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Análisis de Just Cause 2 para Xbox 360

Gracias a Koch Media y a Microsoft podemos ofreceros este análisis de Just Cause 2 para Xbox 360. Just Cause 2, como su predecesor, es un sandbox 100% arcade desarrollado por la gente de Avalanche Studios.

Si pensabas que los sandbox tenían poco de realistas, prepárate a descubrir lo que se siente al ser Rico, el rey del mambo de los saltos a helicópteros en marcha, los headshots a 200 metros con una pistola o las explosiones en cadena que dejan en mantilla a las del Equipo A. Ésto sí que es violencia sin sentido que divierte, no como – según mi opinión – otros experimentos.

Estás chalado, cabronazo
Si en GTA IV flipaste cuando te dieron la oportunidad de controlar un helicóptero, aquí el abordarlos con un gancho en pleno vuelo será tu pan de cada día misión. Es como si la gente de Avalanche fueran unos enfermos de GTA y hubieran querido homenajear al freestyle del juego de Rockstar y convertirlo en el epicentro de un título.

Es por ello que todo en Just Cause 2 es gigantesco. Empezando por el mapeado, que deja en mantillas al visto en San Andreas, pasando por el muestrario de vehículos o de armas y acabando en la naturaleza de las misiones, el juego de Avalanche Studios es pura acción camorrista. Como consecuencia de ello uno podría esperar que la desarrolladora se hubiera esforzado en ofrecer un gran sistema de combate, pero no es el caso: A buenas ideas como el adulterado sistema de apuntar (a fin de cuentas no estamos hablando de un simulador) se unen carencias incomprensibles a estas alturas como la falta de un sistema de cobertura.

Siembra el caos
La violencia y la destrucción cobran un protagonismo especial desde el momento en el que se nos indica que cuanto más hagamos volar por los aires, mejor. El destrozar las bases, ciudades, instalaciones, fábricas, etc. nos proporcionará un buen puñado de puntos, dólares y el aumento del área de influencia de nuestras acciones, desbloqueándose nuevas posibilidades en el gigantesco mapa, así como las venideras misiones que deberemos cumplir. En resumen: Si quieres avanzar tienes que destrozar.

Hay que comentar que, aparte de las misiones en si, en los escenarios encontraremos diferentes puntos desde los cuales podrán activarse carreras y otros retos secundarios que contribuirán a alargar la vida de este Just Cause 2, a pesar de que no son realmente nada que no se haya visto ya.

Además del mastodóntico tamaño de la isla – algo espectacular, de verdad -, a nivel técnico cumple salvo en las secuencias cinemáticas (el modelado de los personajes es horrible), en la poca variedad de NPCs y en las voces dobladas. Porque está doblado al castellano, pero la falta de matices provoca que la situación de un agente en una isla paradisíaca quede como una anécdota al hablar todos los personajes con el mismo tono neutro. Eso sí, me ha gustado que no se muerdan la lengua y no paren de soltar palabrotas subidas de tono.

El atractivo envoltorio y el potencial del mismo no pueden esconder que el ecosistema montado en Just Cause 2 no intenta ser ni de cerca tan complejo como el sandbox de Rockstar. Vale, habrá gente conduciendo, habrá soldados, habrá policía, pero no esperéis ver una sociedad virtual similar a la de GTA IV. Pero tampoco lo pretende. Just Cause 2 va de poder recorrer una isla gigantesca con absoluta libertad y sin tiempos de carga. Porque es grande, está repleto de opciones y de localizaciones, pero nada está realmente lo suficientemente pulido como para sentar cátedra. Es un juego cuidado, sí, pero falto del nivel que se le supone a un Triple A.

Just Cause 2 es muy entretenido, mucho. Si te gustan los sandbox y con un argumento y posibilidades de juego enfocadas descaradamente al vandalismo, si te pasabas horas y horas a GTA haciendo el cabra con el coche, explotando edificios o disparando a diestro y siniestro aquí te sentirás como en casa.

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