Hacía tiempo que no analizaba videojuegos y esta vez me ha tocado una candente actualidad dentro del mundo independiente. Con que miréis un poco Twitter estoy seguro de que habréis visto alguna imagen del nuevo título que nos ha traído Devolver Digital con una estética pixel art pulida a la par de sobria. Hoy toca hablar de Olija.
Un motivo para luchar
Lord Faraday, señor de una tierra necesitada de alimento y ayuda, ese somos nosotros. Nuestra aventura, tras una breve introducción sobre nuestro lugar en este mundo y las obligaciones para con nuestro pueblo, nos sitúa en medio de un naufragio. Los hombres que nos acompañaban, vasallos fieles a nuestra misión, han desaparecido, quien sabe si muertos o varando perdidos en las islas del nuevo mundo en el que nos encontramos y, al final, debemos encontrar una manera de volver a casa.
Terrafagia está devastada, es una tierra casi baldía, desesperanzada y cruel para las personas, donde una malvada tribu campa a sus anchas esclavizando y sacrificando a aquellos incautos que se pierdan por el mundo, entre ellos nuestros marineros. Un nexo, una única zona segura, respira en el centro del mapa como un baluarte donde, si bien la alegría es imposible en un mundo así, por lo menos pueden descansar del temor exterior. Un lugar que, al igual que los náufragos que la habitan, es gracias a las olas y corrientes que pudo formarse. “Lo que el agua arrastra termina devolviéndolo, y así se construyó Marearoble”.
Bailando con la muerte
Entrar en Olija es realmente fácil, pues el párrafo que he introducido marca en gran parte el desarrollo del título desarrollado por Skeleton Crew Studio y las motivaciones de nuestro avatar, pero más aún es captar y aprovechar la principal baza del juego: su control y sistema de combate. Tarda un poco en arrancar pues hasta pasados cuarenta minutos (y el juego me ha durado cinco horas) no consigues el arma que marca el tempo de los combates, pero una vez que lo consigues… es como ver una coreografía magnífica y fluida.
Atacar a un lado con el arpón, lanzarlos hacia otro enemigo y continuar con el arma secundaria para después teletransportarse hacia donde hemos incrustado nuestra arma principal. Bailar entre enemigos lanzando y recogiendo nuestro arma mientras causamos estragos, en eso consiste un sistema de combate que, si bien no es excesivamente exigente, te obliga a aprender a moverte por el escenario y entre enemigos para sobrevivir.
Es satisfactorio a más no poder, e incluso más cuando avanzas y desbloqueas nuevas armas secundarias. No son muchas, solo contamos con un estoque, una ballesta, una escopeta y la espada lunar. Esta última mejora aún más el combate, pues al contrario que el arpón que debes lanzarlo y acertar en enemigos para comenzar a moverte de un lado a otro, la espada permite justo lo contrario, clavándose en el suelo y permitiéndonos volver a ella. Dejad volar un poco la imaginación y comprenderéis lo satisfactorio que es el espectáculo destructivo que dejamos ante nuestro paso y lo mágico de un sistema de combate pulido.
Fluidez y movimiento
Lo mejor es como el combate se entrelaza con las animaciones. Gráficamente es pulido, con un HUD mínimo que nos permite centrar nuestra atención en los escenarios y lo que ocurre por pantalla, pero más allá de la belleza del píxel encontramos la fluidez de cada movimiento, cada animación, como si los fotogramas buscaran impregnar a cada muerte de aún más epicidad. Es fantástico de ver en acción, y si me detengo de tal manera ante este apartado es porque, sin duda alguna para mí, es lo que eleva al juego de un producto más a ser extremadamente divertido.
Porque visualmente… es muy bonito, si, pero por la estética y forma de jugar (un juego de acción con un poco de plataformeo) no se termina de apreciar el arte del juego pese a que es uno de los puntos fuertes. Detenerse de vez en cuando a mirar a nuestro alrededor es un ejercicio que en Olija se agradece, pues pocas veces notamos lo detallado de los escenarios dentro por el ritmo de avance del juego. Siempre querremos buscar más enemigos a los que partir la cara.
Narrativa opaca, música invisible
Ahora bien, toca hablar de dos apartados que no me han gustado tanto, aunque no por ello son malos. Narrativamente Olija trata de contarnos una historia con pocas palabras. Las veces que hablemos será con los personajes secundarios porque ni Lord Faraday ni la propia Olija hablarán en todo el juego. No soy para nada detractor de esta narrativa sugerente donde la trama está en los detalles, pero quizá en este caso en particular me habría gustado que se pusiera más sobre la mesa… o quizá que se desarrollara, pues el juego me ha dejado con ciertas incógnitas que no termino de comprender y, por lo que he investigado dentro del juego, no parece que tengan respuesta.
Eso va principalmente para ciertos personajes que, aunque tengan gran implicación en la trama, no sabemos nada de ellos. Existen en nuestro mundo, participan de él y puede que nos ayuden, pero no sabemos nada más de ellos. No sabemos qué les mueve a actuar de cierta manera o por qué han llegado a este momento con nosotros. No me entendáis mal, no es una parte explícitamente negativa, pero habría agradecido algo más de información para no dejar la historia tan opaca en cierto punto.
Y el otro es la música. No la recuerdo, he tenido que volver a iniciar el juego para intentar retener alguna melodía y eso es buena y mala señal. Pocos momentos en el juego caerás siquiera que existe una banda sonora, por lo que podemos decir que acompaña perfectamente, pero también es una pena pues es un recurso que podría haberse aprovechado mejor para transmitir de manera más fuerte la soledad o la melancolía que empapa al título.
En resumen
Grises y oscuros, esa es la paleta de colores que veremos en la mayoría de ocasiones, así como un mundo que se siente vivo y muerto a la vez. Podemos habitar en él como residentes de lo digital, podemos sentirnos Faraday despachando huestes de enemigos que no conseguirán apenas rozar nuestros sombreros, y, llegados al final, nos dará pena marcharnos. Porque es muy divertido, porque mola moverse por los escenarios y porque te quedas con ganas de haber entendido del todo que era lo que pasó en Terrafagia y que estará pasando una vez regresemos a nuestro hogar. Por eso, creo que la nota que se merece Olija es un [80].