Bakuman: El duro camino para convertirse en mangaka

Después de dos completas e interesantísimas reseñas por mi compañero Iván Oliver hablando tanto de Soul Eater como de D. Gray Man, es la oportunidad ideal para hablar de una de las series manga que más disfruté durante los últimos tres años. Imaginad que cogemos a los dos mangaka encargados de Death Note, con todo lo que ello supone, tanto en guión como en dibujo, sumado a una historia que cuenta todos los entresijos, trapos sucios y un toque muy refinado de shonen. Todo ello se conjuga en la serie que hoy nos concierne. Si quieres conocer cómo de duro es el camino del mangaka hacia el éxito, dale una oportunidad a Bakuman.

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Supongo que no debo sentirme indiferente si os confieso que junto con los videojuegos tengo dos grandes aficiones con las que pasar mi tiempo libre y entretenerme, hablo de los TCG (o juegos de cartas con toques de rol) y por supuesto el manga, que me acompaña en el bus, en el metro, antes de irme a dormir… Al igual que con el videojuego, el manga consigue transmitirme y expresarse hacia mí de una manera que ni la literatura ni el cine son capaces de hacer. Desde aquí aprovecho a romper una lanza a favor del cómic en general por la maravillosa posibilidad de concebir tal cual lo que un autor –en este caso un dibujante de cómics- tiene en su cabeza. Es posible que para muchos el cómic cuente con la lacra de no estar en movimiento y que por contrapartida diferencia al anime, pero yo soy de esos que vive el manga en movimiento.

Tsugumi Oba y Takeshi Obata son los creadores de Bakuman, también y sobre todo conocidos por la magnífica Death Note, recientemente relanzada en el mercado español bajo la denominación ‘Black Edition’ con la compra de la licencia por NORMA Editorial, a modo de tomos dobles (6 en vez de 12) con los dorsos de las páginas en negro y una mayor calidad de papel. Tras terminar Death Note de una manera que a pocos decepcionó, siendo para otros tantos uno de los mejores finales del cómic japonés moderno, esta pareja tan sinérgica comenzaría un nuevo camino, de nuevo en la revista semanal Shonen Jump, de la editorial Shueisha, tratando de repetir el éxito de su anterior obra pero con el aliciente de competir con One Piece, Toriko, Naruto, Reborn! o Kuroro no Basket en estado de gracia prácticamente todas las semanas.

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Así pues, un 8 de agosto de 2008 la Shonen Jump colocaría en portada y a todo color el primer capítulo serializado de Bakuman. Con más altos que bajos, se fue consolidando en los primeros puestos de los rankings de la revista madre de Shueisha, haciendo ineludiblemente por el contenido de la historia que se popularizara eso de revisar en internet en qué puesto habían quedado nuestras obras favoritas cada semana. Decir también que la trascendencia que ha tenido y va a tener Bakuman no se va a quedar meramente “la secuela de Death Note”, ni mucho menos. Hablamos de una serie con una personalidad y capacidad empática que muchas intentan y no consiguen. No os engañéis si sois lectores sheinen, esto es una publicación mucho más adulta y seria de lo habitual, por ello llama además la atención que una historia sin una sola pelea mortal con técnicas imposibles ni magia de por medio haya conseguido hacer lo que finalmente terminó siendo una obra de 176 capítulos recopilados en 20 tomos formato tankobon allá por mayo del 2012. Su adaptación a la pequeña pantalla está formada por tres temporadas bastante fidedignas al formato original.

No tardó mucho en abrir sus fronteras al viejo continente, incluida España bajo NORMA Editorial y trayendo consigo los dos tomos recopilatorios dedicados a personajes y datos para los más fans, conformando así una preciosa colección, con cajas de cartón con motivos de la misma, siendo un total de 22 tomos.

