Los modos Creativos de Fortnite nunca me han llamado la atención, al menos los desarrollados por la comunidad de jugadores. A pesar de que no costaba ver buenas ideas, se nota que las experiencias creadas son producto de combinar piezas existentes y no de crear algo redondo.
Esto cambia, claro, cuando Epic se mete en medio. Lego Fortnite es una suerte de vuelta a los orígenes, de revisión del modo Salvar al Mundo, el modo inicial de Fortnite antes de que el Battle Royale eclipsara todo, incorporando elementos centrales de Minecraft pero añadiendo un buen puñado de elementos e ideas propias.
Así, hasta 4 jugadores pueden juntarse para intentar colonizar una isla, generada proceduralmente, en una partida que podrá recuperarse una y otra vez (no se empieza de cero cada vez que se juega), por lo que se puede ir creando bases y aumentando el nivel de los personajes como si de un juego single player se tratara.
Lego Fortnite permite ser jugado con Modo Creativo (sin desafío) o con Modo Supervivencia, pudiendo configurar este último para personalizar la experiencia. Agunos de estos ajustes sirven para minimizar la dificultad, como por ejemplo decidiendo si los personajes se cansan al correr o incluso si dejan caer el loot que llevan encima al morir, como pasa en Minecraft.
Yo por ejemplo he configurado mi partida para que el loot no se caiga en el punto en el que se muere, y esto hace que todo sea mucho más sencillo y menos desafiante. Para los jugadores que busquen una mayor dificultad, tranquilos, os podéis putear vosotros mismos escogiendo los ajustes más jodidos.
Mis primeras horas
Aproximadamente habré jugado unas 5 horas a Lego Fortnite, modo Supervivencia. El primer día no pude soltar el mando hasta 3.30h después de haber empezado la partida. Básicamente me he dedicado a recolectar recursos para ir construyendo una base, que irá subiendo de nivel a medida que completemos retos. A la base van llegando NPCs, a los que únicamente podemos «adoptar» si contamos con plazas disponibles, un número de plazas que vendrá determinado por el nivel de la base.
Los retos a superar para subir el nivel de la base, al menos hasta donde he llegado (nivel 6), consisten en construir cosas (edificios, adornos, etc.) usando las recetas que se van desbloqueando y en recolectar un número determinado de recursos de tipos concretos. Es aquí donde quizá la propuesta Lego Fortnite me resulta menos brillante y más propensa al cansancio.
El mundo en si está repleto de enemigos (lobos, arañas, armadillos con mala hostia) y de animales pacíficos como vacas, ovejas o gallinas que solo nos atacarán si las molestamos. A los animales pacíficos se les puede acariciar y así conseguir recursos. Otra opción es cargárnoslos, claro. De noche aparecerán, además, esqueletos por todos lados, así que más te vale estar bien resguardado en tu base. Las armas, al menos a las que he tenido acceso, que hay que craftear, no pasan de las espadas y de las ballestas.
Lo más gordo que he visto es un cartucho de dinamita, y por lo que parece no se pueden tener, al menos actualmente, armas de fuego estilo escopeta o ametralladora en Lego Fortnite.
Donde Lego Fortnite deja claro que es un Fortnite es en los eventos aleatorios. Un arco iris que marca el tesoro, un drop aéreo que cae con un paracaídas, un monstruo con muy mala hostia que empieza a repartir o una especie de nube mágica que nos conduce a la ubicación de un cofre con recursos.
Ahí es donde Lego Fortnite brilla más y ahí es donde, en mi opinión, Epic tiene más espacio para convertir a este Lego Fortnite en algo especial, evitando caer en la monotonía del modo Salvar el Mundo. De momento es un pelotazo incuestionable, porque los números de jugadores simultáneos, accesibles desde la pantalla de selección de modo, son los más elevados de Fortnite, superando incluso al modo Battle Royale o a las propias ranked. Una locura. Si Epic con la tecla y es capaz de dinamizarlo y actualizarlo regularmente, puede haber encontrado su nueva gallina de los juegos huevos de oro.