Segundo día de atracón de cine (me niego a usar esa palabreja inventada por Netflix para sus series) y segundo día de colas bajo el frío y la ocasional lluvia de Madrid. Llegaba para el que escribe estas palabras el día más potente de toda la Muestra SyFy y lo cierto es que no ha decepcionado en nada.
La tarde comenzaba con un The Piper (2015) de Kim Kwang-tae un realizador coreano con tan sólo otra película a sus espaldas. En Corea del Sur tienen un tema fetiche, tienen varios en realidad, un tema que les ha marcado como nación y que ha moldeado su visión del cine como herramienta de comunicación: La guerra de corea. El tema de la división nacional y las cicatrices dejadas por el conflicto ha dotado a los cineastas coreanos de un nutritivo campo de cultivo donde plantar sus propias visiones de lo sucedido. Pues bien, The Piper es una visión de la guerra de corea y sus problemas rurales a través del cuento del flautista de Hamelín. Un flautista ambulante y su hijo llegan a un pequeño pueblo que vive sin saber que la guerra ha terminado. Al igual que en el cuento de Hamelín el flautista sacará a las ratas de la ciudad pero será traicionado por las gentes del pueblo para no pagarle el dinero estipulado. La paranoia ante el espionaje rojo es el centro del huracán en esta pequeña fábula con un macabro final.
La siguiente película corre a cargo de Khalil Sullins y nos presenta una opera prima en clave de ciencia ficción. Listening (2014) se acerca durante sus primeros minutos a la maravillosa (e incomprensible) Primer pero rápidamente abandona un complejo entramado de ciencia ficción para dejarse llevar por una deficiente y mal llevada trama dramática. La cinta se aleja de la ciencia ficción más dura para entrar en un terreno de conflictos emocionales mal diseñados y con un desenlace demasiado sencillo y cercano al Deus Ex Machina que tira por tierra cualquier ligera pretensión de ciencia ficción potente.
En la Muestra, o en festivales de corte más gamberro, siempre hay películas que se ven más por el público que por la propia película en sí. Estar en una sala abarrotada con 400 personas que se ríen a carcajadas o comentan los momentos más ridículos de ciertas películas es una grata experiencia. Sin embargo, es cierto que a veces esa misma gente no sabe (o no quiere) aceptar o disfrutar de otras películas y se comportan igual con películas serias o alejadas del simple gore/terror/fantasía. Bueno, pues con The Mind’s Eye (2015) el efecto público logró salvar una cinta de lo más regulera. Joe Begos firma una película de claro homenaje al cine de los ochenta con un drama telequinético. Imaginen un tenso duelo de miradas telequineticas como colofón a una ficción. Tensos segundos de actores (de dudosa habilidad) poniendo muecas de concentración con un frenético montaje y una música de fanfarria… Pues eso es la cinta de Joe Begos en esencia. Una película disfrutable en el ambiente que propicia la Muestra pero claramente deficiente en todos sus aspectos.
Por fin llegó el broche de oro de la Muestra. Bone Tomahawk (2015) de S. Craig Zahler un potente western con un interesante componente caníbal. El guionista y director había vendido previamente más de una veintena de guiones en Hollywood aunque ninguno llegó a rodarse nunca. Con esta película se estrena como director y demuestra los motivos por los que la industria quiere sus guiones. En Hollywood es normal que los guiones pasen años en cajones esperando su momento y seguramente el éxito de la cinta en festivales como Sitges dará pistoletazo de salida a sus otros guiones porque Zahler tiene una muy buena mano a la hora de escribir. La cinta, protagonizada por un trío compuesto por Kurt Russell, Patrick Wilson y Matthew Fox (y con la espectacular actuación del secundario Richard Jenkins) es un meditado y pausado western. Una reducción de Centauros del desierto (que Dios me perdone por la comparación) con un potente componente de Las colinas tienen ojos. La película funciona a las mil maravillas como un “simple” western pero el giro final hacia el terror y el gore dotan al conjunto de un sabor especial. No es una película para los amantes del gore y la violencia ya que tan solo encontraran unos potentes minutos finales tras casi dos horas de puro western. Bone Tomahawk era mi gran esperanza en la Muestra y no decepcionó.
La noche se cerró con la sesión golfa de Generación Z pero un servidor necesitaba tiempo para dormir y soñar con los bigotazos de Kurt Russel en Bone Tomahawk.