Del 18 al 28 de enero los afortunados críticos de cine o los aventureros viajantes que se aproximen a Utah podrán disfrutar de uno de los festival de cine independiente más consagrados y con mayor prestigio del mundo: Sundance. Pero este año la organización ha dejado una puerta abierta a nuestra pasión: los videojuegos.
Aunque no ha existido una exposición, ni siquiera una muestra del quehacer de los artistas de los bytes, los videojuegos han tenido un papel, pequeño, dentro del festival. En las conferencias y mesas redondas que hay entre premiéres y entrevistas ha habido sitio para que miembros de la comunidad digamos “indie” del sector expusiera sus anhelos y deseos respecto a la industria, con una conclusión clara: “el movimiento independiente de los videojuegos no sólo está cambiando la industria, sino lo que es más importante, el cómo la gente percibe el mundo”.
Aparte de las “perlas” que se hayan podido soltar y de tratarse de un movimiento que hoy por hoy es absolutamente minoritario en un mercado donde se necesitan muchos millones para subsistir, parece que en próximas ediciones los responsables del Festival podrían incluir una muestra en sí misma o incluso crear un festival paralelo. ¿No estaría mal, verdad?
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Una cosa que no ha comentado Toño es que los organizadores de Sundance han echado de ese festival al juego que nos ponía en la piel de los chavales responsables de los asesinatos en el instituto de Columbine tras haber sido escogido como uno de los finalistas. Parece ser que ha sido por la presión de algunos de los patrocinadores de este festival «independiente». Comentar que muchos de esos finalistas han retirado sus juegos por propia voluntad como medida de protesta, como también han hecho, paradójicamente, algunos patrocinadores a los que no le ha gustado este acto de censura.
Comentar que Ron Gilbert, creador de Monkey Island, ha dedicado unas líneas a este nuevo capítulo de incomprensión ante un videojuego por su carácter violento o poco diplomático.