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Análisis de Blood Stone (Xbox 360)

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Corta ha sido la colaboración de Bizarre Creations con Activision, que se rumorea va a cerrar o vender el estudio que no hace mucho tiempo fue cabeza de serie para Microsoft y sus dos flamantes consolas. No ha tenido mucha suerte el estudio británico tras acabar su colaboración con Microsoft y este Blood Stone, más que posiblemente su último título, no deja sino evidencia de que fueron grandes y que podrían seguir siéndolo. Pero imaginad que sois dueños de un periódico y contratáis a Mario Vargas Llosa para que escriba. ¿Le darías una página de opinión o le pondríais a escribir sucesos?

Acostumbrados como estamos a juegos mediocres con un acabado de medio pelo, el juego de Bizarre llama la atención por sus méritos, que los tiene y no son pocos. En primer lugar porque técnicamente, y obviando los simiescos parecidos de Daniel Craig, inspirados o no en la realidad, es un juego superior. Técnicamente soberbio en todos los niveles pero con especial relevancia a las secciones de conducción que nos hacen lagrimear por un pasado que fue mejor y que esperamos vuelva a repetirse con o sin Activision de por medio.

Pero no sólo de sus rentas sacadas de Blur o de los Project Gotham Racing vive este Blood Stone. La influencia de The Club es más que manifiesta en las secuencias de acción y en los tiroteos, en los que la efectividad no deja de ser compatible con el dinamismo y la velocidad. Lejos de ser una mera imitación de Gears of War se han mezclado con bastante certeza elementos de infiltración claramente inspirados en Splinter Cell y un sistema de ataques cuerpo a cuerpo que pocas comparaciones perdería hoy en día.

A pesar de las prisas que se notan en la elaboración de las secuencias de introducción o en la brusca conclusión de algunos niveles el resultado, apoyado en su excelente factura técnica, es bastante superior a la media y resulta una experiencia francamente entretenida a pesar de sus defectos.

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