Cómo pasa el tiempo. Y cómo avanza la tecnología. Me acuerdo que en mis años mozos veraneaba en un pueblo costero, y muchas de las veces que íbamos a cenar fuera lo hacíamos en un restaurante que tenía una máquina de las Tortugas Ninja. Tiempo después fue sustituida, si mi memoria no me falla y fue al revés, por la recreativa de los Simpsons. En ambas me gastaba íntegramente la propina que mis padres tenían a bien darme para que les dejara en paz a ellos y a la pareja de amigos de la ocasión. Religiosamente, disponía mis monedas de vente duros en mi mano derecha, me dirigía a la recreativa de mis amores y dilapidaba una fortuna cercana a las 250 pesetas. Esa recreativa lo tenía todo: Un mueble con 4 mandos para jugar en multijugador con los chavalines guiris rubiales que me acompañaban en las partidas, un sonido brutal, aunque las voces estaban en versión original y lo que se me antojaban por aquel entonces unos gráficos de aupa. Me tenía totalmente enamorado.
Cómo pasa el tiempo. Ahora, cerca de 18 años después – argh -, el juego de las Tortugas Ninja, rescatado del tunel del tiempo gracias al Bazar de Xbox Live, parece una rareza de tiempos prehistóricos, un juego digno de aparecer en un hipotético museo destinado a recopilar los eslabones de la Evolución del Videojuego. Ni visualmente ni jugablemente aguanta el tipo. Lo primero era obvio, pero lo segundo me ha extrañado, porque sí que he podido volver a disfrutar con Streets of Rage 2, pero con TMNT me he encontrado un arcade tosco y poco amigable, sobre todo en lo que respecta al motor de colisiones, que rivaliza con el de Morrowind. Y si un juego
Como buenos detalles destacar el modo online cooperativo a 4 bandas a través de Xbox Live y ese sabor a recreativa, «Insert Coins» incluídos, que tanto costaba encontrar en la época de las 16 bits. Su precio también es atractivo, tan sólo 400 MS points, pero por desgracia hay pocos alicientes, al menos objetivos – la melancolía es otra cosa -, para hacerse con él. El niño que habita en mí ha desaparecido un poquito más, porque se me ha caído un mito. Tan sólo me quedan Papa Noël y…. Romario.