En un momento en que el rol táctico vive una segunda juventud, con joyas que han salido en los últimos años como Triangle Strategy y el aclamado regreso de Tactics Ogre: Reborn, era solo cuestión de tiempo que Square Enix volviera la vista al que, para muchos, es el rey indiscutible del género.

Tras la puesta al día de muchos de sus clásicos, le llega por fin el turno al origen de la saga Ivalice: Final Fantasy Tactics: The Ivalice Chronicles, una adaptación que recupera uno de los juegos más influyentes de la historia.
Para alguien como yo, la experiencia con esta subsaga siempre ha sido de extremos. Mi primer viaje a Ivalice no fue en PlayStation, sino en una Game Boy Advance con Final Fantasy Tactics Advance. Me atrapó al instante: la historia de unos niños que, como yo en aquel entonces, escapaban a un mundo de fantasía basado en su saga favorita, conectó conmigo de una forma que, curiosamente, su secuela de DS jamás logró. Años después, mi intento de abordar el original de PSX fue un pequeño desastre: un ritmo exasperantemente lento, una cámara torpe y una historia que, aunque aclamada, se me hizo densa y algo difícil de seguir. Este relanzamiento prometía ser la oportunidad perfecta para reconciliarme con el clásico. Y tras muchas horas, la sensación es agridulce: bajo el que sigue siendo un pilar del género, hay una edición perezosa que no hace los deberes del todo.
Un legado de traición y política
Es imposible hablar de Final Fantasy Tactics sin mencionar a su creador, Yasumi Matsuno, y su obra previa, Tactics Ogre. Ese ADN se nota en cada menú y en cada línea de diálogo. Aquí no hay un grupo de héroes salvando al mundo de un meteorito; la historia nos pone en la piel de Ramza Beoulve, un joven noble atrapado en una guerra por el trono conocida como la «Guerra de los Leones». Lo que empieza como un conflicto entre dos facciones pronto se destapa como una conspiración de secretos, traiciones y maquinaciones eclesiásticas.

Siendo sinceros, y aunque siempre se le elogia por su «trama adulta» —que es así, realmente aborda temas tan interesantes como la lucha de clases y el control de masas—, en la práctica siempre me ha parecido que ciertas decisiones narrativas le dan un aire de culebrón político que a veces eclipsa su lado de epopeya fantástica. La narrativa está llena de puñaladas traperas y giros de guion que, si bien son interesantes, pueden perder al jugador entre largas secuencias de combate. Para paliar esto, el remaster incluye un rediseñado menú con un glosario cronológico que sirve de gran apoyo narrativo y ayuda a mantener el hilo, un añadido necesario para no ahogarse en nombres y títulos nobiliarios.
Un ajedrez de rol que sigue siendo brillante
El núcleo del juego es, sencillamente, atemporal. Final Fantasy Tactics es como un juego de ajedrez estratégico donde cada pieza tiene un rol y unas habilidades únicas. Como buen Tactic RPG, los combates se desarrollan en escenarios isométricos con diferentes alturas, donde el posicionamiento es clave. Atacar por la espalda o desde una posición elevada es tan importante como elegir bien tu acción. Aquí es donde brilla su aclamado sistema de Jobs. Empezamos como Escuderos o Alquimistas y, al subir de nivel, desbloqueamos docenas de clases como Mago Negro, Caballero o Ninja. Además, esta edición retoca ciertos oficios para hacer más viables algunas clases que antes eran ignoradas, lo que incentiva la experimentación. Eso sí, sigue siendo crucial saber por dónde tirar para crear un equipo equilibrado.

Por supuesto, Chronicles introduce mejoras de calidad de vida. Ahora podemos ver el orden de los turnos, deshacer movimientos o dejar que la IA controle a nuestros aliados (aunque no siempre con la mejor de las ideas). Novedades como el Auto Guardado o los atajos para gestionar el equipo son un respiro que moderniza la experiencia. Sin embargo, el mayor problema del original sigue aquí presente: el juego es lento. Cada acción, cada combate… es parsimonioso, incluso teniendo la opción de acelerar las batallas. Aparte, hay momentos donde nos obliga a librar enfrentamientos aleatorios para subir de nivel, un peaje inevitable que frena el ritmo y que se siente arcaico en 2025. Al menos, la inclusión de tres modos de dificultad nos permite adaptar el desafío, ya sea para centrarnos en la historia o buscar un reto mayor.
Un remaster de mínimos con una falta imperdonable
Audiovisualmente, el recopilatorio ofrece dos sabores. La «versión original» presenta el juego de PSX (con el script actualizado) con sus píxeles intactos. Por otro lado, el «modo remaster» suaviza los gráficos con dithering, adapta la imagen a 16:9 y añade voces en inglés y japonés, siendo la opción más amable para el jugador actual. Una de las mejoras más interesantes es la nueva cámara táctica, una bienvenida (aunque no perfecta) novedad que por fin facilita la visibilidad en mapas verticales o llenos de obstáculos, uno de los puntos más frustrantes del original.

Sin embargo, hay dos problemas que lastran la experiencia de forma grave. El primero es la ausencia de contenido. No se han incluido los extras de la versión de PSP, The War of the Lions, lo que significa que personajes tan queridos como Balthier de Final Fantasy XII se han quedado fuera.
El segundo, y más grave, es la barrera del idioma. A estas alturas, es sencillamente imperdonable que un juego con tanto texto no llegué en nuestra lengua y sí en inglés (entre otros idiomas europeos). No es un inglés cualquiera además, sino el de la traducción de PSP, lleno de un lenguaje arcaico y enrevesado que resulta un desafío incluso para quienes dominamos el idioma. Que una compañía de este calibre siga con estas prácticas en 2025 es incomprensible. ¿Os imagináis que en la TV se estrenase una serie de época sin subtítulos ni doblaje? Pues eso.
¿Merece la pena volver a Ivalice?
Final Fantasy Tactics: The Ivalice Chronicles es un paquete de luces y sombras. El juego base sigue siendo una obra importantísima, un pilar del rol táctico cuya profundidad jugable engancha como pocos. Las mejoras de calidad de vida se agradecen, aunque no ocultan ciertas asperezas jugables que, aunque mitigadas con añadidos como la nueva cámara, delatan sus orígenes de 1997.
Para el fan veterano, es una oportunidad de rejugarlo cómodamente, pero con la decepción de las ausencias y la falta de ambición. Para el recién llegado, la barrera del idioma es un muro casi insalvable que le impedirá disfrutar de una trama compleja. Es una pena, porque bajo esta capa de pereza y decisiones cuestionables, sigue latiendo uno de los Final Fantasy más importantes de la historia. Un clásico al que esta edición, lamentablemente, no le hace plena justicia. [70]

