Dragon Ball Fusions es uno de esos juegos con un marcado acento japonés, tanto que cuando se anunció -allá por 2015- mucha gente descartó que fuera a llegar a occidente, teniendo en cuenta otros precedentes de la saga.
Una aventura grande pero sin emoción
El caso es que finalmente ha aterrizado en nuestras tierras, de hecho a España ha llegado completamente localizado -de textos, pues no tiene voces-, lo que supone un placer para todos aquellos que se quieran asomar a las producciones menos normativas de Dragon Ball. El nombre ‘Fusions’ es quizás la mejor decisión que podemos encontrar en esta entrega; con ella no sólo se resume su trama, sino que también se deja entrever qué mecánica se va a llevar una buena arte del peso de la jugabilidad.
Empecemos por la historia, porque su premisa es para echarse a reír y creo que merece la pena que nos la quitemos de en medio lo antes posible (algo así debieron pensar sus guionistas). Resulta que nuestro personaje -que es totalmente personalizable- y su mejor amigo acaban de encontrar la última bola de dragón tirada al lado de un árbol. Con ella en su poder pueden invocar a Shen Long y pedirle el deseo que ellos quieran, ¿qué le piden? Que organice un puto concurso de artes marciales.
En serio, no me lo estoy inventando. Los niños le piden al dragón divino que organice un concurso de darse piñas. Es probablemente el deseo más cutre que le han pedido a Shen Long jamás, pero como su trabajo es conceder todo aquello que le pida la persona que posea las siete bolas de dragón, tiene que hacerlo. Claro que el dragoncito no se queda ahí y para darle un poco de vidilla fusiona (ojo ahí) varias líneas espacio-temporales para que los mejores luchadores de cada una de ellas puedan competir en ese concurso.
También os lleva a tu amiguito y a ti porque, bueno, quizás no seáis los mejores de vuestra línea espacio-temporal pero sois los que habéis organizado todo ese tinglado y tendréis que estar por allí, digo yo. Cuando llegas a esta nueva realidad ves que todos los mundos se han destrozado formando uno nuevo en el que varias islas flotan en el vacío.
Volando, volando. Siempre arriba
Por suerte sabes volar y puedes moverte por ellas, aunque el control del vuelo del personaje es un poco extraño a los mandos: para avanzar usas el gatillo derecho de Nintendo 3DS, para retroceder el izquierdo, y si quieres ir más rápido puedes pulsar el botón B. Si probáis la combinación de botones gatillo derecho + B en Nintendo 3DS veréis lo incómoda que es esa postura para la mano, algo que tendrían que haber tenido en cuenta ya que durante casi toda la partida es preciso volar a gran velocidad.
Quizás una de las cosas que más choca es el complejo de Pokémon que tiene Dragon Ball Fusions; ya no sólo porque Bulma te dé al principio un asistente virtual en forma de Nintendo 3DS que hace las veces de Rotomdex, sino porque el propio objetivo del juego es hacerte con todos los personajes posibles de Dragon Ball para formar un equipo con el que competir primero por el mundo y después en un campeonato en el que tienes que demostrar que eres el mejor, el mejor que habrá jamás.
Lo mejor de Dragon Ball Fusions es, sin duda, su sistema de combate. Es un sistema de lucha por turnos en la que el jugador tiene que mantener una actitud activa, escogiendo su posición en el campo de batalla, los ataques que quiere realizar (cuerpo a cuerpo, cargas ki, ataques especiales…), a qué personajes quiere atacar y en qué dirección quiere atacar al rival o defenderse de un ataque. Es estratégico, pero ágil; me ha recordado por una parte a la acción de South Park: La Vara de la Verdad, con sus combates por turnos interactivos en los que el ritmo era fundamental, y por otra a SUPERHOT, ya que te permite controlar una batalla frenética de forma pausada sin perder espectacularidad.
