Las conferencias de ayer marcaron un antes y un después en la Industria del Videojuego. Todos los que seguistéis los eventos a través de internet y los que tuvimos el privilegio de poder asistir vivimos el ocaso de una generación que nos ha regalado experiencias muy gratas y el nacimiento de su sucesora. Ha empezado uno de los E3 más apasionantes de la última década.
Ahora, podría dedicar estas líneas a repasar todo lo que se presentó ayer, hablaros en detalle de todos los juegos exclusivos que presentó Microsoft como Ryse, Forza, Killer Instinct o Sunset Overdrive; podría comentar el lineup de Electronic Arts con sus dos motores gráficos que prometen grandes cosas, podría destacar cómo Sony supo sacar partido de todas las polémicas de las últimas semanas e, incluso, me podría centrar en Ubisoft y… bueno, en realidad no podría centrarme en Ubisoft porque durante su conferencia, como no me invitaron, estaba en un Starbucks trabajando.
En realidad, podría hacer todo esto y tendría un artículo resultón pero Saúl y todos mis compañeros han hecho un gran trabajo cubriendo en directo todos los eventos y, en todo caso, si no habéis visto las conferencias, siempre podéis acercaros a Youtube. Así, descartada la típica entrada con una descripción pormenorizada de las galas, permitidme que os hable de la magia de las conferencias. Al fin y al cabo, para aquellos que lo habéis seguido desde casa y, a nivel de información, no hay tanta diferencia entre los shows de Konami y Nintendo y las conferencias de ayer.
En primer lugar, para los que tuvimos el privilegio de sentarnos en las gradas, vivir estas galas da una cierta sensación de formar parte de algo que marcará profundamente el futuro cercano. Para un aficionado al futbol como yo, casi tan emocionante como vivir en directo una final de la Champions League (aunque no tan emotivo si la ganas) o ver desde la grada como la estrella de tu equipo hace jugadas de ensueño.
La Magia de las Conferencias reside en esos pequeños errores que las alejan de las fórmulas más encorsetadas y artificiales del simple vídeo. Ese desarrollador que falla el tiro, ese mando que funciona mal y hace que Link sólo pueda apuntar al suelo, esos momentos en los que el sonido no entra y los asistentes amenizan el vídeo de Crimson Dragon articulando onomatopeyas (piuun piuun, ¡chof!) o esas demos cuya imágen se congela. El encanto reside en periodistas aclamando la decisión de permitir la segunda mano como si fueramos jovenzuelas que acaban de ver al cantante de moda o ver a un directivo de una importante compañía cinematográfica bloqueándose al hablar (porque ¡oh sorpresa! todo lo que se dice, está perfectamente guionizado y lo leen de un prompter, incluso las bromas).
Al final, todas estas minucias son las que le dan el encanto a las conferencias. Los shows en vídeo son fríos, no transmiten esa sensación de ‘momento único’, no emocionan igual y, asumámoslo, los directivos de las compañías no suelen ser ni grandes actores ni grandes comunicadores.
Grande Bar0net, dando ese vistazo insider 😀 Espero que estés disfrutando muchísimo!