Se antoja difícil hablar de Transformers sin que afloren un millón de sentimientos de nostalgia, niñez y épocas en las que nuestra mayor preocupación era llegar a casa, coger el bocadillo y ver nuestras series preferidas en la televisión.
Puede que el tiempo pase y que hayan quedado ya muy lejos aquellos niños inocentes que éramos antaño, pero la franquicia no ha dejado de crecer y prosperar durante más de 30 años. Esta circunstancia, por un lado, nos hace sentir todavía jóvenes al reconocer una franquicia que disfrutan los niños en la actualidad; pero, por otro lado, los cambios sufridos por la misma a lo largo de tres décadas son un testimonio de cómo hemos cambiado nosotros mismos.
Los que crecimos con la ahora llamada Generación 1 de Transformers nos hemos sentido algo ajenos a los reinicios recientes de la historia en los cómics y, sobre todo, a lo que sea que Michael Bay haya querido intentar con las adaptaciones cinematográficas. Por desgracia, la inevitable actualidad y el gran peso que tiene la industria cinematográfica en absolutamente todas las demás ramas del ocio han provocado que las adaptaciones jugables de Transformers girasen en torno a esas películas. Incluso cuando no se trataba de juegos basados directamente en las películas, obras como La guerra por Cybertron y su continuación se anclaban mucho en esa nueva generación de Transformers tan tecnológica, gris y presuntamente realista.
Es por todo esto que la llegada de Transformers Devastation se antoja, a muchos niveles, como un recordatorio de que todo tiene un origen, una carta de amor a los aficionados clásicos de la franquicia y un guiño a los nuevos usuarios que tienen así una pequeña oportunidad de vivir en primera persona cómo era un capítulo de aquella serie que encandilaba a sus padres. Y es que Devastation se olvida de todos esos cambios de la franquicia para devolvernos a sus orígenes, con personajes clásicos y diseños tradicionales. Tal es así, que incluso la aparición de Soundwave, que cuenta con el apoyo de las cintas transformables de su interior, se convierte en una reliquia de un tiempo ya pasado en el que los walkmans todavía tenían razón de ser.
Devastation es, de principio a fin, un capítulo de Transformers de la primera generación, con un argumento básico y rudimentario y un desarrollo dividido innecesariamente en capítulos que en todo momento nos recuerda a aquellos tiempos de bocata y televisión. El estilo visual del juego, con un estilo de animación de buena calidad, nos hace sentir dentro de un capítulo de la serie y llegamos a sentirnos de verdad encarnando a uno de los cinco héroes clásicos que podremos controlar (Optimus Prime, Bumblebee, Sideswipe, Wheeljack y Grimlock, aunque no todos estarán disponibles de inicio). Cierto es que, dentro de ese parecido con un capítulo de la serie, el argumento no da para mucho y el juego es considerablemente corto (en torno a las 6 horas), pero también es justo reconocer que es una duración idónea antes de que se haga excesivamente repetitivo y agotador.
Transformers Devastation conoce sus propios límites y no intenta ir más allá de ellos en ningún momento: historia sencilla, estilo visual y presentación dignos de la serie de animación, duración breve… y una jugabilidad endiabladamente divertida, con el sello inequívoco de PlatinumGames. Muchos se sorprendieron en su momento cuando Activision anunció que este juego lo desarrollaría la empresa japonesa de moda, que entre muchas otras obras destaca por la franquicia Bayonetta. No es casual, por tanto, que a nivel jugable Transformers Devastation sea un clon venido a menos de la obra maestra de PlatinumGames. Quien haya jugado a Bayonetta, estará más que preparado para explotar al máximo las posibilidades de Devastation desde un primer momento.
El juego se desarrolla en un mapeado por el que nos iremos moviendo de objetivo en objetivo (con cambios de zona limitados que muchas veces nos llevan de vuelta a la zona central de la ciudad) y enfrentándonos a diferentes enemigos que nos saldrán al paso. Cada capítulo estará dividido en varios subcapítulos (similares a los versos de Bayonetta), con su propia puntuación independiente de cara a la nota final del juego. Habrá misiones secundarias ocultas, enfrentamientos contra gigantescos jefes finales, visitas a la tienda para comprar mejores armas, habilidades o subir de nivel diferentes características… En definitiva, un sistema que bebe mucho de las bases asentadas de Bayonetta.
Esto se nota también en el propio sistema de juego: combos largos, golpes normales y fuertes, saltos, la posibilidad de correr (convirtiéndonos, lógicamente, en vehículo en vez de en animales como Bayonetta), ataques cuerpo a cuerpo, ataques a distancia e incluso una esquiva que, de hacerla en el momento adecuado, ralentiza el tiempo para que podamos atacar a nuestro gusto a los enemigos. Es un sistema sencillo pero directo, fácil de aprender pero con una profundidad importante que aporta bastantes posibilidades de cara a cómo queramos afrontar los diferentes combates del juego. Todo lo visto en Bayonetta está presente de nuevo aquí (sí, insistimos mucho en el tema, pero es que no se han molestado demasiado en disimularlo).
Pese a todo, es aquí donde es preciso destacar que es una versión un tanto descafeinada de la bruja de PlatinumGames. Es comprensible, ya que estamos ante un juego pensado sobre todo para los más pequeños de la casa y no se les puede exigir un nivel de habilidad tan elevado como el que puede requerir Bayonetta en sus configuraciones de dificultad más elevadas. Pero sobre todo, se genera cierta incoherencia con la propia licencia que provoca cierto rechazo a la hora de jugar. Por ejemplo, el uso del tiempo brujo; en Bayonetta tenía sentido, pero en combates de una gran raza de pesados robots alienígenas desentona mucho. ¿Por qué se ralentiza el tiempo? ¿Y de dónde sacan esa agilidad los robots, que pesan tantas toneladas, para encadenar grandes cadenas de combos en el aire sin ser de modelo avión? Son detalles un tanto tiquismiquis pero que chocan demasiado al verlos en pantalla.
Si se supera esa cierta incoherencia, lo cierto es que Transformers consigue dejar un buen sabor de boca. Su sistema de combate es frenético, directo y divertido, con un único gran fallo que es la cámara (muchas veces molesta más que ayuda). Todo esto está acompañado de una historia breve e insustancial, un apartado técnico que podría dar más de sí y la permanente sensación de que, con algo más de tiempo, PlatinumGames podría habernos ofrecido un juego mucho más completo. Pero a pesar de todas sus limitaciones y del amplio margen de mejora, es uno de los mejores juegos de Transformers en mucho tiempo (aunque eso no sea mucho decir), una carta de amor a los orígenes de la franquicia y un título notable en líneas generales que hará las delicias de los amantes de estos eternos robots disfrazados. [78]