Crítica de Juego de Tronos 8x03: ¿Qué le decimos al Dios de la Muerte?

HBO ya nos dejaba entrever en los dos primeros capítulos de la temporada final de Juego de Tronos que este tercer episodio no dejaría a nadie indiferente.

La lucha entre los vivos y los muertos que tanto habíamos esperado por fin tiene lugar, y lo hace envuelta en la oscuridad más absoluta de una noche que casi nos deja sin respiración. ¡OJO, SPOILERS!

Por una noche, las tramas políticas, traiciones, preparaciones y demás se han puesto en stand by. Poniente ha cedido el protagonismo de su escenario al Norte, a Invernalia, donde la lucha por la supervivencia de aquellos que todavía respiran ha tenido lugar. Ya íbamos avisados de antemano de que la falsa sensación de calma, a pesar de las revelaciones, de los dos primeros episodios de la octava temporada de Juego de Tronos iba a quedar al descubierto en el ecuador de la última tanda de episodios de la serie estrella de HBO. En este tercer capítulo hemos asistido al que probablemente haya sido, literalmente, el capítulo más oscuro de Juego de Tronos.

Tras el final del segundo episodio, ya podíamos imaginar cómo iba a ser el comienzo del siguiente. La tensión flotaba en el ambiente y las tropas del Norte, con el apoyo de Daenerys y sus ejércitos, se preparaban para la mayor batalla de la historia de la televisión, como muchos la han llamado, y no sin razones para ello. En silencio, los defensores de Invernalia se enfrentan a la absoluta oscuridad de la noche antes de que Melisandre, con el poder del Señor de la Luz, haga su aparición estelar e ilumine con su fuego las espadas de los dothraki. Un comienzo alentador para el Norte que pronto se rompe cuando la caballería de Daenerys se estrella contra el ejército de los muertos en una imagen realmente escalofriante en la que asistimos a cómo se apagan los pequeños puntitos de luz que representan el fuego en las espadas de los dothraki. Uno de los ejércitos a caballo más temibles que existe casi desvanecido.

Tras un comienzo realmente desalentador para las tropas de Jon y Daenerys, la verdadera batalla comienza. El ejército de los caminantes blancos carga sin ningún tipo de miedo ni de freno contra el ejército de los vivos, dando lugar al comienzo de la primera batalla que definirá el futuro de Poniente, un futuro que será de los vivos o de los muertos, pero nunca compartido. La elección de una noche tan oscura, de la ventisca invocada por el Rey de la Noche y de todo lo que rodea a la batalla en sí está realmente estudiada para crear algunos de los momentos más bonitos y terribles que se pueden ver en Juego de Tronos: los dragones de Daenerys, comandados por Jon y ella misma, haciendo llover fuego sobre los ejércitos de los muertos, los Inmaculados luchando con varios de los héroes a los que llevamos siguiendo durante muchas temporadas, el absoluto caos de la batalla… Cada ingrediente se mezcla perfectamente con el resto para dar forma a la batalla.

La retirada es inevitable, como lo es la caída de algunos de los personajes que nos han acompañado los últimos años. El primero en caer es Edd, el compañero de Jon y Sam en la Guardia de la Noche, precisamente por salvar al segundo. Además, el papel de Melisandre en el episodio no deja de crecer, al ser ella quien, de nuevo con su magia, prende fuego a las trincheras que rodean Invernalia. La introducción de un minuto de respiro está también perfectamente medida para dejarnos respirar tras la tensión inicial de la batalla. Sin embargo, como era de esperar, este respiro no dura mucho, ya que los muertos son capaces de atravesar el fuego sacrificando a unos cuantos de los suyos.