En los primeros compases del juego iremos aprendiendo diferentes aspectos del combate, por lo que cada vez se irá haciendo más profundo y difícil, pero también más divertido. Claro que hay un momento en el que el sistema llega a su techo y la jugabilidad se estanca, y aquí repetir una y otra vez la misma mecánica acaba siendo un poco cansado. Además, el sistema de debilidades y fortalezas se resume a un piedras, papel y tijeras en el que las únicas tres clases que hay en el juego tienen prioridad circular la una sobre la otra. Aunque tampoco importa mucho. Las luchas empiezan bien, pero no aguantan bien el paso del tiempo. Y ‘Dragon Ball Fusions’ te exige demasiado tiempo como para no tener un buen sistema de combate que te mantenga entretenido, sobre todo teniendo en cuenta que la mayor parte de la partida te la pasas dándote de hostias con los rivales.
Vamos con afán, todos a la vez
Eso sí, en Dragon Ball Fusions las individualidades no sirven de nada. Cada equipo puede estar compuesto por un máximo de cinco luchadores, que podrán atacar tanto de forma personal como cooperativa. Aquí es donde entra la otra cara del ‘Fusions’ del título; llegados a una parte de la historia los jugadores podrán fusionar hasta cinco personajes que darán lugar seres escabrosos con un diseño nefasto debido a su aleatoriedad. En la saga Dragon Ball las fusiones tenían unas limitaciones para evitar precisamente que surgieran locuras sin sentido, pero aquí se las han pasado por el forro y, como era de esperar, de ahí salen auténticos esperpentos.
El mundo puede ser una ruina
A estas alturas de la película hay que preguntarse qué es lo que queremos exactamente de un juego de Dragon Ball. Han desarrollado tantas entregas con tantas formas -más o menos continuistas- que ya uno se pierde en la línea secuencial de sus producciones. No es algo exclusivo de lo videojuegos; también series, películas, cómics y, en general, cualquier obra relacionada con el universo de Akira Toriyama hace tiempo que perdió su sentido. Ahora la saga reposa en la deriva, esperando a que los fans se le acerquen para ver cómo de viva sigue, para poder revivir con ella los tiempos en los que ambos disfrutaron de su genialidad.
Lo mínimo que se le puede pedir a un juego de Dragon Ball es que sea respetuoso tanto con la saga a la que pertenece como a los fans de la misma, y Dragon Ball Fusions no lo es. Fusionar a varios personajes tiene un pase, pero el diseño final tiene que ser medianamente adecuado a la estética original. Esto no ocurre y se nota sobre todo cuando fusionamos a alguien con nuestro avatar personalizado, que dada la gran cantidad de elementos que se pueden modificar -esto si es un punto muy a favor- no casa bien con el diseño del resto de personajes, dando lugar a luchadores que por no tener no tienen ni coherencia física.
Tampoco es que el grueso de personajes en sí tenga un diseño que represente lo mejor de la saga, porque la verdad es que esos muñecotes cabezones distan mucho de los dibujos originales de Toriyama y eso quizás choca bastante, sobre todo teniendo en cuenta que es una serie con la que muchos hemos crecido. No es que sea un gran fan de Dragon Ball y me duela que hayan mancillado su nombre, no quiero que se entienda así, lo que digo es que la serie tiene ya un recorrido muy amplio y los cambios que se introducen en Dragon Ball Fusions sólo suponen un paso atrás en su historia.
Conclusiones
Sinceramente, no me ha gustado mucho Dragon Ball Fusions. Como RPG podría funcionar si no fuera tan extremadamente repetitivo y cansino -algo que ni siquiera se salva en su endgame-, pero como juego de la saga no sé muy bien cómo ubicarlo. Creo que a los fans no les gustará a pesar de que intenta aunar toda la serie en un único título que no sigue el canon oficial. Quizás es un juego que mira directamente al público infantil, que busca convencer a una nueva generación de lo guay que está Dragon Ball y para ello utiliza mecánicas jugables que le son familiares. No sé si hacer un Pokémon en el universo de Dragon Ball es la mejor táctica para conseguir eso, pero de lo que sí estoy seguro es de que conmigo no ha conseguido establecer ningún tipo de afinidad. [55]