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Amarillismo en estado puro

Observando, como hago todas las mañanas sin falta, la prensa inglesa mientras me tomo un té con las pantuflas puestas, me he encontrado con el más claro ejemplo de amarillismo en una noticia sobre videojuegos.

Un adolescente golpea a una anciana viuda hasta matarla tras perder un partido de fútbol en su ordenador

Nótese que en el titular queda bien claro que el agresor es un adolescente, que como todos sabemos, son los que usan los videojuegos esos diabólicos, mientras que la agredida es no sólo mujer (por lo del sexo débil y tal), sino que está en la más absoluta indefensión porque es vieja y además no tenía un hombre que la defendiera, ya que era viuda.

El joven, de 18 años de edad y vecino de la localidad británica de Hull, «se puso hecho una furia, se armó con un hacha y una espada larga y se embarcó en una orgía de violencia. Tras aterrorizar a varios vecinos, se abrió paso hasta la casa de Irene Robertson, de 65 años, la golpeó seis veces en la cabeza, dos en el estómago y otras seis en la espalda con el hacha».

Sin embargo no se establece ninguna relación causa-efecto en el suceso. Y permitidme licencias humorísticas a pesar de que un loco haya matado a una persona, pero ¿había perdido con la señora un partido de FIFA? ¿Fue esa la causa del crimen? ¿No podría ser que esa señora fuera a la misma Iglesia cuando él era niño y en cierto momento se aprovechara de él? ¿Por qué se hace referencia a que había usado un videojuego en el titular si luego no se vuelve a hacer mención en el resto de la noticia?

Esto me lleva a pensar en algo que me dijo ayer mi santa. «Últimamente todas las noticias que escucho en la televisión o leo en los periódicos sobre videojuegos son buenas. Que si fomentan la creatividad, que si despiertan la inteligencia, nos ayudan a mejorar la coordinación… Hace unos años, sin embargo, las consolas eran malísimas». Y es cierto, parece que se comenzaba a tratar al sector con respeto. Pero siempre hay alguna oveja negra dispuesta a aprovechar cada línea del titular para soltar alguna burrada.

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