Análisis de This is the Police: ¡Que vienen los polis! Peor, ¡los Policías polis!

Jack Boyd es un buen policía. Un buen jefe, con secretos y vicios ocultos, pero un jefe en quien confiar. Un tipo con oficio, consciente de la realidad que le toca vivir en This is the Police.

Una realidad que nos muestra un sistema corrupto, donde los poderosos hacen y deshacen en función de su ambición, donde la mafia campa a sus anchas con extrema violencia y la propia policía mira hacia otro lado si existe una buena tajada de por medio. Bajo esta situación comienza This is the Police, cuando el señor alcalde de la ficticia Freeburg tiene que dimitir por un escándalo de corrupción y nuestro protagonista recibe la noticia de su futura jubilación. Para emborronar más aún las cosas, decide apurar sus últimos 180 días de servicio e intentar conseguir 500.000 dólares para asegurarse una buena tajada y disfrutar como dios manda de una buena vejez. ¿Qué puede salir mal? ¿Por qué no un millón?

This is the Police es un título extraño, una mezcla de aventura y estrategia que lamentablemente no consigue profundizar en ninguna de sus mecánicas. Como juego de estrategia y simulador, se nos permite gestionar distintas tareas relativas al funcionamiento del departamento de policía, como la asignación de oficiales y detectives, el papeleo con los presupuestos o la administración de nuestra plantilla. Además, y como núcleo central jugable, durante sus últimos 180 días tenemos que atender a las distintas llamadas de auxilio, evaluar el peligro potencial de cada una y enviar a las unidades correspondientes.

Con el paso de los días, las emergencias serán más peligrosas (también más numerosas), el rendimiento de la plantilla sufrirá múltiples cambios en función de nuestras decisiones y la historia de Boyd y su entorno, transformará por completo los objetivos de la alcaldía y grupos de presión. En la parte jugable, todo se encuentra muy medido y estudiado, incluso encontramos algo de reto en momentos puntuales y leves ataques de pánico al ver como no disponemos de efectivos suficientes para cubrir una emergencia crítica. Y es que a pesar de ello, no deja de ser un simulador algo descafeinado que va perdiendo fuelle según descubrimos sus costuras. En este sentido, This is the Police peca de ser demasiado largo para la historia que nos quiere contar, y la repetición constante de las mismas mecánicas y situaciones pueden aburrir tras pocas horas.

En su pedazo más aventurero, This is the Police nos deja tomar algunas decisiones que marcan con fuerza el devenir de la trama. La historia de Boyd es interesante y sabe mezclar, con cierto atrevimiento, la ficción más encorsetada del género negro/policial con pequeñas dosis de denuncia social. Claramente, esto último no se marca como objetivo narrativo, pero todos podemos identificar como las tramas de corrupción, las presiones de los poderosos o la cuestionable actitud policial están presentes en nuestro día a día y en cualquier ciudad o país del mundo, fuera de la ficticia ciudad de un videojuego.

Si en este sentido la obra de Weappy Studio se queda a medio gas, donde realmente puede sacar pecho es en el apartado audiovisual. La sucesión de imágenes estáticas encargadas de narrar la historia lucen fenomenal, con un estilo artístico muy marcado, minimalista en cierto sentido, y con una dirección que nada tiene que envidiar a obras de mayor presupuesto. Por otro lado, el trabajo que han realizado en el apartado sonoro se encuentra a un nivel superior, brillando por encima de todo el magnífico doblaje de Jon St. John (mítica voz de Duke Nukem), que dota al personaje principal de gran carisma y una facilidad para la ironía reseñable. La banda sonora cuenta con multitud de temas Jazz y Blues que consiguen ambientar de manera magistral las horas muertas que pasamos gestionando el departamento.

En definitiva, el regusto que deja This is the Police es, en mayor medida, agridulce. Por un lado, celebro su interesante guión, su gran puesta en escena y su tímido, pero atrevido, modo de contar una historia realista con toques de denuncia. Por el otro, lamento profundamente su fallido sistema de gestión, demasiado simple y sobre todo, su excesiva duración, alargando la experiencia hasta el aburrimiento con mecánicas que se suceden una y otra vez durante días. Con menos horas y más mala leche, estaríamos hablando de un indie maravilloso. Por desgracia, se ha quedado en una curiosa oportunidad perdida. [60]

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