¡Por fin! Por fin estos 33 años de hardcore gamer/adicto a las compras de videojuegos baratos tenían la oportunidad de visitar la tierra prometida; el lugar de peregrinación obligatoria para todo apasionado del videojuego: el E3. Así que no podía dejarla pasar.
Tras casi seis horas de viaje de costa a costa de los EE.UU. y un trote constante entre localización y localización (no podemos dejar de hacer turismo), todo está mereciendo la pena; o casi todo.
Empezábamos con EA y su, desafortunadamente, predecible presentación. Allí que nos plantamos con el tiempo de margen que recomendaban, sin saber que teníamos por delante casi una hora esperando bajo un sol abrasador porque la acreditación no aparecía. No fuimos los únicos, le pasó a muchos medios y de muchos países distintos. Pero sigue siendo un episodio digno de olvidar.
Todo esto para sentarse en el mismo Infierno y presenciar una conferencia insulsa y sin sorpresas; por supuesto, mejor esto que directamente te digan que no hay plazas de ningun tipo para tu equipo, pero si la temperatura es de casi treinta grados de un sol directo, que al menos se cubra completamente este área. Para evitar quemaduras, y eso.
Anthem luce soberbio, de eso no hay duda, y algunas de las píldoras que se ofrecieron sobre el título me atraen (como el mayor enfoque a la campaña en solitario). Algún indie que promete, pero del que no se sabe casi nada. Y Unravel 2 (aquí las primeras impresiones de Mau), a medio camino entre las producciones de poco y mayor presupuesto. Sin duda, lo mejor fue probarlo en co-op: el juego ofrece risas sanas y ternura a partes iguales embebidas en retos plataformeros.
Las colas para Anthem, sin embargo, no me parecieron justificables y menos sin haber comido. EA también anunció un programa benéfico, lo cual me parece genial; pero en cuanto a juegos, en mi opinión, no estuvieron a la altura del encuentro.
Al día siguiente tocaba ya un plato fuerte, por no decir el menú estrella: Microsoft y su conferencia para recordar. Y vaya si cumplieron. Un descomunal Microsoft Theater equipado hasta las trancas, junto con una organización de diez (con las colas de acceso fluyendo sin problemas) contribuyen a que la experiencia sea inolvidable. Pero si luego presentas/enseñas 52 juegos durante 2 horas, imaginaros. De todo ese tiempo, apenas 20 minutos tuvieron a alguien hablando en el escenario en vez de deleitarnos con un tráiler más.
Empezar con un trailer de Halo 6 no estaba fuera de lugar: nos esperaban sorpresas y emociones fuertes. El metraje de Sekiro: Shadows Die Twice mantuvo la adrenalina por las nubes, sin duda un título a seguir tan de cerca como se pueda. DMC 5 promete acción de la buena y humor tan irreverente como retorcido. Jump Force a mí me dejó en shock, pero tras recuperarme he de decir que tengo que esperar a que se ofrezca más información porque el salto al mundo real me tiene, como mínimo, extrañado.
Battletoads: sin palabras. Un anuncio escaso pero divertidísimo para otro título para el que no puedo esperar. Y lo de Gears of War fue genial: poner al público con el corazón en un puño para acto seguido revelar que se trataba de un juego para plataformas móviles con el estilo de las figuritas de Funko Pop, fue maquiavélico. Y siguieron la jugada con Gears Tactics. Pero por fin apareció el juego que todo el mundo esperaba, y qué pinta. GoW 5 luce apabullante, y debería servirme como la excusa definitiva para terminar la saga antes de su lanzamiento. Y aún no habíamos terminado: un trailer de lujo para Cyberpunk 2077 magistralmente hilado al final del evento terminó de rizar el rizo.
Todo esto aderezado con multitud de indies/pseudo AAA (Ori se ve, y seguro que se juega, espectacular), DLCs, otros títulos que básicamente cubren cualquier género, el anuncio de las compras de estudios como si fueran chucherias, y el empujón brutal al Game Pass, con títulos de primera línea estando disponibles de lanzamiento en el servicio, hace que la conferencia de MS en el E3 2018 sea de las que pasan a la historia.
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