Moritaka Mashiro junto con Akito Takagi son los protagonistas, unos jóvenes de unos catorce años al inicio de la historia (se desarrolla en la actualidad) que tienen el mismo problema que la mayor parte de japoneses del momento como es la falta de decisión o no encontrar aquello con lo que identificarte. Mientras uno sueña con convertirse dibujante de manga en honor a su fallecido tío (quien fuera un no demasiado conocido mangaka profesional) el otro se define como aquel yerno perfecto para cualquier madre; sobresaliente en lo escolar, todo un brainstorming capaz de elaborar guiones adultos capaces de sorprender al más purista.

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Tsugumi Oba y Takeshi Obata crean así una perfecta forma de dar vida a sus alter ego esta vez protagonizando la que para ellos mismos era una aventura que siempre quisieron hacer. Sin quererlo ni beberlo Mashiro y Takagi se terminarán haciendo amigos, si bien es cierto que Mashiro y su condición un tanto antisocial hacen que su comportamiento tan poco receptivo dificulten los inicios de lo que llegará a ser una amistad inusitada.

No voy a contaros absolutamente nada acerca del argumento de esta gran historia, ya que todo lo hasta ahora comentado no dista mucho de lo que podéis leer en las páginas iniciales del primer tomo, pero es necesario destacar las metas e intenciones tanto de los personajes como de la serie en sí, conformando un por qué y un cómo en la misma. Mashiro está tremendamente enamorado de Miho Azuki, una joven de su clase que lleva conociendo desde primaria pero a la que nunca se había atrevido a declarar su amor. Ya sabemos cómo funcionan las relaciones entre las juventudes niponas, sin embargo no es tan común que sea la chica la que dé el paso, pues nos encontramos ante un amor terriblemente correspondido. Ambos llegan al acuerdo de no casarse ni volver a verse hasta que Mashiro se convierta en un mangaka cuya obra alcance una adaptación al anime y ella sea una sheiyu (actriz de doblaje) profesional, dando voz a la protagonista de su presumible obra.

Sé que todo lo descrito en el último párrafo puede sonar más shojo que shonen, pero es aquí donde termina la irracionalidad de la serie en términos generales. Nos encontramos ante una obra que madura con el paso de los capítulos; las viñetas van adoptando una mayor personalidad y un trazo que en algunos casos mejora lo visto en Death Note, aunque no es el objetivo. Podríamos decir que se trata de una novela con viñetas. Los bocadillos llenos de texto abundarán por encima del resto, haciendo de cada capítulo mucho más largo de lo que viene siendo habitual en un shonen. Antes comenté que constaba de 20 tomos, 176 capítulos que perfectamente podrían ser el doble en duración con respecto a un shonen al uso.

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El aspecto más controvertido sea quizás la necesidad de hacer leer tanto a un público no acostumbrado a ello, por tanto la mejor forma de paliar este problema no es sino hacer del propio guion todo un ejemplo de cómo mantener enganchado al lector, de incitarle a querer seguir leyendo y que se muerda las uñas mientras espera la llegada del capítulo de la siguiente semana. Absolutamente todos los personajes tienen una personalidad muy marcada, algo que también asegura que todo lector sea capaz de simpatizar con uno de los protagonistas. Además, el diseño de los mismos en lo visual va de la mano con lo que el guionista quiere convertir a cada uno. No hay personajes planos, exceptuando la pobre Miho Azuki, cuya timidez y forma de actuar deja un poco que desear con respecto a la pareja del otro protagonista, Takagi. Su nombre es Kaya Miyoshi, una chica bien dotada físicamente en todos los sentidos. Otro de los inconvenientes de Bakuman radica en el desaprovechamiento de según qué personajes. Desde mi punto de vista y al igual que pasa en Naruto, el autor o autores son capaces de hacer de todos sus protagonistas la foto de perfil deseada por cualquier adolescente, convirtiéndose así en un problema porque ya se sabe que el que mucho abarca poco aprieta. No es posible interpretar de forma continuada a cuarenta personalidades, ya que esta obra destacará por la cantidad de personajes que irán apareciendo a lo largo de la historia, por lo tanto muchos de ellos quedarán en el olvido durante decenas de capítulos para el descontento de muchos.

