En el momento de redacción de este artículo acabo de conocer que según un estudio llevado a cabo por Sensor Tower Pokémon GO ha alcanzado ya los 75 millones de descargas en todo el planeta contando tanto las unidades de Android como las de los teléfonos de la manzana mordida. Guau. Lo ha hecho en menos de tres semanas. Pero eso es lo de menos.
No me apetece hablar de números, tampoco de fechas, de récords. Creo que este título está logrando algo más que personalmente valoro sobremanera, y es que cuando salgo a la calle noto que algo ha cambiado. De lunes a viernes, a la misma hora y por el mismo camino, bajo por las calles principales de Bournemouth hasta que llego al College, y desde hace tres semanas tengo una sensación de dejá vù tremenda que esta vez no me causa mareos pero sí me resulta tradicional.
El metajuego
Estoy viendo a niños pequeños con sus madres agarrándoles el vestido para pararse hasta vete tú a saber cuándo mientras el chaval sostiene con la otra mano un Smartphone que ocupa más que sus manos y grita con los ojos como platos. Algún Pokémon que no tiene habrá aparecido, digo yo. Y no falla, es Pokémon GO.
Me siento en el autobús y si eres un poco cotilla y echas un ojo a las pantallas de los móviles de la gente ahora ya no aparecen tantas conversaciones de WhatsApp, ahora aparecen dedos haciendo un movimiento de abajo arriba a ver si esa pelota rojiblanca le da en la cabeza a Ratatta. Y no falla, es Pokémon GO.
Pero sobre todo me encanta que cuando caminas y echas la vista arriba para ver si te vas a comer o no esa plateada farola que alguien puso ahí malintencionadamente, cruzas tus ojos con las de otro entrenador o entrenadora que también quiere seguir caminando. Es en ese momento cuando ya no notas que le gente te mire con gestos hieráticos, ahora hay sonrisas. Los dos sabemos lo que estamos haciendo. Y no falla, Pokémon GO.
Esas sonrisas han salido de la nada, no estaban planeadas, y lo mejor es que son gratis. Miremos más allá de lo que aporta a un jugador un juego como éste y veamos lo que está pasando en el Parque del Retiro. Eso sí es grande.
12 de cada 10 dentistas lloraron con este articulo XD
Grande Sergio, la lagrimilla por dentro :’D