Hyper Light Drifter (Heart Machine, 2016) es un juego por el que hemos esperado mucho tiempo. Todos aquellos que seguimos su desarrollo mirábamos extasiados sus primeras ilustraciones y bocetos cargados de un arte pixelado tal que provocaba a cualquier hijo de vecina caer en el más hondo de los síndromes de Stendhal.
Vimos, poco a poco, como consiguió financiarse a través de mecenazgo y como ese personaje sentado al lado de una hoguera nos esperaba y por fin, hemos llegado. Hyper Light Drifter, para quien no lo conozca, es un juego de acción arcade en dos dimensiones con vista isométrica y gráficos pixelados que bebe de los grandes clásicos hack and slash de los años noventa y finales de los ochenta. El jugador encarnará a un personaje portador de una espada y poco más tarde, una pistola. En cada una de las pantallas se enfrentará a diversos enemigos en un mundo de claro carácter surrealista e impresionista que lo irán conduciendo a los diferentes jefes finales. El planteamiento no puede ser más clásico, de hecho responde a un ejercicio de nostalgia como ya hemos visto cientos en esta generación de videojuegos y especialmente en el sector independiente, sin embargo hay tres elementos que lo hacen destacar por encima de la ingente cantidad de competidores que compiten a su alrededor.
El primero de los puntales sobre el que se desarrollará mi crítica de Hyper Light Drifter es la narrativa. En muchas otras piezas sobre el juego destacan un hecho concreto, que no existe la palabra escrita ni hablada en el juego, sino que todo se desarrolla a partir de elementos visuales y sonoros. Por supuesto esto una fuerte innovación dentro del género y dentro de los videojuegos, donde estamos tan mal acostumbrados a que nos cuenten todo lo que pasa delante de nuestros ojos con tutoriales rudimentarios o mecánicas más desarrolladas como grabaciones de audio, libros, cartas y menús de texto.
Sin embargo, para mi, y supongo que de manera personal, la experiencia narrativa más importante de este juego es trasladar La Historia Interminable (Michael Ende, 1979) a un juego. Un mundo que se derrumba ante los juegos del protagonista, un joven guerrero que lucha por evitarlo, todo el juego respira a Atreyu y no puedo más que alegrarme de este hecho porque La Historia Interminable es uno de mis libros favoritos.
Como ocurría en el libro de Michael Ende, la historia del juego se entrelaza alrededor de un acontecimiento, el Fin, la decadencia del mundo conocido. Será la misión de nuestro personaje descubrir el porqué de este hecho y ponerle fin y para llegar a ello tendremos a nuestra disposición dos armas, una espada y un arma de fuego. Quizás, en este apartado es donde más adolezca el juego debido a su simplicidad y escasa innovación dentro de las mecánicas y, para mi, es la parte más débil del juego ya que no representa ningún tipo de avance y se limita a copiar las formas y mecánicas de otros juegos mucho más arcaicos que él.
Sin duda, la debilidad en la parte jugable del juego se ve compensada por su apartado artístico. Es en este lugar donde brilla con luz propia Hyper Light Drifter. El trabajo es inmenso, de hecho, en algunas ocasiones, el juego y los desarrolladores detendrán la partida para que el jugador se detenga a apreciar el detallado paisaje que se extiende ante sus ojos, como ocurre durante los primeros compases del juego. Además, uno de los grandes logros de los animadores y artistas de la obra es la maestría que han logrado en la animación y la suavidad de los movimientos de los personajes y los enemigos que deben enfrentarse a él. Sin duda alguna uno de los mayores logros del juego, aunque otros de los grandes logros es la coherencia de la obra que presentan al espectador.
Durante la última época de pintores como El Greco, Velázquez, Rembrandt o Rubens sus pinceladas se volvieron inconexas, ligeras y sin sentido por sí mismas dando la sensación de ser bocetos en lugar de obras terminadas. Durante siglos su herencia se perdió entre capas de academicismo donde todo tenía que ser perfecto y donde ejerció su dominio de hierro la línea, el trazado, la racionalidad de las formas y los contornos. Sin embargo, durante los últimos compases del siglo XIX una serie de artistas que conocieron de primera mano los cuadros de los primeros que he nombrado se arriesgaron con sus obras y pintaron también de manera abocetada sus impresiones del mundo real. Estos impresionistas revolucionaron la escena artística europea y alcanzaron el paroxismo dentro de la pintura occidental, ya nada fue igual después de ellos.
Los creadores de Hyper Light Drifter participan de esta tradición artística occidental y le han dado a su obra un carácter impresionista, tanto en el apartado artístico como narrativo. Nada tiene sentido por sí mismo, es a través de la interacción de los colores y los elementos como el juego va cobrando sentido y adquiriendo una personalidad propia que lo eleva por encima de sus competidores. Durante muchos escenarios, si nos fijamos en elementos únicos, como por ejemplo algunas zonas de bosques o ruinas, estas no tienen sentido por sí mismas, pero si lo unimos dentro del contexto de la escena completa y dentro de juego adquiere un significado, especialmente dado el carácter del juego, que representa la decadencia, la ruina y la descomposición del todo en pequeñas partes que el jugador debe reunir para devolver la normalidad a su mundo.
Por último, el tercer puntal sobre el que se apoya la singularidad de Hyper Light Drifter es su apartado sonoro. La banda sonora acompaña a la perfección el tono melancólico del título y sumerge al jugador en el mundo que los desarrolladores de este han querido ofrecerle. Muy pocas bandas sonoras consiguen este fin. De hecho, la banda sonora del juego envuelve a todos los demás elementos que he ido describiendo. Su autor, Disasterpeace, es conocido por dar volumen a otros juegos del mismo estilo como Fez (Polytron, 2007). El estilo artístico de este, el chiptune, se asocia con fuerza al pixelart que nos devuelve al primer concepto del que he hablado, la nostalgia.
Todos los elementos cobran sentido por sí mismos, tanto dentro del juego, las elementos artísticos del escenario y narrativos, como fuera del juego, la nostalgia, la banda sonora y el estilo artístico. Una lástima que no hayan sabido o querido innovar dentro de las mecánicas jugables como si hacen otros juegos de la escena independiente, y que se hayan limitado a calcar formas jugables de títulos de antaño del mismo estilo. Así que Hyper Light Drifter os gustará si disfrutáis de juegos competitivos que subliman la nostalgia dentro de un envoltorio moderno, tanto narrativo como artístico. [85]
Muy buen análisis. Tengo muchas ganas de jugarlo 🙂
Muchas gracias, seguro que te gusta, es un juego realmente atractivo 😀
Buena pinta y buen análisis. 😉
Si, la pinta es lo mejor que tiene, el apartado artístico es espectacular 😀
Pintaza, mil gracias Alberto por este texto y por presentar un juego tan interesante a AKB 😀
Lo que me gusta leer análisis así, con referencias al arte, la literatura y sin perder de vista el juego. Aunque habría mostrado un poco más el aspecto sobre el miedo a morir, pero como siempre, excelente análisis.
Alberto es mucho Alberto
Muchas gracias 😀 ¡Hacéis que me salgan los colores! Aún ando aprendiendo a escribir. Pero si, tienes razón, el tema de la muerte lo leí en otras críticas a las que eché un vistazo para documentarme, pero en mi caso apenas me mataron unas pocas veces y no sentí esa sensación.