Si os digo que los protagonistas conseguirán ser serializados, aunque no tarden mucho en ser guillotinados, no deberíais enfadaros por el spoiler porque si no la serie no tendría sentido alguno. No serán pocas las veces que los Ashirogi Muto –pseudónimo elaborado por ellos mismos como nombre profesional y para no mostrarse como pareja sino como una sola persona- cambien de ideas, intenten cosas y, sobre todo, se den muchas veces en los morros. Nadie dijo que el camino del mangaka fuera fácil y eso la serie lo hace ver a las mil maravillas. Tendrán que ver cómo son pisados por otros cuyo talento y fama es mucho mayor. De hecho, desde un primer momento los autores reales nos harán evidenciar cómo no se trata de un manga cuyos protagonistas son los grandes elegidos y tarde o temprano serán los mejores, sino que poco a poco vamos viendo que sus personalidades están llenas de inconvenientes propios de la edad como son la cabezonería, el narcisismo o la falta de convencimiento, haciendo todavía más complicada la consecución de sus sueños.

Otro de los aspectos que hacen grande a Bakuman y que a mí más me enamoró fue sin duda la posibilidad de conocer por dentro, sin censura, cómo es una editorial, la relación editor-mangaka y la importancia que éstos tienen en sus pupilos; reuniones de serialización, procesos para guillotinar o dar vida a una serie, luchas entre miembros de una redacción… El día a día de una revista visto como nunca antes. De verdad, si sois mínimamente curiosos disfrutaréis de lo lindo. Las injusticias y la mala suerte estarán muy presentes, así como la envidia y rabia por no aceptar la derrota. Existirán también pequeñas tramas que se irán desarrollando casi en armonía con el argumento principal, el cual no avanza lento ni tampoco rápido.

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El tiempo sí que avanzará rápido -en el transcurso de la historia pasarán más de diez años– pero nunca tendremos la sensación de que el ritmo vaya más deprisa que nuestra capacidad de síntesis de toda la información que Bakuman contiene en sus viñetas. Tendremos que memorizar decenas de nombres y series ficticias que los propios mangaka irán publicando. Apostaremos inevitablemente por el futuro a corto plazo de la historia, creándonos nuestras ideas en la cabeza sobre quién y qué obra se llevará la palma en una semana concreta. En ocasiones incluso lo pasaremos mal, sentiremos inconformidad con las decisiones de los personajes, que en muchos casos tomarán el camino contrario a aquello que todos deseamos pero que ellos también desean y no pueden. Es una sensación de impotencia similar a cuando juegas a Phoenix Wright y sabes quién es el culpable pero no cómo demostrarlo en el juego.

Seremos entonces un intento de partícipes de una historia cuyos derroteros no parecen del todo claros por culpa de los mismos Mashiro y Takagi, que en contra de su voluntad y pecando de tozudos evidenciarán con sus propias carnes lo difícil que es el mundo de manga. Habrá sitio también para los aspectos monetarios y extraprofesionales, con todo lo que ello conlleva. Este mundillo mueve mucho dinero y podremos presenciarlo de manera aplaudible, con detalles del capitalismo tan duro que se da en Japón.

Podéis estar tranquilos si os digo que Bakuman tiene muy poco de Death Note, puesto que más allá de una interpretación sublime de muchos de los personajes, lo demás se coordina en algunos casos y queda subordinado en otros. También podéis tener el consuelo de saber que esta serie puede ser leída con total tranquilidad a la vez que llevamos al día otra simplemente por el hecho de la idiosincrasia que refleja en todo momento. No hay ninguna otra serie parecida a ésta, por tanto cuando te sientes a leer la última obra de Oba y Obata sabrás que es ésa y no otra.

