A escasas horas de que se inicie oficialmente la edición 2013 del E3, a Microsoft le ha entrado prisa por confirmar, de la forma menos vistosa posible, lo que venía siendo un secreto a voces: que Xbox One necesitará conectarse a Internet diariamente o, sino, no podremos ejecutar los juegos que hayamos ¿comprado? con nuestros ahorros.
Y pongo comprado entre interrogantes, porque este tipo de validación por Internet implica que la posibilidad de jugar a esos juegos existirá hasta cuándo MS tenga a bien mantener los servidores conectados. Hay que tener en cuenta que Xbox One no será retrocompatible, por lo que los títulos que tengamos para 360 comprados en el Bazar, únicamente podrán jugarse mientras Microsoft así lo quiera. Otros asuntos, como el dejar al criterio de las productoras de juegos si estos se podrán revender o ceder a alguno de nuestros contactos, completan un anuncio del repertorio de características que, supongo, Microsoft quiso dejar fuera de la fiesta de presentación de su nueva consola y, a la vez, del E3, para intentar maximizar el impacto de la marca en estos eventos.
Que conste en acta que intuyo que en el E3 Microsoft desvelará un modelo de suscripción estilo PSN Plus con permanencia obligatoria que servirá para «justificar», siempre entre comillas y a juicio de cada consumidor, este tipo de DRM. Pero, de momento, es únicamente una hipótesis que, por cierto, lleva casi tanto dando vueltas como los rumores, ahora confirmados, de que la consola necesitaría estar conectada.
Las críticas y puyas a Microsoft no tardaron en aparecer en todas las redes sociales y todavía hoy, horas después de que las poco atractivas para el consumidor características se hicieran públicas, el asunto está al rojo vivo. En Twitter dejé claro mi parecer: que esto ya se podía suponer, que quejarse ahora habiendo productos como SimCity o superventas como Diablo III en el mercado me parecía como una rabieta de alguien que llevara años de siesta y que lo que mejor se podía hacer en este caso era dejarse de chiquilladas y puyitas por Twitter y NO comprar la consola si realmente a alguien le parecía una tomadura de pelo. Si el mercado ha llegado hasta aquí es por culpa de todos. Sinceramente, no entiendo lo que esperaba la gente. ¿Que volviéramos a los cartuchos? Un poquito de por favor…
Personalmente he de decir que, hoy por hoy, estoy más cercano a comprarme Steambox que una PS4 o una Xbox One. Una plataforma por definirse en la que el formato físico brillará, seguramente, por su ausencia, que necesita online para poder ofrecer todas sus características y que, seguramente, contará con todos los inconvenientes relacionados con los Requisitos Mínimos y Recomendados del mercado del PC. Aparentemente muchas pegas, algunas hasta compartidas con Xbox One. No me importa. Tanto Sony como Microsoft están creando Ecosistemas Controlados en los que tener bien cogido al usuario y limitar su libertad, a todos los niveles. Y yo, consolero de toda la vida, estoy pensando en saltar al PC. Así de negro lo veo.
La tragedia ya lleva años cocinándose. Desde la proliferación de lo que me gusta refererirme como El Virus de los Multiplataforma, que hace que casi dé igual tener una consola de Sony, Microsoft o un PC, pasando por el despiporre causado por la capacidad online de las consolas, lo que ha provocado que los desarrolladores se hayan sentido legitimados tanto a lanzar juegos sin pulir como a convertir los títulos en Campos Base desde los que adquirir una colección, en demasiadas ocasiones, interminable de DLCs. Y eso cuando no venían ya incluídos en el propio disco.
Así están las cosas. Mientras que en las consolas los fabricantes parecen únicamente preocupados en dotar de capacidades multimedia a sus máquinas y a monetizar la experiencia de juego al máximo, ya sea a través de limitar las licencias de los propios juegos o habilitando sistemas de DRM intrusivos, el PC, que siempre ha sido vista como una plataforma caótica, cara y poco atractiva para el usuario de consolas, puede alcanzar el éxito de la mano de Valve y alzarse como la Plataforma Elegida por los jugadores de la vieja escuela. Los nuevos, fans de Bieber y similares, que hagan lo que quieran.