Análisis: The Talos Principle , metafísica por Croteam

La saga Serious Sam y el videojuego The Talos Principle se parecen tanto como un camión a una croqueta, y, sin embargo, está desarrollado por el mismo equipo: Croteam (amén de algunos fichajes extra para la ocasión).

Este juego de puzles para PC, con una ambientación pseudo-filosófica-futurista, restalló a finales del ya pasado 2014 con un brillo especial: el de las sorpresas soterradas. El equipo croata ha creado una experiencia redonda, única y, simplemente, perfecta para cerrar el pasado -y casi frugal- año que hemos tenido en la industria de los videojuegos. Varios medios lo han comparado con juegos como Portal o Braid, el sucesor espiritual de ellos, y no es de extrañar. The Talos Principle bebe de lo mejor del género de puzles y la ciencia ficción de la industria, incluso se permite reseñar estas referencias dentro del juego; pero, tenemos que reconocer que, aun así y todo, The Talos Principle tiene personalidad propia.

¿Has tenido alguna vez esa sensación irrevocable de algo que te conmueve, te llama, te hunde en la pantalla hasta el punto de fundir con tus pupilas esa cuarta pared: jugador-periférico-personaje jugado? The Talos Principle invita a ello desde el inicio. Un comienzo en el que el destello cegador del sol nos deslumbra y, atontados, despertamos en un mundo desconocido. La cámara en primera persona nos ayuda a difuminar esta barrera entre lo real y el juego, los puzles a los que nos someten desde el inicio están cuidados al detalle para que no sean frustrantes. Los detalles llegan poco a poco, orgánicamente, y para cuando nos queremos dar cuenta estamos devanándonos los sesos con placer, cada vez un paso más lejos, retando a nuestra mente a dar el siguiente salto, sobrepasar el obstáculo por venir, y eso, amores míos, es un videojuego: una experiencia lúdica, que mueve nuestra curiosidad intrínseca como humanos, pero que no deja de ser un reto por superar.

La economía y elegancia de los recursos gráficos y sonoros que envuelven este juego croata es sencillamente brutal. Cómo han conseguido recrear un mundo a partir de la reutilización inteligente de elementos jugables y los acentos de la banda sonora, en los momentos adecuados, que elevan la experiencia un escalón más allá. The Talos Principle es una experiencia personal a descubrir, de perderse en ese universo tan extraño y familiar al mismo tiempo, que cobra cada vez más sentido con cada hora de juego sudada en cada puzle y cada texto o archivo de audio que nos hace avanzar en la historia.

Y esto último, para mí, es un grandísimo punto a favor de The Talos Principle: su historia. He mencionado en el primer párrafo que Croteam había «fichado» a unos extras para este juego, y ellos son Tom Jubert ( escritor de FTL y The Swapper, este último con similitudes temáticas muy cercanas) y Jonas Kyratzes (escritor del experimental Infinite Ocean). Juntos han creado, hilando fragmentos -ficticios y reales- de libros, comentarios, audios, correos electrónicos (entre otros), una historia de fondo que nos deja siempre con ganas de saber más y nos incomoda, revuelve nuestra conciencia.

Si algo consigue hacer que The Talos Principle se sostenga por sí sólo, y no sea una copia clónica más de mecánicas de puzles exitosas, evolucionadas, es que se toma muy en serio a sí mismo y el mensaje a transmitir. The Talos Principle tiene un clarísimo hilo conductor metafísico durante toda la trama. Nos conmueve y avasalla a partes iguales con preguntas, situaciones hipotéticas, planteadas por autores reales o ficticios, que hacen que, tras desconectar, aún sigas pensando en ellas. O puede que las evites, que intentes eludir esas tímidas preguntas sobre nuestra naturaleza como seres vivos conscientes. Pero te rondarán la cabeza igual, te lo aseguro. Croteam te quiere obligar a ver el mundo con ojos ajenos: la mirada de una máquina, un robot, tú, que tiene que entender por qué existe y cuál es su sentido.

The Talos Principle ha sido a la filosofía lo que Interstellar ha podido ser a la ciencia, en el pasado 2014. Puede que sea una afirmación algo peregrina y cogida con pinzas, pero si algo ha podido conseguir Interstellar es sacar a flote el interés por la ciencia. Ha creado un debate entorno a lo que Christopher Nolan nos muestra y lo que la ciencia es o podría ser. En ese sentido, The Talos Principle, se puede comparar. No va con ínfulas de «enseñarte» a ser un pequeño filósofo, pero los pequeños atisbos de retórica metafísica que muestra, esos fragmentos, no te pueden dejar indiferente si te los tomas con un mínimo de autocrítica y conciencia.

Es una experiencia redonda en todos sus sentidos: impecable. El doblaje en castellano es evocador, la cantidad de extras y easter eggs por descubrir saciará la sed de los más exigentes y si todo ello no te convence, el precio por el que está a la venta es bastante correcto, sobre todo comparado con todo lo que aporta, incluidas las horas y horas de juego. Una muestra más de que Devolver Digital tiene un gran criterio sobre qué dar a conocer como distribuidora y cómo.

Para terminar, si aún nos he conseguido animar a que le deis una oportunidad a esta obra maestra, os dejo con uno de los textos base del juego: el que le da nombre. Disfrutad y, sobre todo, pensad en este fragmento. Porque de eso va The Talos Principle: de bebértelo a preguntas y puzles que estimulan y retan a tu intelecto.

Sea o no cierto que Dédalo construyó al gigante Talos o, como otros dicen, fue la creación de Hefestos, podemos estar seguros de que estaba hecho de bronce y tenía solo una vena a través de la cual fluía una sustancia líquida como la sangre[…]La pérdida de ese líquido fue la causa de su muerte[…]

¿No podemos entonces decir que Talos, aunque creado como una máquina o un juguete, tenía todas las propiedades de un hombre? Hablaba y escuchaba, tenía deseos y anhelos[…]Si, entonces, una máquina tiene todas las propiedades de un hombre y se comporta como un hombre […]¿no se deduce que el hombre también puede considerarse una máquina?

Esto contradice todas las escuelas de la metafísica, pero ni siquiera el filósofo más fiel puede vivir sin sangre.

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