Análisis Skate 2 – PlayStation 3

¿Cómo se mejora un título que salió hace un año y que parecía insuperable? ¿Cómo hacer que nuestras perspectivas sobre un género, los juegos de skate, cambien con un solo título y sobrevivir a su secuela? La tarea no era nada sencilla, el tiempo disponible muy limitado, pero Black Box lo ha vuelto a hacer con una segunda parte capaz de sobrevivir a su título, Skate, una sola palabra, una declaración de intenciones, que nos acerca a la experiencia sobre el monopatín más realista hasta la fecha. Mejor que la primera parte, gracias a que ha sabido mantener su esquema de control, su personalidad y su sencillez, y que, a pesar de algunos fallos y/o decisiones cuestionables, consigue enganchar como el primer día.

San Van ha cambiado. Ya no es la misma. Tras pasar una temporada en prisión, donde has aprendido a hacer flexiones y otros hip-tricks, consigues salir a la calle. Pero San Vanelona ya no es la misma ciudad. Cualquiera habría pensado que bastaba con expandirla para rozar la perfección, pero el rediseño ha sido tal que es difícil encontrar los lugares comunes con la primera parte. Aproximadamente del mismo tamaño, la nueva San Van tiene más spots donde hacer skate, más gaps, más gente, más cosas que hacer… está más viva. En ocasiones parece que la habitan robots dispuestos a ponerse en medio de tu aterrizaje, pero más viva.

La historia se nos vuelve a contar como si fuera una película, una de las maravillas de la primera parte y cuya exportación al último Need for Speed no fue tan rentable. Humor carcelario, chistes skaters, continuas referencias esta cultura urbana y calidad de dirección, guión y actores.

¿Qué novedades hay para mejorar la primera parte? Además de la ciudad, nuevos trucos que extrañamente se habían olvidado. Hablamos de los handplants y los footplants que servirán de partida para los largos combos. Otra mejora está en el propio cumplimiento de los objetivos, menos genéricos. Donde antes era “haz un christ air y aterriza con un nose manual” ahora es “haz un truco de X puntos” o “haz un fliptrick terminado en un manual de X segundos”. Adiós a la tiranía de la obligación, viva los objetivos abiertos.

Hay otras novedades: más competiciones y más variadas. Repiten las de aparecer en la portada de ciertas revistas, hacerte fotos y vídeos delante de las tiendas de tus homies (a lo Fernando Torres), dominación de spots (conseguir cierta puntuación sobre determinada zona en la que se puede hacer skate) y las carreras (con cierta reminiscencia al Tony Hawk Downhill Jam de DS). Y esto sin olvidarnos de los desafíos avanzados para los auténticos pros y de la necesidad de huir de las huestes malignas de la megacorporación que quiere dejar San Vanelona sin lugares donde patinar.

Sin embargo Skate 2 vuelve a triunfar entre los aficionados al deporte de la tabla porque mantiene su sencillez de control, todos los movimientos se hacen con el stick derecho y los agarres con sendos gatillos, y su física realista. Nada de sobrevolar gaps de 30 metros con un giro de 900º. Si chocas con un bordillo, te caes. Si atropellas a un peatón, te vas al suelo. Y las caídas también producen dolor…

Otra de las mejoras es la Sala del Dolor, que personalmente me ha recordado ciertos desafíos del juego basado en los gamberros de Jackass. Hay objetivos como romperse cierta cantidad de huesos en una caída o hacerlo desde cierta altura. Además el editor de vídeo nos permite secuenciar las caídas o tomar fotografías de ellas y subirlas a los servidores de EA Nation para que el resto de la comunidad los vea y puntúe. El servicio funciona de forma similar a youtube o a lo visto en el último FIFA , donde podemos poner online las secuencias que queramos. Y ya os digo que hay algunas líneas que te dejan con la boca abierta.

Por supuesto no todas las novedades incluidas en Skate 2 son para mejorar. Al igual que ocurrió con los Tony Hawk, ahora tenemos la posibilidad de andar por las calles, de tirar la tabla y coger objetos y moverlos para crear nuevos spots, lugares en los que hacer skate. Cuando un juego es tan dinámico y el diseño de TODA una ciudad es tan generoso y está tan bien realizado, hacer que paremos la acción, que tengamos tiempo para pensar cómo construir cierta rampa, rompe el ritmo del juego. Lo que no resulta nada positivo. Si además los controles, la cámara y en general, la experiencia de ir a pie es mediocre, ¿era necesario introducirla? Skate 2 habría estado mejor sin la posibilidad, sin la obligación, de tener que bajarnos de la tabla.

Hay otros problemas menores, como la ya mencionada querencia de los NPCs a ponerse delante nuestro cuando estamos culminando una línea asombrosa. Pero en general la experiencia de juego es bastante satisfactoria. Añadamos también que las diversas modalidades online se han visto ampliamente mejoradas. Tenemos la posibilidad de hacer Skate libre, de una forma bastante inspirada a la vista en Burnout Paradise, o de entrar en partidas igualadas o personalizadas. Tenemos además de todo tipo, desde carreras downhill hasta festivales de trucos (donde se puede incluso valorar las actuaciones de los rivales) o de golpes, de dominación del spot e incluso objetivos que exigirán la participación de varios jugadores. Tener hasta a 6 jugadores en espacios reducidos y luchando por conseguir un objetivo común a veces es un poco caótico y, personalmente, he experimentado ciertas ralentizaciones en las partidas, pero ignoro si por cuestión de lag o por sobrecarga poligonal. Pero en general es bastante sencillo y rápido ponerse a disfrutar en compañía.

Y poco más puedo contar. Skate 2 mejora todo lo visto en la primera parte y aunque su sistema de control ya no sorprende, todos y cada uno de los detalle que lo componen han crecido a lo largo del último año: trucos, gráficos, experiencia online, historia y, en líneas generales, todas las opciones de juego. Excelente nivel gráfico, gran acompañamiento sonoro y una jugabilidad a la altura para un título que es una compra obligada que entusiasmará a los amantes de este apasionante deporte. El resto de jugadores deberían darle una oportunidad para ver si es lo suyo. La experiencia merece la pena.