Rayman Origins fue uno de los sleepers del año pasado. Su preciosista diseño y sus posibilidades multijugador le sirvieron para ser considerado como uno de los mejores plataformas del 2011. Esta conversión a PS Vita conserva el acabado gráfico de PS3/360 pero eliminando una de las piezas fundamentales de su hermano mayor: el multijugador. Y eso le acaba pasando factura.
Si vives en otro planeta y no has visto nada de Rayman Origins, échale un vistazo al siguiente vídeo, y así podrás admirar su espectacular dirección artística:
El arte del juego de Ubisoft es de los que marcan época. Personajes, escenarios, items... hasta la música está a un gran nivel. Todo es muy bonito pero divertido, lo que se dice divertido, a mi no me lo parece. No jugué el juego de sobremesa, pero lo que ha llegado a la nueva portátil de Sony no me parece más que un sucedáneo de Super Mario sin la inspiración y capacidad de sorprender de la franquicia de Nintendo. Eso no quiere decir que Rayman Origins no tenga sus momentos, que los tiene. Pero, significativamente, estos no se encuentran en el plataformeo, el epicentro del juego, sino en los niveles homenaje a Gradius y en los niveles submarinos, en el enésimo guiño a la franquicia de Nintendo… y a otro gran clásico como Ecco The Dolphin.
Se puede pensar que el multijugador quizá hubiera salvado el entuerto aunque en ningún caso hubiera convertido a este Rayman Origins en el la mascota plataformera de turno para PS Vita. Técnicamente impecable, artísticamente genial pero falto de la materia con la que se crean los plataformas inolvidables, ese género que las 3D no han sabido mimar como se merecen. Rayman Origins es 2D, cierto, pero, cual Narciso, se pierde en su belleza, en su arte y se olvida de lo más importante pero que, a su vez, es lo más difícil de conseguir: una jugabilidad que enganche.
Es en el sector de los plataformas donde Sony y Microsoft lo tienen jodido, con perdón. La sombra del fontanero italiano es demasiado alargada y ni tan siquiera un título con un diseño artístico tan bonito como Rayman te puede hacer olvidar que estás jugando a un sucedáneo. Un sucedáneo de calidad, pero un sucedáneo al fin y al cabo. Si hubiera contado con el modo multijugador de las versiones de consola de sobremesa o si contara con más niveles de no plataformeo, donde realmente luce la jugabilidad, se merecería mejor nota, pero, tal y como está, no puedo darle más que un notable justo. [7]