Vota al Presidente… ¡¡u oblígales a hacerlo!!

En los tiempos que corren, el consumidor sólo se deja abrumar por la atención de triple AAA’s y campañas de márketing que todo lo eclipsan, y entre todos esos juegos que pecan de repetir siempre los mismos géneros con la misma fórmula (shooters, aventuras, carreras o deportivos) existen otras temáticas que sin ser tan «comercialmente» llamativas, ofrecen a veces joyas que no han recibido la oportunidad de brillar como se merecen.

Uno de estos juegos es Tropico 4, que pese a no haber hecho mucho ruido ha sido premiado como el mejor juego de estrategia del E3 2011 (entre otros premios cosechados).

Y de estrategia va la cosa porque cuando decimos esto pensamos inmediatamente en ratón y teclado, pero la gente de Kalypso ha sabido adaptar perfectamente el control del pad de Xbox 360 para dejar un control muy decente que no echará para atrás a nadie. Tropico 4 es un juego muy extenso y muy complejo, que hay que dedicarle unos buenos ratos para ver su potencial real y quedarte enganchado horas con su fácil manejo. Aunque la cámara es muy sensible a cortas distancias (acercarse a pie de calle a ciudadanos cuesta lo suyo porque te pasas tres pueblos) las acciones están muy bien controladas con una sencilla combinación de botones para controlar todo rápidamente. Yo solo he tenido molestias con alguna combinación mal dada que anula las acciones de nuestro Presidente (él irá a sus anchas por la isla pero le puedes encomendar tareas) pero más por despiste que por otra cosa, eso sí, ante todo, el control es muy correcto para tratarse de un juego de estrategia en consola.

Hay que matizar que es un título de estrategia política y económica, de gestión de gobiernos y ciudades, por lo que no esperéis estrategia de acción militar de unidades o pelotones, sino de construcción, de mercados y gestión de sociedades. En cuanto al juego principal, la campaña nos ofrece 20 misiones en diferentes islas. Cada isla tiene una particularidad o varias, lo que te obliga a amoldarte a una situación u otra, por ejemplo, unas islas te ofrecerán grandes posibilidades de exportaciones (influye mucho el precio del mercado para tomar esta decisión) y dependiendo del terreno, la humedad y la latitud, puedes exportar al resto de superpotencias buenos productos «tropicanos» (ganadería, azúcar, maíz, papaya, piña, tabaco, puros, etc). Por otro lado hay islas que ofrecen territorios ricos en minerales lo que las convierten en ideales para dedicarse a la joyería, artículos de lujo o minería. Otras islas pueden ser páramos ideales para turistas ya sea por su situación geográfica o por sus ruinas históricas que puedes restaurar y convertir en atracciones de lujo (llegando a construir enormes parques de atracciones con norias, montañas rusas, parques acuáticos y muchas más cosas muy llamativas). O sino qué leches, puedes dar la espalda a todo esto y empezar una carrera armamentística de venta al mejor postor (incluyendo armas nucleares, ojo). Y en el transcurso de tus acciones pasará de todo y tú tendrás la última palabra en aceptar los pequeños encargos de relaciones interiores o exteriores para ganar más dinerillo para las arcas del pueblo, o hacer como el majete de Urdangarín con una cuenta suiza.

Templo Maya ideal para convertir en atracción turística.

Pero no sólo las islas tendrán ventajas para explotar, cada una de ellas se verá azotada por cambios climáticos o desastres naturales que te obligan a amoldarte a situaciones de riesgo; tornados, tsunamis, sequías, terremotos, vertidos petrolíferos o erupciones volcánicas pueden llevarte a la quiebra destruyendo tus fábricas más importantes y eso se traduce en que si tu país está en números rojos, o perderás las elecciones o hasta la frutera del mercado intentará asesinarte (fácilmente salvable si tienes un doble tuyo pululando por la isla). Todo lo relacionado con la economía fluctúa en los mercados tanto interiores como exteriores con otros países, así como el agotar materias primas de la zona, que te obligará a dedicarte a nuevos mercados, bajar o subir el precio de las exportaciones o buscar nuevos yacimientos mineros o campos para tu nueva industria.

Tornados bailando una jota sobre tu isla, prepárate para las reconstrucciones...

El control de tu isla es total. Para hacerte una idea puedes situarte encima de cada persona para saber qué piensa o en cada edificación hecha para gestionarla (o mejorarla), pero lo más recomendable es pausar la «vida de la isla» ya que tienes tres lapsos de tiempo (hay que ir con ojo al controlarlos) y consultar en todo momento el Almanaque para saber al dedillo tus relaciones con otros países o con tu pueblo y tu economía. Y este será el pilar fundamental del juego, dominar bien el Almanaque hará de tus misiones un éxito seguro.

Encargos de otros países, a veces "amistosos" y a veces corruptos.

Y para el éxito seguro hablemos en profundidad del pueblo, como buena rueda financiera, hay que saber gestionar bien una sociedad; si el pueblo no trabaja, no hay ingresos y no hay progreso. El pueblo está dividido por numerosas facciones ideológicas (nacionalistas, intelectuales, lealistas, ecologistas, militares, religiosos, etc) y los podrás controlar a todos con un censo, saber quiénes son, qué hacen, donde viven y cuáles son sus familiares y pensamientos (lo que no podrás saber es quién es rebelde, radical, líder o delincuente). Puedes mantener a las facciones fácilmente contentas con las peticiones que te hacen, basta con edificar lo que te piden, promulgar los decretos necesarios o hacerles la «pelota» con un buen discurso electoral, pero es difícil mantener a todo el pueblo contento con la calidad de vida ya que exigen vivienda digna, salarios dignos, sanidad y educación dignas, etc… vamos, como Barcelona y Madrid, pero claro, todo no puede tenerse y acaban paralizando fábricas, echándose a la calle o haciendo exageradas peticiones de algo concreto (como indigentes pidiendo apartamentos de lujo gratis). El pueblo puede estar contento por ver cumplidas sus necesidades políticas e ideológicas, pero en calidad de vida es otro mundo.

