En 1959 tuvo lugar en la URSS uno de los incidentes más extraños de la historia moderna. Se le suma a su propio misterio el haberse desarrollado en uno de los países más cerrados de aquella época. La Guerra Fría hacía que la información fluyera con cuentagotas y que las teorías conspiranoicas tuvieran más acogida que nunca. La noche del 1 al 2 de febrero de 1959 en la ladera de la montaña Kholat Syakhl (Montaña de la muerte, que acogedor) fue testigo del fallecimiento en extrañas circunstancias de nueve excursionistas.
Igor Dyatlov, líder del grupo, reunió a otros ocho amigos para realizar una travesía en esquí por los montes Urales. Según los diarios que encontraron se despistaron durante la travesía y terminaron en la ladera del Kholat Syakhl donde decidieron pasar la noche para continuar su camino al día siguiente. Sin embargo, ninguno de ellos volvería nunca de allí. Casi un mes después de ese día el equipo de rescate encontró el campamento abandonado y un rastro de huellas que llevaba a un bosque cercano. Dos cadáveres junto a una hoguera, vestidos solos con ropa interior, junto a ellos, en lo profundo de un pinar, otros tres cadáveres. Dyatlov parecía haberse defendido de algo, otro de ellos tenía la cabeza abierta y otro de los cadáveres presentaba un tono de piel anaranjado y los cabellos encanecidos. Los cuatro excursionistas restantes aparecieron dos meses después debajo de cuatro metros de nieve en un barranco.
Se descubrió que habían sufrido lesiones físicas. Daños en el cráneo, a uno de ellas le faltaban varias costillas y le habían roto el cuello además de haber perdido la lengua y tener un alto nivel de radiación. Fracturas, dientes perdidos o cabellos encanecidos por un repentino envejecimiento… La incongruencia de las heridas y de las pruebas llevó a las autoridades a declarar que habían muerto a causa de «una desconocida fuerza irresistible». Se vieron esferas de color naranja la noche del incidente, se cuenta que había dos cadáveres más que fueron retirados sin dar a conocer su procedencia, aparecieron objetos que no pertenecían a los excursionistas, pruebas militares secretas… el incidente se ha convertido con el paso de los años en una de las grandes incógnitas de nuestro tiempo y ha dado fruto a las más diversas teorías.
Kholat es un título desarrollado por IMGN.PRO quienes ejercen como distribuidores de una miriada de simuladores (especialmente los Euro Truck) y que se lanzan como desarrolladores con este título. En junio de 2015 el juego llegó a PC y ahora le ha tocado el turno a PS4 en el mes de marzo.
Lo primero que debemos decir de Kholat es que no estamos frente a un juego de terror al uso. Es uno de los pocos títulos que pone su granito de arena a la hora de adentrarse en un hecho real. No hablamos de un Assassin’s Creed que toma un momento histórico para contarnos su propia historia sino ante una manera de reinterpretar un hecho tan ignoto como el que allí sucedió. Por supuesto no pretenden ser un documental sobre lo sucedido, ni mucho menos, pero sí han sabido tomar un hueco de nuestra historia para desarrollar su propia visión del mismo. Quizás estemos ante uno de los mejores ejemplos de juego basado en hechos reales y a la vez, paradójicamente, ante uno de los más alejados a la realidad ya que los derroteros finales del título se asemejan más al misticismo religioso o a la ciencia ficción de Everybody’s Gone to the Rapture (aunque este saliera después).
Estamos frente a lo que podríamos denominar una traslación videolúdica de El proyecto de la Bruja de Blair. Un juego de exploración en primera persona (o walking simulator si prefieren la etiqueta) que busca erizarnos los pelos y llevarnos al borde de un ataque de nervios sin mostrarnos nada. Kholat tiene en su increíble ambientación su punto más fuerte. Exploramos los montes Urales armados con una linterna, una brújula y un viejo mapa, que a diferencia del de Firewatch no nos marca nuestra posición. Tendremos que explorar los bosques, cuevas y laderas del Kholat Syakhl para tratar de descubrir qué le sucedió a aquellos jóvenes y qué ha seguido sucediendo en dicha región.
