Mi relación con el nuevo universo de Bungie para Destiny ha pasado por varias etapas. Fui de los que, atraídos por ser los padres de mi saga favorita,Halo, tomaron este destino rumbo a lo desconocido sin escuchar las habladurías de quienes ponían en tela de juicio su desarrollo.
Todos conocemos de sobra qué planteaba en sus inicios, pero aun así quise seguir su senda hasta alcanzar su techo de cristal. Ya no solo jugaba por disfrutar de su —escasa— oferta jugable, sino por disfrutar junto a mis amigos de la tan cacareada experiencia social.
Tras estos años de trámite y todas las opiniones que había generado el original, qué menos que intentar ofrecer una hoja de ruta diferente, más amigable con quienes están ahí día a día poblando tus servidores. Mi compañero Roberto Pineda ya adelantó a finales del pasado año su nefasta experiencia a bordo de La Maldición de Osiris, primera expansión de las dos previstas en el pase de temporada de Destiny 2. Tras este patinazo, esperábamos que desde el estudio se intentara mimar su posterior contenido adicional. Sería lo lógico teniendo en cuenta que nos encaminamos a su segundo año.
Craso error.Destiny 2 El Estratega vuelve a plantear, a grandes rasgos, los mismos problemas que su antecesor. Del diminuto Mercurio damos paso a la vuelta de Marte, uno de los principales planetas del original que vuelve para mostrar su lado más siniestro. En la práctica, hablamos de una porción de terreno similar a la que ofrece Ío, teniendo una gran presencia de galerías subterráneas frente a la porción de superficie.
Es en esta red subterránea donde un nuevo mal comienza a despertar. Ya todos sabemos de lo que es capaz la colmena, es más, nos es hasta familiar, aunque la encontrada en este lado del planeta rojo ofrecerá una pizca de variedad tan necesaria a estas alturas. Además del pequeño cambio visual, se añaden nuevos arquetipos entre sus filas, como es el caso de los adherentes, que ocupan la plaza de francotirador que hasta el momento permanecía vacía. También los acólitos rasos portarán algunas modificaciones en su armamento, como ballestas de triple bala y algún dispositivo de defensa personal.
No es casualidad que la colmena marciana se revele tras siglos en paradero desconocido. La presencia de Rasputín y de quien desea obtener sus secretos han sido los detonantes para que este choque de trenes nos pille justo en la mitad. Pero, ¿qué hace Rasputín en Marte? Al parecer, los encuentros previos tan solo fueron parte de los restos de su cuerpo, encontrándose el núcleo en el susodicho planeta, dentro de las instalaciones de Clovis Bray.
La trama, de apenas dos horas de duración, nos sumergirá junto a una nueva guardiana en vistas de proteger la integridad de tan afamada inteligencia artificial. La recurrente historia del “salvador del universo” plantea la misma narrativa caótica que su homóloga más próxima al Sol. Es imposible abarcar tamaño guión en tan poco espacio de tiempo. Si bien comienza de manera muy interesante al introducir a la guardiana comentada con anterioridad, Ana Bray, poco a poco iremos reuniendo más preguntas que respuestas.
La pescadilla que se muerde la cola, como diríamos ahí abajo. Me sabe fatal que desde Bellevue sigan inmersos en una espiral negativa en cuanto a aprovechamiento de su universo. Se ha tejido en Destiny un trasfondo que daría lugar a historias fantásticas dentro de la rama principal. Tan solo pedimos un mínimo de cuidado —y cero prisas— a la hora de llevarlo a la práctica. La misma sensación aflora si nos vamos al plano jugable, aquel material tangible sobre el que sostener nuestra estancia en él.
Pues bien, lamentablemente debo comunicar que el reciclaje vuelve a ser la tónica del contenido posterior a la aventura: sendos asaltos forman parte de las misiones vistas durante el periplo junto a Ana. El nuevo cubil de Leviatán, prácticamente lo que salvó del descalabro a La Maldición de Osiris, tampoco consigue mejorar el cómputo general. La ausencia de mecánicas novedosas, que todo gire entorno a enemigos esponjas y que todo transcurra en un mismo lugar, los exteriores de Leviatán, dejan una experiencia de incursión por debajo del potencial de esta inmensa nave Cabal.
Parece que Bungie ha querido elevar los requisitos de la progresión para mantener avivada la llama de la novedad ante aquella base de jugadores acérrima. Ahora, podremos alcanzar el nivel 30 de personaje, siendo a partir de ahí cuando podamos alcanzar el nuevo techo de luz, delimitado en 385. Casi se podría decir que Destiny 2 El Estratega está pensado para aquellos que no dudan en depositar su tiempo de ocio en Destiny 2, frente a aquellos menos fieles que buscan una aventura más liviana.
Los primeros encontrarán, a su manera, un contenido adicional que engordará su lista de tareas en el mundo virtual, pero en cualquier caso está muy lejos de lo que Bungie puede hacer. Esperamos que este segundo año sea el primer gran paso para devolver la confianza de los guardianes que dejaron de creer en su causa. [60]