Análisis The Eternal Cylinder, algo muy extraño que debes probar

Un año después de probar su demo, nos adentramos en el extraño planeta de The Eternal Cylinder, conocemos a todo tipo de criaturas y huimos de una especie de tubo gigante que arrasa con todo a su paso. Una aventura muy peculiar.

Pero ¿qué es eso?

Los primeros compases a los mandos de The Eternal Cylinder son un auténtico caos. «¿Es No Man’s Sky?», «¿Es Pikmin?» y«¿Cómo demonios se juega a esto?» son algunas de las preguntas que me hice. No tenía muy claro qué hacer, hacia dónde ir o por qué estaba ahí. Pero no importa, ya que no hay demasiado tiempo para pensar; una especie de tubería gigante capaz de arrasar montañas a su paso se dirigía sin prisa, pero sin pausa, hacia mi posición.

Por más que miraba a este y oeste tratando de visualizar sus extremos para comprobar si había algún modo de ponerme a salvo, el enigmático cilindro se extendía más allá del alcance de mi vista, así que solo podía hacer una cosa: correr. Correr sin mirar atrás como si no hubiese mañana. No tenía del todo claro si la imponente estructura era más rápida que yo, pero por alguna razón, de repente se detuvo y, sin entrar en spoilers, acabé comprendiendo su funcionamiento. Ya descubriréis qué es este extraño artefacto.

Pero vamos a lo realmente interesante: más allá del citado cilindro, lo que me ha sorprendido es que el juego es una aventura de mundo abierto muy bien diseñada, con mecánicas de supervivencia, exploración, rompecabezas y en la que además de ponernos en la piel de una pequeña criatura de aspecto anfibio, podemos conocer a otras y sumarlas a nuestro ejército (y controlarlas). A los enemigos que campan a sus anchas por este curioso entorno se suman los peligros ambientales y nuestras propias necesidades: frío, calor, hambre, afecciones… Es un lugar muy bello, pero también hostil.

Una aventura más tradicional de lo que parece

A pesar de lo raro que resulta todo de inicio, The Eternal Cylinder no dista mucho de otros títulos, y aunque es un tanto críptico de entrada, enseguida pone las cartas sobre la mesa y ofrece explicaciones sobre todos y cada una de sus mecánicas. Los Trebhums, que es el nombre que reciben los ¿animales? que controlamos, pueden absorber objetos, almacenarlos en su interior y también lanzarlos a modo de proyectil. También es posible disparar agua, algo útil para ejercer presión sobre interruptores, apagar fuegos y otras acciones.

En mi caso, he jugado con los ajustes por defecto —hay opciones de rebajar la dificultad y hacer mucho más asequible la experiencia—, y tengo que decir que me ha parecido un conjunto sólido y equilibrado, en el que la supervivencia no es precisamente hardcore y en el que, gracias al compendio que podemos consultar en todo momento, se hace ameno eso de descubrir cómo funciona todo lo que nos rodea y aprovecharlo para explorar cada vez más lejos.

Es cierto que el desarrollo de la historia no sorprende, ni tampoco hay momentos memorables o cosas que dejen huella, pero ¿es necesario? Lo que importa es que la aventura resulta gratificante, explorar un planeta tan extraño es enriquecedor y la mezcla de géneros y sus mecánicas dan forma a un viaje que nos incita constantemente a ver más. Porque siempre que vemos algo nuevo nos toca sentarnos a observar qué puede ser, estudiarlo y pensar la manera en la que puede sernos de utilidad. Y ese es justo el principal aliciente de The Eternal Cylinder: la constante sensación de descubrimiento.

Para poneros un ejemplo, en una de mis partidas encontré un huevo de Trebhum, pero antes de buscar una fuente de calor para poder eclosionarlo, el desafío no era otro sino alcanzarlo, ya que estaba en una posición elevada. Descubrí la solución prácticamente sin querer, ya que me dio por absorber y comerme un pez de una ría cercana y… ¡las extremidades de mi criatura se transformaron! Le crecieron aletas en los pies y automáticamente aprendí a saltar mucho más alto que antes. De nuevo, descubrir es la palabra perfecta para definir la experiencia.

Es extraño, pero cautiva

The Eternal Cylinder es uno de esas obras que, al igual que sucede en el cine u otros ámbitos, es mejor entrar sin saber demasiado sobre ellas. En los primeros minutos todo resulta extraño, pero una vez se rasca la superficie y somos pacientes con él, rápidamente nos damos cuenta de que estamos ante un videojuego que aporta frescura a la industria. Una aventura de exploración, supervivencia y puzles ambientada en un mundo bello y rebosante de fantasía. Puede que no sea para todo el mundo, pero es una propuesta muy interesante que no sufre defectos graves de ningún tipo. [70]

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