El Eliot Ness del pasado se cita con una mujer en el muelle de Santa Esperanza. Aún no lo saben, pero la desgracia se cierne sobre ellos. De nuevo en el muelle, esta vez en el presente, Ness está donde lo dejamos al final del primer episodio de Blues and Bullets.
A punto de sumergirse, de incógnito, en las profundidades de un secreto terrible, pronto, el detective retirado comenzará a agitar un avispero y ya no habrá marcha atrás.
Tensión y violencia
En líneas generales, el segundo episodio de esta obra dividida en cinco sigue la estela de aquel debut subtitulado ‘Se acabó la paz’, que analizamos ya hace bastantes meses en AKB; esto es, continúa ofreciendo una historia cargada de violencia, vísceras y tensión. Tanta tensión, que hasta en ocasiones se estira y pierde fuerza, pero que atrapa y hace desear que no pase mucho tiempo hasta que salga el próximo episodio.
‘Agitando el avispero’ también suma a la colección nuevos entornos exóticos y muy singulares, planos cinematográficos de gran belleza y personajes muy llamativos –algunos por carismáticos, otros por estrambóticos, otros por atormentados. Algunos con un poco de todo.
Por otra parte, seguimos hablando con gente y decidiendo qué contestarles, aunque el impacto de nuestras elecciones sigue sin verse reflejado de forma significativa en la trama.Pero no todo el trabajo del viejo policía se reduce a la charla, qué va. Sin caer en el destripe, hay momentos de disparar, de investigar e incluso sufriremos una escena onírica cargada de conflictos interiores que es pura sal gorda, pero cumple con su cometido narrativo.
Cada uno de estos bloques está definido de forma muy clara por unas mecánicas concretas, de modo que siempre sabremos si toca disparar, hablar o investigar, nunca todo a la vez. Se trata de una estructura descaradamente matemática, pero que funciona perfectamente y consigue mantener un ritmo variado.
A propósito de los disparos
Ya comentamos la otra vez que los tiroteos funcionan como en los arcade sobre raíles. En este episodio hay un par de secuencias de intercambios de plomo, de duración generosa, que a pesar de parecer a primera vista secciones mucho más movidas que el resto del juego, no dejan de ser una galería de tiro. Mientras permanezcas a cubierto, estarás seguro. Eliot Ness lo sabe. Milton, el buen hombre y matón de Al Capone que nos acompaña, lo sabe. Tanto, que en mitad de la ensalada de tiros se permite preguntar por el ingrediente secreto de la tarta de arándanos que prepara Ness en su restaurante. Delicioso.
Hay un poco de ligereza en estas secuencias de acción, en efecto. Pero hay algo más, aparte de las chanzas con las que Ness, Capone y el resto adornan sus duelos contra el mundo. En un momento concreto del enfrentamiento, en una situación que parecía un enfrentamiento con un jefe final, pero que no lo era, me acordé de Killzone. De Call of Duty, de Gears of War, de Uncharted. Y no es tan sacrílego como a alguno pueda sonarle.
Tal vez Blues and Bullets quite el control al jugador para permitirle únicamente cambiar de cobertura, pero no es un recurso extraño. Muchos otros juegos de acción que se apoyan fuertemente en situaciones scripteadas, la cosa también se parece mucho a seguir el camino que el diseño marca. A actuar según estaba previsto para completar el reto. Aquí solo está el andamio, la estructura despojada de toda ilusión, pero el solo hecho de no empujar la palanca de un joystick no lo convierte en algo tan distinto al resto.
Blues and Bullets no quiere que fracases
El otro asunto importante concierne a la parte de investigación, que en este capítulo se me ha antojado más pequeña, sencilla y directa que en el primero. Y no solo porque el número de incógnitas sea menor, o haya menos pistas, o el misterio esté más claro. Hay un momento en el que debes abrir una puerta. Ness se pregunta en voz alta dónde está la llave. Y entonces ocurre: la cámara viaja por el escenario y se detiene justamente en el lugar donde se esconde la llave. Con lo fáciles que han sido las cosas hasta ese punto, ese gesto termina de confirmar lo que sospecho: el juego confía poco en mis capacidades.
Blues and Bullets intenta que no me atasque en absoluto. Darme cuenta de una forma tan evidente no me resulta agradable, pero entiendo que puede ser una estrategia necesaria si se quiere ir a por el target aficionado a las historias de detectives, no necesariamente a los videojuegos. No sé si dará mejor o peor rendimiento, pero resulta legítimo intentarlo. Al fin y al cabo, jugarlo no dista tanto de ver tu serie favorita, pero en este caso eres el protagonista, pegas tiros, investigas y hasta decides qué contestar unas cuantas veces. ¿Suena bien? Entonces es para ti.
Como ya dije en los comentarios del análisis del primer episodio en esta casa, analizar un juego por partes me sigue resultando extraño, y es por eso que no doy mucha importancia a la puntuación de cada capítulo por separado. De momento, los dos primeros capítulos de Blues and Bullets ya me han entretenido durante un par de horas cada uno y, de hecho, he sido incapaz de dejarlos de lado hasta que no los he completado. Hay cosas que no me gustan, está claro, pero si el camino ascendente sigue en los próximos episodios, mi opinión sobre esta obra no puede menos que mejorar con cada entrega. Como jugador, espero que así sea. Y que lleguen pronto. [80]