir que me ha pasado en dos ocasiones literalmente contadas y en partes bastante cortas. También se puede encontrar un bug como encontrarte sin un cuerpo que poseer en una habitación con dos puertas que no puedes atravesar usando únicamente la cabeza flotante, algo que me ha pasado justo al acabar el juego puesto que se se puede seguir jugando después de acabar la historia. [70]

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