Este fin de semana he ido a ver «La vida secreta de Walter Mitty«, película dirigida y protagonizada por Ben Stiller donde se retrata a una persona introvertida, insegura de sí misma, que se refugia en su imaginación para vivir grandes aventuras hasta que decide dar el paso gracias precisamente a ella.
No es perfecta ni mucho menos, pero sí debería ser un canto a la imaginación por la imaginación, al valor que se debe de dar cada uno a sí mismo, a la idea de que cada vida es única, y no vale la pena vivirla en el miedo o en la duda, dejando marchar horas, días, meses y años sin «vivir«.
Pensando y reflexionando sobre la peli (bellísima fotografía, por cierto) he visto ciertos paralelismos con la situación actual (generalizando, claro) del mundo del videojuego. Las grandes firmas se aseguran ingresos invirtiendo en AAA´s numéricos o con el nombre de una IP exitosa. Bien es verdad que los presupuestos de los videojuegos han aumentado exponencialmente ya desde los tiempos de la primera PSX, y que siempre es un gran riesgo económico y de tiempo lanzarse a sacar títulos que, si bien a priori pueden parecer caballos ganadores, al final acaban siendo olvidados por el gran público. No es sencillo, lo sé.
Sin embargo, hecho en falta algo de Walter Mitty en las «majors«, algo que insufle vida a sus títulos. Imaginación a la hora de tratar esos mundos en los que correremos, imaginación para trazar historias que nos hagan estar pendientes de ellas, lo que redundaría en experiencias más ricas y completas para los usuarios. Un ejemplo de lo que pasa es el nuevo Killzone para la recién estrenada PS4: tiene un mundo complejo por sus variantes socio-culturales entre Helghan y Vekta, pero no saben aprovecharlo con una historia épica, con personajes carismáticos que nos hagan sentir emoción a la hora de jugar, que nos haga estar ansiosos por ver cómo se desarrolla la historia… en este sentido, las máquinas antiguas hacían más hincapié en estos elementos. Hoy se le da más importancia a lo que se muestra en pantalla que a lo que se cuenta en ella.
Naughty Dog es un buen ejemplo de desarrollador que, teniendo un éxito asegurado con una saga como Uncharted, se arriesga con una nueva historia, una nueva jugabilidad y personajes desconocidos. Pero con una impronta muy marcada en el mundo donde han puesto todos esos elementos. The Last of Us es una muestra de qué hacer para avanzar en este mundo virtual cuando ya has conseguido un éxito arrollador y reconocido mundialmente.
Intentar innovar o avanzar en su valor como equipo, IMAGINAR cosas nuevas que presentarle a los usuarios que sostienen un pad/teclado en las manos para que sientan que hay algo nuevo (aunque en el fondo no lo sea, el caso es hacer que los jugadores disfruten con los contenidos imaginados por los diseñadores). El señor Miyamoto es sin duda alguna el ejemplo a seguir en este sentido, pero es que además se le ve en la cara, en los ojos, en su sonrisa: su imaginación está siempre en movimiento, su cabeza no para a la hora de crear e imaginar cosas. Él sería un buen amigo de Walter Mitty sin duda alguna…
No dejemos de jugar a los FIFA´s, Battlefield´s y demás, pero EXIJAMOS también más juegos innovadores, más historias originales, personajes nunca vistos, situaciones nuevas y jugabilidad que nos deje con la boca abierta. Si ellos crean todas estas cosas, también harán que nuestras mentes hagan lo mismo.