Consumismo y Videojuegos, un artículo de Alberto Venegas

La imagen que da inicio al siguiente artículo, extraída de la página web Dorkly y creada por Julia Lepelil y Andrew Bridgman, ilustra a la perfección el sentimiento de muchos jugadores que cuentan en sus librerías digitales más títulos de los que son humanamente posibles de digerir.

Viñeta consumismo y videojuegos

Esta característica del mercado ha aparecido en el mundo de los videojuegos hace escasos años, especialmente tras la irrupción de la plataforma de venta digital de videojuegos propiedad de Valve, Steam. Los precios, las grandes rebajas temporales y la facilidad para hacerse con cualquier producto han allanado la labor del jugador habitual a la hora de adquirir un videojuego. Sin embargo y aunque nos parezca realmente novedosa esta práctica ya existía en otros medios del mercado actual, como por ejemplo dentro del mundo tecnológico:

“Según un lugar común de la industria electrónica, los consumidores ordinarios compran equipamientos cuyas capacidades nunca utilizará íntegramente (…) aunque la mayoría de la gente no guardará en el mejor de los casos, más de unos cuantos centenares de páginas de cartas o programas de software que permanecerán en el ordenador sin ser nunca abiertos” (SENNET, R. 2006:130)

Pero no solo en el ámbito de la tecnología existe esta práctica, sino que se aloja en otras que no tienen, en principio, nada que ver con el mundo de las nuevas tecnologías como la industria textil. En este rincón de la economía mundial ha aparecido en los últimos años un fenómeno conocido como moda rápida o “fast fashion”.

“Tras el impacto de la globalización y el uso intensivo de las tecnologías de la información, el tiempo se ha convertido en una variable decisiva en el mercado internacional de la moda. De ahí la necesidad de estructurar toda la organización empresarial y sus procesos alrededor de la actividad que concentra esa información y la creación del producto demandado en el menor tiempo posible.” (BARREIRO MARTÍNEZ, A. 2008:9)

Esta moda rápida incide en la necesidad de compra, apela al sentimiento de obsolescencia programada dentro de la moda donde aparecen cada vez más colecciones que sustituyen a las clásicas de invierno / otoño y primera / verano para introducir la idea en el comprador de sentirse fuera de la moda continuamente y por tanto incitarle a comprar estas nuevas para estar de nuevo “a la moda”. De hecho las grandes cadenas, con el conglomerado de Inditex a la cabeza son los culpables de esta práctica al establecer unos precios tan bajos para sus productos que permiten esta compra constante.

Sus productos no inciden en la calidad, sino en la cantidad y el bajo precio. Este hecho ocurre de manera paralela en los videojuegos donde el ritmo de salida y publicación de estos es increíblemente rápido y se ofrecen al público de una manera fácil y accesible gracias a las plataformas digitales. Y es que estas ideas, además de estar relacionadas con la obsolescencia programada, tienen otra serie de principios o conceptos sociológicos ligados al capitalismo detrás como por ejemplo la mencionada por Sennet en su obra La nueva cultura del capitalismo:

“…el poderoso atractivo comercial del iPod consiste precisamente en tener más de lo que una persona podría usar jamás. Parte de ese atractivo reside en una conexión entre potencia material y capacidad potencial de un individuo” (SENNET, R.2006:132)

iPhone 6

Poseemos más de lo que somos capaces de absorber y esta idea misma es un gran atractivo para continuar adquiriendo aún más productos. Nos produce una placentera comodidad y sensación poder obtener productos a bajos precios, somos culpables y participantes de esta cadena de consumismo acelerado que nos fuerza a seguir consiguiendo productos que no necesitamos, porque el capitalismo social ha conseguido crearnos la falsa idea de que si los necesitamos. En el mundo de los videojuegos no haber disfrutado del último lanzamiento que los medios aclaman sitúan al jugador en un nivel degradado con respecto a quien sí lo ha disfrutado. La sensación de poseer el último lanzamiento es muy fuerte debido a la presión social. De hecho:

“Hoy en día, es impresionante el poder de la pasión por el consumo: para el espectador – consumidor, el uso posesivo es menos estimulante que el deseo de cosas que todavía no posee” (SENNET, R. 2006:138)

Y el factor que nos demuestra que la sentencia anterior es cierta es el concepto acuñado por la comunidad de jugadores de videojuegos, “hype”. Antes del lanzamiento de un videojuego se realizan numerosas coberturas y artículos sobre él, aunque este aún no se encuentre en el mercado. Sin embargo, una vez en las tiendas la cobertura que recibe el título se reduce considerablemente. La vida útil de un videojuego en la prensa una vez publicado es radicalmente más corta que la vida útil de ese mismo videojuego en el momento anterior a su salida.