De nuevo, la batalla vuelve a coger fuerza, esta vez con los ejércitos de los caminantes blancos penetrando en la fortaleza y acabando con más y más soldados. Una de estas bajas, una de esas que duelen al fan, es la de Lyanna Mormont, la joven y brutal líder de su casa, un personaje muy querido por los seguidores de Juego de Tronos, que muere heroicamente al ser ella capaz de matar al gigante no-muerto que acaba con ella. No obstante, todo parece indicar que la resistencia del Norte en conjunto con los ejércitos de Daenerys no podrá frenar el avance del Rey de la Noche cuando este sobrevive no sólo a un espectacular combate aéreo entre dragones, sino al fuego de Drogon, el dragón que monta Daenerys, apuntando así, de nuevo, a la teoría de que el Rey de la Noche podría tratarse de un Targaryen.

Y el capítulo entra así en su recta final, en su conclusión definitiva. Arya, tras ser rescatada del que parecía ser su final a mano de un montón de no-muertos por Clegane y Beric, quien ya no volverá a revivir, habiendo cumplido así su último objetivo, se reencuentra con Melisandre, quien nos deja pistas de cómo concluirá el episodio. Cabe decir que el personaje de Melisandre resulta fundamental para el desarrollo de los acontecimientos, ya que su aparición sirve para recordar a Arya que la muerte puede tener muchos rostros… Incluso ojos azules.

Mientras Arya se da cuenta de cuál es su misión y las cosas pintan realmente feas para Jon, Daenerys, a quien Jorah defiende con su vida, Jaime, Brienne y compañía, Theon protege con todo lo que puede a Bran de las acometidas de las tropas del Rey de la Noche. Ya sospechábamos lo que podía pasar con Theon, ya que su arco, y su redención, están cerrados. El sacrificio de Theon conlleva mucho significado detrás y, conociendo su destino y contando con la gratitud de Bran, lo acepta y carga contra el Rey de la Noche aun sabiendo que le costará la vida. Y así, con Theon muerto, los muertos rodeando a los vivos y sobrepasándoles en número, Daenerys a punto de perder la vida y Jon enfrentándose al dragón del Rey de la Noche, todo acaba en un instante.

Arya, quien, a pesar de no explicarse en el capítulo, podemos suponer que se ha escondido tras el rostro de un caminante blanco, sorprende al Rey de la Noche y, con una magnífica reacción, se convierte en el mejor personaje de todo Juego de Tronos. El momento en que acaba con el Rey de la Noche es el momento más definitorio de toda la evolución que ha sufrido Arya como personaje desde que abandonó Invernalia y regresó para luchar por su familia. Nadie podía matar al Rey de la Noche, y nadie lo ha hecho.

Se cierra así el que, muy probablemente, sea el capítulo más intenso de todo lo que llevamos de serie hasta ahora. Un capítulo que confía más en la imagen que en el diálogo para desarrollarse, pero que aprovecha los diálogos para dejar momentos significativos en la trama. La larga lucha contra los caminantes blancos ha acabado, y ahora toca llorar a los caídos y prepararse para la batalla que decidirá el destino de Poniente pero, eso sí, esta vez entre seres humanos que respiran y, en definitiva, viven gracias a Arya Stark. ¿Qué le decimos al Dios de la Muerte? Hoy no.

  1. Me gustó el capítulo, pero demasiado largo. En mi opinión, le sobran casi 2 tercios de metraje. Me pasó algo parecido con la batalla de los bastardos. Probablemente son dos de los episodios que menos me han gustado de toda la serie. Y curiosamente, en ambos episodios, la estrategia «militar» de los buenos (si tener ni idea de estrategia, todo sea dicho), me pareció ridícula y sin sentido.

    Vi a mucha gente quejarse de los dos anteriores y a mi esos me encantaron. Será que espero otra cosa distinta de la serie que la mayoría, no se. Pero bueno, hay para todos los gustos, así que todos contentos, si no es con un capítulo, es con el siguiente.

    • Claro, es una gran serie. Pero creo que brilla más en los diálogos que en las grandes batallas. Porque joder, si tienes un dragón, ves a saco. Esto lo aplicaría tanto al dragón malo como a los otros dos.

  2. Demasiado Largo? Joder tio, yo me la he pasado Flipando todo el capitulo. Largo, ni mas. Fue Justo. ya estoy listo para mi siguiente dosis de esta jodida droga de GOT!! XD

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