Elige a tu presidente histórico o crea uno nuevo y vístelo de torero.

Los habitantes de Tropico son una bomba de relojería que no sabes cuándo estallará: habrá criminales, protestas, rebeldes radicales, ataques terroristas o invasiones de otros países entre otras muchas cosas, pero nada que no pueda solucionarse con un buen ejército, policía instruida y «accidentes» caseros a personas problemáticas (o ejecuciones públicas para el más bestia). Las opciones son tan extensas para cada situación que casi cada día te llevas una nueva sorpresa. Además el juego destila un humor muy negro y actual por lo que nos pondrá en situaciones ridículas llenas de tópicos con otros países, o el punto fuerte del juego; las continuas corrupciones y sobornos a las que nuestro «Presi» se ve expuesto para inflar las arcas de su cuenta bancaria en suiza, ya sea explotando al pueblo, robando de las arcas del estado o dedicándose a un sin fin de prácticas poco ortodoxas que puedes elegir si hacerlas o no, depende qué te importe más, si el dinero o el amor de tu pueblo. Todo lo que le hagas á tu gente te hará subir un porcentaje de respeto y contra más alto sea, evitará que hayan rebeliones, protestas (pacificas o violentas), golpes de estado, asesinatos, detenciones, etc, y te permitirá ganar las elecciones con discurso electoral incluido (al principio del juego puedes escoger una figura política conocida como Che Guevara o Fidel Castro o crear tu propio personaje con tres rasgos de personalidad u orígenes políticos que influyen añadiendo mejoras a tu carrera política en función de qué hayas elegido, además hay un modesto editor de cambio de aspecto). Y si todo va mal pese a creer que eres justo con tus habitantes, siempre puedes amañar las elecciones, pero perderás respeto del pueblo. Eso sí, si te asesinan, si te echan de palacio o si pierdes las elecciones, se acabó la partida.

El juego luce de un apartado técnico muy decente sin hacer virguerías (Ruse por ejemplo es una locura gráfica a vista de pájaro y a vista de calle). Cuando tenemos las islas «vacías» la cosa es algo pobre, pero después de unas horas gestionándolas a vista de pájaro, puede llegar a ser muy llamativo cuando ves todo edificado y en funcionamiento, con vida por doquier mires a donde mires, sobre todo cuando edificas aeropuertos, atracciones de lujo, puertos marítimos de turismo, restaurantes de lujo, etc. Además, acercar la cámara al máximo nos revela detalles curiosos de lo que hacen los habitantes, con sus animaciones todo está al máximo detalle en sus acciones (es muy curioso edificar un Zoo y acercarte a ver los animales) por no mencionar el resto de la isla, hasta los barcos de exportaciones se mueven por la cubierta. Es evidente que el modelado de personajes y alguna que otra cosa no están hechas para verse a un metro de cercanía, pero por ejemplo, puedes ver a turistas orondas con una camiseta que luce «¿esta camiseta me hace gorda?» o ver strippers paseando por las calles de los cabarets, indigentes hechos polvo, protestantes con carteles de «muere pendejo«, trabajadores, científicos, niños, universitarios, vacas, cabras, coches… y un sin fin más de cosas que con modelado un poquitín mejor, hubieran quedado flamantes. De todos modos es un juego a disfrutar a vista de pájaro, el resto solo es para curiosear y pocas veces tendrás tiempo para ello.

El apartado sonoro es de una calidad innegable, con un doblaje muy excelente al castellano. Las canciones que suenan de fondo también son de buena calidad, pero están ahí durante toda la partida y como juegues durante 4 horas (como yo alguna sentada) es posible que pueda molestarte porque es un carrusel de temas que se repiten uno tras otros en un «non-stop baby» latino, pero os aseguro que estaréis tan ocupados con la presidencia que los ritmos tropicanos no te macharán los oídos en tus misiones, y a malas, puedes bajar el sonido musical desde el menú.

Como último mencionar que el juego no tiene multi-jugador, pero hubiera estado bien haber tenido algo implementado para relacionarse con otras islas «online», pero no solo la campaña nos ofrece el título, los otros modos son el largo tutorial, misiones extra (mediante dlc’s de pago), Paraíso tropical (personaliza todas las islas a tu disposición para cumplir los objetivos que quieras) o Desafíos creados por otros jugadores que puedes «tratar» de cumplir.

Después de vivir las situaciones «Políticas» más bizarras y desternillantes del panorama «estratégico» consolero, puedo asegurar que Tropico 4 sin haber brillado demasiado, puede erigirse como una muy recomendable opción a tener en cuenta en esto de los juegos de estrategia en consola. Ofrece horas, horas y horas de diversión y retos que pueden desbordarte y ver caer una nación, o hacer de Tropico el paraje más rico del mundo, aparecido en «tuiter» y temido por las superpotencias más caricaturizadas de la historia. Y si el rollo de ser Presidente corrupto (u honesto) no te va, siempre puede echar mano de otros títulos de más acción y más sencillos como Halo Wars, Ruse o Universo en Guerra, adaptados también muy buenamente en consolas. Pero con el precio de salida de Tropico 4 a 19€ en PC (actualmente en 15€) y 30€ en consola (actualmente en 20€), es MUY tentador. Dejad tanto shooter leñe, esto es 100% recomendable. [8]

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