Este hecho nos demuestra como la necesidad de poseer es mucho más fuerte en nuestra sociedad que la de disfrutar. Y este hecho, que dentro de la comunidad de jugadores parece tan “nuestro” es en realidad una teoría económica derivada del capitalismo que sitúa a las propuestas jugables dentro de una órbita financiera global relacionada con todos los medios culturales restantes.

  1. Lo hemos comentado muchas veces, demasiados juegos sin terminar, abandonados cuando no sin empezar a jugarlos. No creo que este «problema» nos haga mejor jugadores ni saber más.

      • Coincido con ambos.

        Recuerdo en tiempos prehistóricos, videojueguilmente hablando, cuando no teníamos un puto duro y algunos ni siquiera tienda física en nuestra ciudad (acaso algún videoclub donde alquilar, o comprar a precios indecentes), además de que entonces internet… je, si no existía ni Windows. XD

        Entonces era como una especie de liturgia adquirir un juego. Te informabas, como podías, en revistas, en ese boca a boca… que tampoco era tan fácil al no estar masificado el consumo de nuestro vicio favorito ( bueno, de los principales XDDD ) como ahora. Pedías por correo, a Centro Mail, principalmente, y a otras. Yo ya tenía coleguillas para el mercadeo de segunda mano en tiendas de Córdoba, Valencia, Barcelona, Madrid, etc. 😀

        Pero el momento importante, EL momento, era cuando esperabas en la terraza a que apareciese en el horizonte el furgoneto de SEUR (casi siempre). Y luego, claro, el juego nuevo… ese título que te pulías hasta el infinito y más allá. ¡Y entonces no había Logros ni leches!

        Luego ya todo empezó a crecer, llegaron las tiendas especializadas, se vendía en tiendas de electrodomésticos (con un recargo de un 30% +/- en los juegos), llegáron los 32Bits… y bajaron de precio para que los simples mortales pudiésemos tener acceso a ellos, y hasta ahora.

        También fue cuando empezaron el pirateo consolero (paso de PC) y el acceso a tropecientosmil juegos… que luego nunca se jugaban. Ni disfrutaban.

        No voy a decir nada de lo que tenemos/padecemos ahora, no viene al caso y ya lo he hecho en innumerables ocasiones. Luces y sombras en cualquier caso, en general.

        Lo que sí tengo muy claro, es que antiguamente, cuando éramos unos chavales que teníamos más pelo y menos dinero… DISFRUTÁBAMOS MÁS, INFINITAMENTE MÁS, de los juegos y de todo lo que rodeaba este entonces mundillo.

        Recuerdos del Abuelo Cebolleta.

        ¿Cuántos AAA, que merecen la pena… o no, nos compramos ahora de salida prácticamente por inercia, y que luego se pasan la tira de tiempo en la estantería (más o menos hasta que han bajado de precio varias veces)?

        ¿O ese afán coleccionista que roza el Síndrome de Diógenes electrónico? Y lo dice uno que sabéis que en los últimos tiempos ha cambiado de filosofía y ha soltado lo que no está escrito en materíal que… bueno, en el foro tenéis las pruebas. Y hay más cosas que han salido por otros lados, o directamente por privado.

        Está bien venerar las JOYAZAS, de máquinas a títulos. Y sigo siendo muy friki de todo este ya MUNDO, pero que hace tiempo que se nos fue la olla un pelín… lo sabemos todos.

        Por otra parte, personalmente y pese a mi reconocido cuasi renacer videojueguil filosófico (toma gilipollez), y sin tratarse de pasta, reconozco que es mi único vicio (ejem). Lo que sí que me la suda por completo son los móviles, tablets, merchandising, y demás cacharritos. Como las ediciones repolla (salvo excasísimas excepciones, casos muy puntuales y por algo muy concreto) de X título, o el 99% de los juegos de salida.

        En fin, consumistas TODOS. Con pasta o sin pasta. Siempre se hacen florituras. Es lo que tiene la actual cultura deshumanizada y absurda, donde lo más importante es estar a la última; o tener mil «amigos» en la red social de turno… mientras que ni saludas al vecino, ni sabes como se llama ese compañero con el que llevas tiempo cruzándote. Muy bonito todo.

        Danzad, danzad, malditos (gran película). Quizá convendría pensarse si de vez en cuando no sería momento de «disparar al pianista»… y pegarle una patada a los «altavoces» oficiales.

        Luego algunos todavía se sorprenden del subidón de los indies en los últimos tiempos, je. Pero esa es otra historia, y ya dije que de lo actual no iba a hablar, hombre.

        Sabrán disculpar a tochomán aburrido y algo quemado esta noche.

        Salud, camaradas videojueguiles. 😉

        • Jajaja, Choroman, me ha encantado tu comentario, la liturgia, no puedo estar más de acuerdo con esa afirmación. La lectura casi obsesiva de prensa en papel, esperar cada mes para poder hojearla y ver las novedades, seleccionarlas cuidodasemente y elegir, entre todas ellas, una opción. La acción de leer, esperar, elegir y después, con el tiempo, disfrutar, no puede ser igualada nunca, salvo en escasos momentos, donde ciertos juegos levantan esa sensación, aunque son muy pocos. Muy bueno tu comentario, ¡gracias!

