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All hail GTA V

Seguro que todos, alguna vez, hemos dicho que no soportamos a las Believers, las Directioners o cualquier grupo de fans histéricas y pesadas que están constantemente dando la nota cada vez que alguien osa criticar a sus ídolos. Tenemos también el ejemplo del fútbol, donde hay gente que pasa de ser una persona normal y apacible a un auténtico monstruo cuando se trata de defender a su equipo, o de machacar a los rivales. Pero hay un ejemplo que, en determinadas circunstancias, se vuelve mucho peor que los dos anteriores juntos, y hablo de los gamers.

GTA V, sin duda, es el juego más esperado de la generación. Ya hemos visto la que se ha montado estos días con la venta anticipada del juego: gente insultando a los CM de las principales cadenas por Twitter, otros por los foros organizándose para llamar cada 30 segundos a las tiendas de turno a ver si los habían puesto ya a la venta, escaneos de tickets, cadenas que aprovechan el ansia y sacan el juego tres días antes a 20-30€ más de su precio en el resto de establecimientos y consigue que se agoten en pocas horas… Un amigo me comentaba ayer que el dependiente de su tienda le dijo que había llegado gente sobornándole con 100€ si les vendía el juego el lunes en vez del martes. Una auténtica locura.

Antes de salir, se hablaba ya no solo del game of the year, sino del game of the generation. Las notas de los medios no han sorprendido en absoluto, con dieces por doquier y análisis que lo tachan como el mejor título que hemos visto en años. Hasta aquí, todo perfecto. Cada uno tiene sus gustos. No me voy a meter a valorar el juego porque no es la intención de este post. Vengo a hablar de las hordas de adolescentes histéricas y chillonas jugadores, muchos de ellos ya mayorcitos, que parece que cada vez que alguien pone una sola pega a este juego, pierden varios millones de euros de su cuenta bancaria.

«Ya están los de X medio poniendo un 9 para llamar la atención«. Pero vamos a ver… ¿Estamos tontos? Yo no sé si recordáis los años en los que íbamos al cole. Si nos ponían un 9, dábamos palmas con las orejas. Era un sobresaliente, significaba que habíamos hecho el examen genial pero que teníamos algún fallo. Os juro que no entiendo a la gente que se rasga las vestiduras cada vez que un medio no le planta un 10 a la enésima entrega de la saga AAA de turno. ¿Por qué pasa esto? ¿Por cada punto menos en la media, los discos se agrietan? ¿Se elimina un trozo de juego? ¿Dios mata a un gatito? No. No pasa NADA. A ver si nos entra en la cabeza: las notas no hacen el juego. El juego ya está más que cerrado cuando se hacen las reviews, y va a seguir siendo el mismo tenga un 1 o un 10. No va a cambiar nada. 

Si uno se da una vuelta por algunos foros conocidos estos días, podrá ver cómo cualquier usuario que ose ponerle pegas a GTA V, o incluso insinuar que no es tan buen juego como dice la crítica, será completamente apedreado por una oleada de fanboys furiosos. Hay casos que ya rozan el ridículo, como por ejemplo, los que comentan que algunas veces el framerate cae y empaña la experiencia jugable, a lo que son respondidos con el insulto de graphic whores. Putillas gráficas por ponerle pegas a un apartado que, si en algo influye, es en la jugabilidad. Muy bien.

«Yo creo que no innova mucho, y a veces los fps caen bastante…»

Ahora mismo, de cara a prácticamente la totalidad del mundo, GTA V te tiene que encantar. Enamorar. No puedes encontrarle pegas, o si lo haces, que sean muy pequeñas. Tiene que ser el juego del año, de la generación, de la vida y el que emocionó a Spielberg. Tienes que alabarlo y gritar con lágrimas en los ojos que jamás has visto nada igual. Porque si no lo haces, eres un hater. O un casual. O no tienes ni puñetera idea de videojuegos.

Señores, a ver si nos relajamos. Pongo el ejemplo de GTA V por vivirlo estos días y porque ya está siendo exagerado, pero podría sacar muchos más. Dejemos que cada uno, con argumentos y desde el respeto, exprese sus opiniones. Dejemos ya de sentirnos ofendidos cada vez que alguien critica algo que nos gusta. Dejemos ya la gilipollez de las guerras de notas, que algunos parece que se juegan la vida en las medias que saque su título fetiche. Dejemos ya de montar los circos que montamos, y pongámonos a lo que realmente deberíamos hacer: dejarnos ya de tonterías y disfrutar de los juegos que nos gusten a cada uno.

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