Análisis de Agony para PS4: Pecados sin absolución

Después de varios meses de retraso, Agony ya se encuentra entre nosotros. Madmind Studio ha concebido la versión del infierno más salvaje, perturbadora y enfermiza que hemos visto jamás. Nos condenaron al fuego eterno, y hemos sufrido lo que no hay en los escritos, para bien y para mal.

Expiando nuestros pecados

Si hay un lugar que siempre ha disfrutado de una gran diversidad a la hora de ser representado en el videojuego, es sin duda el infierno. Doom, Dante’s Inferno, Painkiller… Cada uno a su manera. Algunos haciendo uso de la visión generalizada que todos tenemos del mismo y otros apostando por una recreación más original y única, como son los casos de Shadows of the Damned, The Darkness e incluso del reciente Infernium de Carlos Coronado. Diferentes puntos de vista, similitudes varias y algo que debemos tener claro: Agony va más allá, da rienda suelta a la imaginación y nos hace viajar a uno de los lugares más terroríficos, agobiantes y perversos que hemos visto jamás.

La vida tiene un valor muy bajo en Agony; para empezar, nuestro protagonista está muerto. Resulta evidente, ¿no? Tampoco tendría mucho sentido vagar por el infierno en vida. Comenzamos nuestro viaje sin saber muy bien cómo hemos acabado en un lugar así, rodeados de huesos y vísceras, delante de un gran portón custodiado por lo que parece una enorme figura femenina con más extremidades de las que nos gustaría. Personalmente, no tenía muy claro si estaba viva o no, aunque tampoco me importaba demasiado; solo quería salir de semejante lugar, aunque lo único que estaba haciendo era entrar en él…

Durante los primeros compases del juego, se nos explican las mecánicas principales, que van desde correr y recoger objetos, hasta huir de los peligros que nos acechan o resolver algún que otro puzle. Agony tiene muy claro qué quiere ser, aunque no siempre sabe ejecutarlo con acierto por culpa de los numerosos problemas técnicos que padece, algo de lo que hablaremos debidamente un poco más abajo. En cualquier caso, vamos a empezar por lo más importante de todo: explorar el infierno.

Madmind ha llevado a cabo un buen trabajo en lo que al diseño de niveles se refiere, dándonos total libertad para explorar un entorno complejo, intrincado y en el que no resulta nada fácil orientarnos. Pasillos con poca visibilidad, laberintos habitados por criaturas que nunca querríamos tener que describir, emplazamientos abiertos con hasta tres o cuatro formas de acceder a los mismos… No podemos quejarnos; el diseño de niveles de Agony es bastante bueno y nos brinda una auténtica sensación de exploración.

Además, la exploración siempre se ve potenciada por una ambientación fantástica, aunque pueda terminar causando náuseas a los más sensibles… ¿Habéis visto Hellraiser? Sin lugar a dudas, el clásico del cine de terror a cargo de Clive Barker siempre será recordado por su excéntrica representación del dolor y la tortura. ¿Recordáis a Pinhead? Siempre implacable y aterrador… Pues el «bueno» de Pinhead suplicaría por no tener que sufrir los horrores de los que somos testigos durante nuestro viaje por el mundo de Agony.

Resulta altamente recomendable jugarlo con cascos. El apartado sonoro es excelso y vagar por un lugar así se ve claramente potenciado por los alaridos, llantos y ruidos que presenciamos, capaces de ponernos la piel de gallina en momentos en los que la tensión podría cortarse con un cuchillo, especialmente cuando nos vemos en la obligación de huir —o escondernos aguantando la respiración— de cualquiera de los peligros que nos siguen la pista. Hay que saber que si uno de estos enemigos nos ve, lo más probable es que la partida toque su fin, de una forma similar a lo que vimos en Alien Isolation, el aclamado título de The Creative Assembly.

Condenado al fuego eterno

Durante los últimos días, Agony parece estar atrapado en mitad de un huracán de críticas demoledoras y, lamentablemente, hay que decir que no van mal encaminadas. Tal vez Madmind Studio intentó abarcar algo mucho más grande de lo que sus posibilidades le permitían. Tal vez la fecha de lanzamiento fue demasiado precipitada —y eso que se vio pospuesta cuando parecía que estaba a punto de llegar—. Sea como fuere, parece que Agony se ha tomado demasiado en serio eso de vagar por el infierno; no hay mejor manera de definir lo que uno puede llegar a sentir a sus mandos.

Hablar de una tasa de imágenes por segundo que no da la talla, una IA enemiga que nos deja vendidos o de un sistema de control problemático es hablar de anécdotas si los comparamos con los mayores problemas del juego. Partidas corrompidas luego de un inesperado mensaje que nos informa de que los datos están dañados, molestos glitches capaces de bloquearnos el avance o errores de aplicación que incluso nos obligan a apagar la consola porque el juego no está por la labor de cerrarse por la vía habitual son algunos de los terribles problemas que no permiten al juego sacar a relucir sus interesantes virtudes.

Como apasionado del terror y usuario que llevaba mucho tiempo esperando la llegada de Agony, me entristece no poder profundizar tanto como me gustaría en las mecánicas del juego. Me encantaría poder analizarlo de nuevo si algún día todos los problemas quedan subsanados, porque Madmind Studio tenía en sus manos una base con un potencial tremendo que, lamentablemente, se ve diluida y acaba oculta en lo más profundo de un infierno… en el que lo más terrorífico no es lo que habita en él. El lanzamiento de Agony se perfila como el equivalente de terror al del polémico No Man’s Sky. [40]

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