Buscando alguien que nos escuche: videojuegos intimistas

Acabo el día, ya no hay más trabajo por hoy. Enchufo el Wholesome Games 2020, quiero ver que presentan y, entonces, me doy cuenta de que, consciente o inconsciente, existe una tendencia indie donde, tanto creadores como jugadores, ansiamos sentirnos a salvo.

Ciudad de neones en Cyberpunk 2077

Mundos virtuales

A salvo… ¿de qué? Del mundo. De los juicios y prejuicios. De enfrentarnos cada mañana al impasible paso del tiempo, andante incesante y rey de nuestro ser. Porque cuando el ritmo del planeta se hace imposible de asumir, cuando das todo de ti para poder sobrevivir a una rutina estresante y, al final del día, llegas fatigado a casa, muchas personas no saben que hacer.

¿Qué soy yo? Solo soy una persona, insignificante como el aleteo de una mariposa. ¿Qué valor tienen mis problemas cuando medio mundo está en crisis, cuando todo parece derrumbarse? Como seres humanos, vivimos en un mundo que, si bien nuestro, no nos pertenece porque no controlamos nuestro propio devenir.

Fiesta en Animal Crossing

Somos alfa y omega en este mundo

Y en ese punto, romantizamos conceptos que, en nuestro interior, ansiamos alcanzar. El amor, la paz, la libertad… e incluso sensaciones tan sencillas como sentirnos escuchados, sentirnos valorados, sentirnos nosotros mismos. El furor de Animal Crossing, donde podemos actuar con nuestro entorno con seguridad. Lo que han marcado Los Sims, imaginándonos como podrías ser nuestra vida, nuestras relaciones… y toda la gente que juega a Minecraft por el mero placer de jugar y no tener reglas que nos aten. Todo se debe al mismo motivo: el placer de sentirnos realizados, ser libres durante un instante, controlar lo que nos rodea.

Nuestra isla, nuestra ciudad, nuestro mundo. Poseemos lo que nos rodea, somos dioses dentro de un entorno definido por algoritmos y líneas de código. En ese lugar aceptamos tácitamente las reglas de ese mundo como propias y las explotamos al máximo, buscando los recovecos por donde colarnos y aumentar nuestra libertad, jugando con ellas al igual que hacemos con el producto.

Vista nocturna de Va11 Hall-A

El auge de escuchar, de conectar

Por eso, no me sorprende el auge de un tipo de juego que ha venido ganando importancia en la escena indie: las aventuras conversacionales. No las que nacieron en tiempos primigenios de esta industria, sino aventuras donde la conversación es el medio, sí, pero no el final. Porque en estos juegos no existe un final «per se», no hay nadie a quien derrotar, ningún objetivo tangible que nos lleve de A a B, si no que por el contrario, el viaje, y con quienes nos encontramos, marcan el tono de la historia.

Pero…¿qué historia? Una del día a día. No son héroes, somos tu y yo. Son problemas del día a día dentro de ese mundo, ninguna gesta heroica. Son personas donde nos reflejamos, con quienes empatizar y conectar. Tú podrías ser él, y ahí radica el auge y furor de un subgénero donde los sentimientos humanos del día a día marcan el ritmo, donde los escenarios donde radica «la acción» nos son familiares: un bar, un taxi, una cabaña….

Conversación en Neo Cab

Historias inconclusas, sentimientos verdaderos

Va11 Hall-A nos mostraba como el ir y venir de las personas, cada una con su vida, con su interior propio y sus motivaciones personales. Nos interesamos en lo que hay más allá olvidándonos de píxeles y tratandolos como a semejantes y escuchamos, atentos, como nos gustaría que nos escucharan a nosotros. Un nuevo cliente, una nueva historia. Inconclusa, no es una novela, no sabemos que hacía antes, que hará al salir por la puerta, pero le hemos ayudado, le hemos escuchado.

Porque cuando conducimos en Neo Cab, aunque la conversación sea una minucia, ese momento de conexión nos hace felices. Muy felices. No importa quien sea, probablemente no le volveremos a ver, y sin embargo, ahí estamos. Durante veinte, trenta, cuarenta minutos somos amigos íntimos, puedes contarme lo que quieras. Y yo te escucharé.

Paisaje de atardecer en The Red Strings Club

Y al final…

Quizás simplemente he estado jugando demasiado por hoy. Quizás le doy muchas vueltas, pero toca apagar por hoy. Dejar de lado por un tiempo a mis amigos virtuales, aquellos en los que me siento identificado, y volver a la realidad. Un mundo de neón, una fantasía que se desvanece. Una incomoda, dolorosa, y a la vez, de la que ansiamos formar parte y ser como nuestros mundos virtuales. Ser escuchados de verdad.

Ya estoy despierto. Solo me queda ponerme una camisa, unos zapatos, y echar a caminar.

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