Los juegos Wholesome son un género inmenso. No solo por lo reconfortantes y satisfactorios que son cuando están bien hechos, sino tan bien por la gran cantidad de fórmulas que pueden llegar a cobijar.
Minami Lane es quizá el mínimo exponente a nivel de fórmula, pero con una capacidad de enamorar tremenda. El videojuego, desarrollado por Blibloop, nos insta a diseñar una calle, que iremos ampliando edificio a edificio. Tan solo tendremos un puñado de opciones, y cada una de ellas podrá ser «pintada» con unos pocos colores y configurada con diferentes techos.
También podremos acariciar a gatos, cuando nuestra calle sea lo suficientemente cuqui como para que estos se sientan tentados de acercarse. O saludar a los ciclistas, algo que, como hacer mimitos a los felinos, nos reportará unos dineros con los que podremos mejorar o comprar nuevos edificios. Solo se podrá adquirir un edificio por día, porque aquí lo último que Blibbloop quiere es que nos estresemos.
Lo más complejo, por llamarlo de alguna forma, será contentar a los dos sectores de población que poblarán nuestra calle en Minami Lane: los jóvenes y los mayores. Cada sector de población tendrán sus propios gustos, por lo que si abrimos una librería, una tienda de te, un bar de Ramen o un Konbini (un supermercado japonés), cada elección que tomemos en los productos de cada comercio será recibida de una forma diferente por cada sector de población.
Todo esto, créeme, suena más complicado de lo que es, porque realmente Minami Lane, al menos su modo de desafío, no dura más de 3 horas, y superar los logros del juego que os queden pendientes tan solo nos llevará un rato más. Luego cuenta con un modo libre en el que, ahí sí, podremos invertir tantos raticos como queramos. Pero los 5€ que cuesta, créeme, están maravillosamente invertidos por las sensaciones que es capaz de transmitir con, aparentemente, tan poco. [80]