«Fable 2 es como la primera entrega, pero al cuadrado»

Fable 2, como la primera entrega, es un Action RPG, al más puro estilo Zelda, pero implementando un sistema de modificación de apariencia basado en la reputación y potenciando las relaciones con los NPCs.

A mi el primer Fable me encantó. Es cierto que no cumplía ni la mitad de que prometía Peter Molyneux, pero la coña de que todos los actos te hicieran más guapo o feo me pareció un gran paso adelante en el género de los juegos de Rol. En todos los que había jugado hasta el momento la apariencia del personaje tan sólo se modificaba comprando armadura, y el aumentar las estadísticas del avatar no alteraban su aspecto. Vale que en Fable las decisiones se limitan a una marcada dicotomía Bien/Mal, pero es que en ese sentido los videojuegos no han avanzado demasiado, por no decir nada.

En esta segunda entrega no encontramos ese pretencioso avance. Se nota que se ha intentado dotar a la historia de un peso mayor, y por ello Fable 2 comienza con una auténtica tragedia. Que no os confunda. A pesar del evidente aumento del dramatismo en la historia, Fable 2 es más de lo mismo, pero potenciado. La Current-Gen permite ofrecer un entorno gráfico muchísimo más detallado, ofreciendo un mundo repleto de personajes y de posibilidades jugables que, aunque ahora son más numerosas, sigue habiendo una marcada dicotomía Bien/Mal, además de una linealidad total tanto en la historia como en las misiones secundarias. ¿Es eso malo? Te lo parecerá si esperabas algo realmente revolucionario. Si, en cambio, buscabas algo como Fable pero potenciado con el poder de las máquinas actuales, seguro que estarás satisfecho con lo conseguido por la gente de Lionhead. Un ejemplo es otro de los presuntos pilares del juego: Las relaciones entre el jugador y los NPC. Éstas, a pesar de la importancia y profundidad que en teoría ofrecen al juego, están tan enfocadas al efecto Acción/Reacción como si del primer The Sims se tratara. Vamos, que si atacáis a alguien pero acto seguido le coméis la oreja un rato ese alguien se podrá casar con vosotros. Por cierto, casarse parece la única forma de tener sexo con los habitantes de Albión, así que no os emocionéis demasiados o tendréis que pasar más pensiones a vuestros hijos que dinero se ha dejado Paul McCartney al divorcioarse.

A pesar de que la experiencia troncal sigue siendo la misma que en la primera parte, en Fable 2 se han introducido algunos añadidos, como los minijuegos-trabajo con los que ganar dinero, nuestro perro, que nos acompañará a todas partes, o la faceta de especulador inmobiliario. Sí, lo habéis oido bien. Podremos invadir Albión con la lacra que ha destrozado los mercados mundiales. Y es que podremos invertir las monedas de oro que vayamos recopilando al cumplir misiones o ejerciendo las profesiones en las que nos embarquemos en comprar casas y realquilarlas o invertir en negocios e ir recolectando los beneficios.

A veces uno tiene la sensación de que las iteraciones de títulos que ya tienen un tiempo no avanzan, que lucen exactamente igual que sus predecesores. Un rápido vistazo a la precuela nos sacará de nuestro error, de la benevolencia del recuerdo. En Fable 2 me ha pasado ésto, al menos en lo concerniente, pero no he tardado en darme cuenta de que, aunque quizá el diseño de los personajes y sus animaciones no han evolucionado como tocaría – la utilizada para los saltos desde sitios altos es mediocre – , lo gigantesco – y detallado – del nuevo Albión abre un abanico de posibilidades que en la primera parte no se podía ni soñar. Me recuerda mucho a la evolución de Kameo, al que pude jugar en la beta de su versión Xbox, y al resultado final visto ya en Xbox 360. Se podría decir que Fable 2 es como el primer Fable, pero al cuadrado. O sea, muchísimo más. De lo mismo, eso sí.

Mención especial a los efectos de iluminación, los cuales, aunque en el primer Fable ya eran muy destacables – ¿Quién no recuerda los rayos de luz cayendo a través de las hojas de los árboles mientras recorríamos frondosos bosques? – en esta segunda entrega embellecen un buen puñado de paisajes, incluyendo a un conseguido efecto de día nublado con los rayos de sol filtrándose entre los claros. En cuanto a la banda sonora y los efectos de sonido, señalar que son absolutamente mágicos. Algunos de los temas parecen rescatados de superproducciones del calibre de El Señor de los Anillos. Además, está totalmente localizado al castellano, y de una forma brillante.

Fable 2 es un juego muy recomendable si te gustó la primera entrega. En cambio, si la apuesta de Peter Molyneux ya te pareció poco inspirada en su momento, me extrañaría muchísimo que esta segunda parte llegara a sorprenderte.