Análisis de Shift para PlayStation 3




No puedo más que expresar mi más profunda decepción ante Shift, un juego cuyo planteamiento me cautivó desde el primer momento que le eché un ojo encima a uno de sus trailers. Y es que aunque Shift cuenta con una mecánica simple aunque tremendamente original, no pasa del primer adjetivo: simple.


Se va a volver loca

En Shift nos encontramos con que hemos sido seleccionados para unos experimentos contra nuestra voluntad, por lo que nos vemos introducidos en un mundo en blanco y negro en el que nosotros encarnamos a una silueta que tiene como objetivo llegar a una puerta para pasar de nivel. Para completar nuestra ruta con éxito podremos cambiar de tono, rotando el mapa según nos introducimos en el color negro o el blanco, y de esta manera cambiando la perspectiva del puzzle.

En nuestro accidentado camino estaremos acompañados de las indicaciones de aquellos que están haciendo sus experimentos con nosotros y que nos tratarán como a un sujeto más, intentando recrear el humor del videojuego Portal, pero sin conseguir tener la más mínima gracia.

Aparte de los cambios de color, tan sólo otros 5 elementos podremos encontrar en un puzzle: Pinchos, bloques en movimiento, llaves y compuerta, tejado impermeable y rellenadores de espacio. Muy pocos elementos con los que aún asi se podrían haber realizado puzzles interesantes. Pero veámoslos uno a uno, o como diría Jack el Destripador: vayamos por partes.

– Pinchos: Los pinchos son… pinchos como su propio nombre indica, vaya, crean un efecto bastante simpático cuando los ves en un nivel y no estás en el tono correspondiente. Por lo demás parecen puestos solo para obligarnos a saltar de vez en cuando sobre ellos, ya que no presentan ninguna dificultad y siempre están colocados de manera que saltarlos sea un juego de niños. Incluso cuando los colocan en movimiento sabes que tan sólo tienes que esperar a que pasen para pasarlos rápidos y cambiar de tono antes de que salga el siguiente. Creo que caí una vez en unos y ya porque estaba jugando sin muchas ganas. Cuando caes en ellos ocurre algo que no me ha gustado absolutamente nada y es que sale una breve manchita de sangre en el lugar donde anteriormente estaba tu personaje… Sangre roja, que desentona bastante con el juego.
– Bloques en movimiento: nos encontraremos con bloques en movimiento en algunas fases, algunas veces para subir y bajar y otras para ir de lado a lado en una fase. Estos bloques parecen colocados para exasperarnos, y no por que compliquen el nivel, sino porque van tan lentos que te entran ganas de disponer de un boton de avanzar rápido.
– Llaves: Las llaves nos servirán para abrir puertas… ¿Quién lo diría, verdad?
– Tejado impermeable: Este elemento es un bloque compuesto de los dos colores por el cual no puedes cambiar de tono, simplemente sirve para fastidiar y que tengas que cruzar por otro lado. En muchas ocasiones vienen acompañados de bombillitas, que tienen el mismo formato que las llaves y que servirán para eliminar estos bloques. Nos encontramos con la misma propuesta anterior ¿Para quésirve una llave? Pues igual.
– Rellenadores: Por último el más interesante, sólo que no y tampoco. Se trata de unos iconos, que al cogerlos rellenaran un espacio de la pantalla con un color, ayudándonos bien a cambiar la perspectiva rellenando el hueco en el que nos encontramos o a cambiar la fase rellenando otros huecos de ella.

Y con todos estos elementos aún así no alcanzas en ningun momento ese sentimiento de odio hacia el programador loco al que se le ha ocurrido ese puzzle. Limitándote a moverte por la pantalla saltando de un lugar a otro hasta que das con la puerta, acompañados de una música repetitiva hasta la saciedad que para más inri en cuanto pasan unos segundos desaparece por que si.

En mi opinión Shift es lo que es, un juego flash que no a sabido pasar a consola y que no presenta ningún reto al jugador, ya que hasta el nivel 45 (y tiene 100) no te obligan a pensar ni una sola vez. Perfecto para casual gamers que tan sólo quieran disfrutar comprobando lo listos que son llegando a la puerta una y otra vez sin complicarse la vida demasiado.

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