Nunca tendremos claros cuál es nuestro objetivo. No sabemos quienes somos ni qué nos mueve a continuar despojándonos de cualquier ligadura con un personaje, un objetivo o una motivación y todo pasa ante nosotros como un documental de corte artístico. Kholat se acerca más a Dear Esther que a un Amnesia y nos presenta un mundo abierto por el que podremos desplazarnos mientras buscamos documentos referentes al incidente. En nuestro mapa tendremos una serie de puntos cardinales marcados que corresponden a los puntos más importantes, una vez tengamos esos documentos podemos considerar el juego “terminado”, aunque durante nuestras exploraciones encontraremos decenas de otros documentos que nos ayudarán a comprender (o no) lo sucedido. El orden en el que lleguemos a estos lugares alterará nuestra visión de lo sucedido ya que por el camino podremos encontrar diferentes documentos que rellena los huecos de la historia. La exploración en Kholat es la protagonista y nos sentiremos verdaderamente perdidos en los montes mientras tratamos de encontrar el camino de vuelta a nuestro campamento.
La atmósfera lo es todo en Kholat. Nos veremos inmersos en una pesadilla en los montes Urales donde el frío, el cansancio y los extraños sucesos que ahí tienen lugar serán nuestros enemigos. Estamos ante un título pausado que busca llevarnos lentamente hacia el borde del terror y caminamos constantemente nerviosos. La banda sonora y el espectacular trabajo de sonido convierten Kholat en toda una verdadera experiencia en cuanto a atmósfera y ambientación. A esto hay que sumar la voz de Sean Bean como narrador del título que refleja un atento cuidado a la actuación y la narración de lo sucedido.
Si antes decíamos que se acercaba más a Dear Esther que a Amnesia no podemos negar que el título tiene una parte que se acerca al título de Frictional Games. Sin embargo, encontramos en esos momentos cercanos al survival (por usa dicha etiqueta) los momentos más flojos del título. Por Kholat Syakhl pululan unas extrañas presencias, similares a fantasmas o espíritus, que están ligados a determinados lugares de la historia, generalmente aquellos puntos donde hay un documento importante para la trama. Si uno de estos seres nos toca moriremos y el parpadear en la linterna o la locura de la brújula nos advertirá de la presencia de uno de estos seres que pueden llegar a volverse invisibles. La presencia de dichas entidades nos dará más de un buen susto y conseguirán ponernos más nerviosos aún si cabe pero en ocasiones puede echar a perder la poderosa atmósfera del título al tener que dedicarnos a huir de las criaturas. Quizás los desarrolladores de Kholat no se llegaron a atrever a crear un juego de terror sin contar con la presencia de un enemigo y centrarse en la pura atmósfera y ambientación como la anteriormente mencionada El proyecto de la Bruja de Blair pero lo cierto es que en ocasiones las criaturas se convierten en un arma de doble filo para el juego.
Kholat se acerca al suceso del Paso Dyatlov desde el videojuego para rellenar el hueco del misterio. No desvelaremos más de la trama ya que descubrir las piezas y tratar de encajarlas en nuestras mentes es el verdadero sentido del juego. Podemos echar la vista atrás, a la película “El incidente del paso Dyatlov” de 2013 para encontrar parte de esta atmósfera y sensaciones aunque ambas se distancian más en lo que cuentan (¿o quizás no tanto?).
Si alguien me preguntase por una de las imágenes más perturbadoras que he visto nunca en el cine respondería sin dudar; el final de El proyecto de la bruja de Blair. Un personaje, en una casa de ladrillo, mira atentamente a una esquina de la pared, de espaldas a la cámara. Ambos entran en una casa donde parece haber algo, la sensación de agobio aumenta por momentos mientras vemos extrañas pintadas en las paredes y ambos personajes investigan la estructura de ladrillo. Buscan a un tercer compañero desaparecido pero no dan con él a pesar de los gritos que oyen en la casa no encuentra nada. Mientras la cámara, la protagonista, grita cuadno encuentra a su compañero mirando esa esquina y ella se desploma. No sucede nada más. La cámara cae al suelo y la imagen se corta. Esa sensación de terror, de saber que hay algo más allá de lo que se muestra es lo que quiere recrear Kholat. Y lo consigue en más de una ocasión. [75]