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Como podréis ver en las fotos adjuntas a la entrada las viñetas no son grandes, no encontraremos casi nunca una ilustración a doble página en la que cada trazo dé una sensación de espectacularidad tan altos como bien sabe hacer Tite Kubo (Bleach), sino que se nos querrá llamar la atención de otra manera. Hay viñetas que jamás podré olvidar, sumado a muchos momentos de tensión perfectamente plasmados en el papel, haciendo sentir la tirantez propia de un shonen violento pero abandonando ese último calificativo. Siempre tendré la duda de cómo Bakuman resistió y supo convivir con mi querido Luffy (One Piece, Eiichiro Oda) o el incombustible Naruto (Naruto, Masashi Kishimoto) y compañía, algo que demuestra que Oba y Obata son de otra pasta.

Si queréis haceros con la serie en España no tenéis más acercaros a vuestra tienda de confianza y haceros con ella para entonces disfrutar con las preciosas y detalladas portadas de los tomos de una edición que brilla por su calidad, por lo menos la que yo mismo tengo en mi estantería. La traducción al castellano es por el enorme y al que tanto respeto guardo Marc Bernabé, quien ha demostrado una vez más un dominio de la lengua nipona para quitarse el sombrero, adoptando todo tipo de referencias de la cultura japonesa, bromas y frases hechas, con anotaciones a pie de página o al final de los libros con detalles marca de la casa, como viene siendo habitual en él. De verdad, sin duda alguna la edición española puede presumir de una traducción sobresaliente. La calidad del papel es muy buena, mostrando unos blancos muy claros y una rigidez del papel acordes a un libro que te ha costado 7.50 euros. Al inicio del tomo podremos evidenciar una página a todo color y un resumen de los personajes de la obra.

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Mi colección de Bakumanº tienen un merecido hueco en la estantería.

Decir que desde mi punto de vista su compra es totalmente recomendada, y es que hay que tener en cuenta que esta serie nos hace debernos a volver leerla con el paso del tiempo –o eso me está pasando a mí ahora mismo tras escribir sobre ella- causado en parte por su argumento tanto como por volver a sentir la aventura que Bakuman supone desde el principio hasta el final. Es posible que os hayáis preguntado más de una vez a lo largo de la entrada sobre qué significa el nombre del manga, simplemente es <<apostador>> u <<hombre soñador>>.

A modo de conclusión, mencionar la frase que el mismo Iván hizo referencia en una de sus reseñas, acreditando al manga no solo como un arte sino como un método de vida. Eso es algo que Bakuman ha hecho mejor que nadie y por ello será recordado. Es una oda al cómic.

¿Conocías la serie o a sus autores? ¿Tienes pensado leerla? Deja en los comentarios tus opinones acerca de ella y no te cortes en proponer qué series te gustaría que analizásemos.

  1. Yo di mi opinion/analisis en mi blog (clic en mi nick)
    Pero resumiendo. Es un genial manganime para entender un poco como funciona ese mundo.
    La historia, desde el primer capitulo sabes el final, lo bueno viene cuando publican sus series, los ranking, si seran aceptadas, etc…
    Las historias de amor son muuuuuyyy ñoñas, para mi sobran
    En mi opinion lo mejor que tiene la serie son los rivales. Sobretodo Niizuma Eiji, que en un primer momento le odiaba, pero al final es un crack.
    Lo peor, los saltos temporales, que a veces me perdia.

    No he leido el manga, opino por las 3 temporadas en anime que tiene. Si pudiera, me compraria la serie en manga completa.

  2. Fantastico articulo Sergio. Pareces un gran seguidor de manga y me alegro que la seccion que estrené esté gustando tanto en AKB. A la espera de tu proxima critica 😀

  3. Muy buen artículo. Bakuman sin duda alguna no debería faltar en ninguna estantería. Yo la estoy comprando, pero aún me queda la mitad XD

    Otro GRAN manga para reseñar es I am a Hero como enseñó Iván en el unboxing, y a bote de pronto se me ocurre que reseñeis algo de Urasawa si lo tenéis en vuestras estanterías. Ah, antes de eso, os propongo Elfen Lied XD fijo que habrá mucho de qué hablar.

    Felicidades por el artículo de nuevo, y ya estoy a la espera de otra reseña 😀

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