    • Para nada, completamente de acuerdo, si acaso nos hace peores jugadores, ya que no disfrutamos el tiempo necesario de cada uno y pasamos al siguiente sin mirar atrás, sin reflexionar sobre lo que hemos jugado. Además, jugar a todo elimina un elemento trascendental, el poder de elegir, que supone un juicio y un razonamiento, aunque sea uno consigo mismo.

  2. Excelente articulo, y creo que ahora se está comenzando a explotar ese deseo de obtener primero que todos, con esas las ediciones de juegos que se consiguen 24 horas antes del lanzamiento; son el mismo juego, pero hay muchos que se sienten bien solo por tenerlo antes que todos, asi no lo jueguen.

    • Es la tranquilidad geek, o videojueguil.

      Luego está la veneración cuasi religiosa al logo… ejem.

      Son tiempos extraños. Y muy muy muy gilipollescos. Cuando la felicidad pasa por tener lo último, mitad por esa tranquilidad, mitad por rebozárselo a, pues eso.

      Fue llegar los 90 y el mundo se fue a la mierda… XDDDD

    • Totalmente de acuerdo, hay cierta obsesión por conseguir esa sensación de poseer, no de disfrutar ni de jugar, sino solo de poseer, de verlo ahí, en la estanteria, física o digital, haciendo bonito. Es igual que en el tema de viajar, que mucha gente lo hace motivado porque otros muchos también lo hacen y para poder decir, yo he estado ahí, en las conversaciones de las cenas de amigos 😀 Gracias por tu comentario, toda la razón 😀

  3. Me ha gustado el artículo, bien hecho! Dos cosas a decir:

    Sobre el Síndrome de Diógenes videojueguil. En mi caso hay muchos juegos que compro precisamente porque tienen un excelente precio y siempre suelen ser ofertas temporales de juegos que acabaré jugando. Otra cosa es que tenga una BD guardada en el ordenador con todos los juegos que he de jugar y aún me quede un 45% de los cuales una buena parte son RPGs y juegos para 3DS, la cual aún no tengo xD

    Y sobre el concepto de tener un juego el primer día, antes era de los que esperaba con impaciencia que llegara un determinado juego para poder comprarlo el día de salida, pero con el paso de los años esta sensación se ha ido difuminando poco a poco, y un gran culpable es el precio de los juegos. Pero es absolutamente cierto que siento envidia cuando mis compañeros y amigos están haciendo unas partidas al SSB para 3DS o al Destiny.

    • Yo también hacía eso, aprovechar ofertas. Y luego es cierto que en muchas ocasiones los acababa jugando… incluso pasando de AAA, jajaja. Pero siempre habrá títulos que al final no se juegan, te lo digo por experiencia; y ya ves que no soy precisamente de los que se pliegan a la corriente del mercado o a los títulos del momento.

      Dicho lo cual, es una muy sana costumbre. Especialmente para el bolsillo, que están los tiempos y los precios como para andarse con ojo. E incluso sigo haciéndolo, aunque tras haberme quedado con muuuy poco material, digamos que tengo el rasero si no muy alto, sí muy particular. 😉

      Actualmente, de lo que tengo, sin contar lo nuevo de la bluffgen, de lo que he decidido quedarme de lo «antiguo» ya me lo he jugado casi todo. Y de lo que aún busco, lo haré. Pero repito que son ya muy poquitas cosas las que me interesan.

    • Si, eso nos pasa a todos, que tenemos más juegos de los que nunca vamos a poder jugar, sin embargo seguimos jugando. Esa sensación estoy intentando explicarla en mis actuales artículos en AKB. Échales un ojo y me cuentas, a ver que te parecen 😀

  4. Coincido con el articulo… es una realidad.

    Ahora bien, Steam no son las eshop de consola. Los precios, en la mayoria de las ocasiones son muy altos, sobre todo en titulos recientes o triples A, y las ofertas no son tan suculentas ni habituales como en PC.

    Otra cosa que se extrae de todo esto es la brecha social que tenemos en este pais. 800.000 reservas de un iphone que cuesta 700€, mientras que hay gente que tiene para comer, es muy triste.

    • Pues si, una brecha gigantesca, y más aún con la crisis, donde esa brecha tiende a hacerse más gigantesca, pero además, el sector del videojuego no hace más que crecer, es curioso, hay muchas razones, pero una que me resulta muy interesante es que el videojuego es un producto cultural que llega a todo el mundo, es decir, no hay videojuegos de lujo, ni videojuegos para pobres, es una rama del entretinimiento muy democrática, en el sentido de que todo el mundo, sea de la clase social que sea, juega a los mismos juegos.

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