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Análisis de Ary and the Secret of Seasons, una aventura estacional

Nos embarcamos en un viaje en el que invierno y verano se funden un uno. El estudio belga eXiin nos presenta Ary and the Secret of Seasons, una aventura que reúne varios géneros y que apuesta por controlar las estaciones del año a nuestro gusto.

Una receta con ingredientes que nunca fallan

Ary and the Secret of Seasons podría definirse de varias formas: aventura tradicional, metroidvania, plataformas… incluso tiene ligeros toques de rol y acción. Aunque, quizá, lo más lógico sea compararlo directamente con cualquier entrega de The Legend of Zelda, una de las franquicias en las que se inspira. Su punto de partida argumental lo hemos visto en no pocas veces: un viaje emprendido por una chica con la intención de plantar cara a un mal latente; algo no va bien en lo que al equilibrio del mundo se refiere, ya que las estaciones del año están fuera de control y su aparición dista mucho de ser natural.

Por un lado, tenemos a Flynn, nuestro hermano desaparecido. Por otro, una sucesión de vaivenes temporales que evidencia que algo terrible está sucediendo. En pleno caos, un par de criaturas con aspecto más cómico que amenazador —hienas con dotes de espadachín— irrumpen en la ciudad con el fin de robar comida. En principio, no es algo de que debería preocuparnos… hasta que descubrimos de que una de ellas porta la espada de nuestro citado hermano. La cosa se pone interesante, y aunque la historia se antoja tópica, los primeros compases dejan abierta la puerta a la incógnita.

A pesar de que su premisa argumental no va a sorprender a nadie en pleno 2020, lo cierto es que se basta para mantener a flote un conjunto jugable bastante interesante y equilibrado. Algo que, al fin y al cabo, es la mejor virtud de la que puede presumir Ary and the Secret of Seasons. Por supuesto, los cambios estacionales no solo son un problema para el mundo que habitamos; también es nuestra mejor habilidad, ya que no tardamos mucho en darnos cuenta de que podemos hacer que frío y calor se alternen el protagonismo con solo mover un dedo.

De todo un poco, pero en su justa medida

Personalmente, siempre he tenido claro que una de las grandes virtudes que puede tener un videojuego es el equilibrio; ni mucho ni poco, y el mundo de Ary and the Secret of Seasons es buena muestra de ello. Su diseño recuerda ligeramente al de cualquier aventura tradicional: ciudades, mazmorras y lugares intermedios que hacen de conexión con las ubicaciones importantes. En las ciudades habitan diferentes personajes que nos proponen misiones secundarias, generalmente de «recadero», todo hay que decirlo. Eso sí, sus recompensas son fundamentales a la hora de progresar y adquirir mejoras que nos permiten explorar más y más lejos.

Las mazmorras, por su parte, presentan un diseño similar al de los templos que tantas veces hemos visitado a los mandos del Héroe del Tiempo. No son especialmente difíciles, pero en ellas se explotan los puzles y el juego nos presenta todas las posibilidades que nos brindan los poderes estacionales. Por ejemplo, un enemigo viscoso puede convertirse en un bloque de apoyo si lo congelamos, al igual que un estanque pasa a ser suelo seguro una vez provocamos que caiga el invierno. La ejecución de estas habilidades resulta muy gratificante, ya que las estaciones cambian de manera inmediata en cuanto pulsamos el botón y podemos presenciar en directo cómo se modifica el entorno.

Un mundo que nos trasporta a Hyrule jugablemente

El tamaño del mundo es considerable y su diseño no está nada mal, ya que no son pocos los secretos y cofres que se ocultan en prácticamente cualquier lugar. De nuevo, para acceder a ellos es necesario mantener los ojos abiertos y considerar los efectos que el terreno podría sufrir en función de la estación por la que apostemos en cada ocasión. Conforme avanzamos, el backtracking —recorrer un mismo escenario una vez adquirimos nuevas habilidades— se torna indispensable si queremos exprimir al máximo todo lo que el juego da de sí.

Como no podía ser de otra forma, en Ary and the Secret of Seasons también nos espera un buen puñado de combates, pero, ¿cómo es su sistema? A título personal, me han recordado mucho a las de The Legend of Zelda: The Wind Waker. La caja de impacto es muy similar y se siente la contundencia de cada golpe. Contamos con un movimiento de esquive y, por norma general, con fijar blanco y elegir el momento ideal para lanzar nuestros ataques es más que suficiente para salir airosos de la refriega. Eso sí, el bestiario se antoja un tanto limitado y las recompensas por derrotar enemigos a menudo brillan por su ausencia, dando lugar a que las peleas sean divertidas, pero no demasiado gratificantes.

Una aventura tan refrescante como calurosa

El aroma de las aventuras de antaño y su apuesta por cambiar las estaciones al gusto hacen que Ary and the Secret of Seasons se convierta en una sorpresa de lo más agradable. No hay que olvidar que se trata de una producción menor y, por ello, cuenta con algunos aspectos mejorables como la escasa variedad de enemigos o ciertos inconvenientes técnicos no demasiado graves. A pesar de todo, se trata de un título muy divertido, capaz de evocar recuerdos de otros tiempos en los que propuestas así tenían en un gran protagonismo en la industria. El juego que, además, cuenta con una edición física distribuida por Avance. [70]

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