Llevo tiempo pensando en escribir este artículo. Concretamente desde que asistí a Gamepolis en Málaga. Ya en la cola me sentía como pez fuera del agua, miraba a izquierda o derecha y solo veía gente a la que sacaba como poco 20 años, salvo alguna rara excepción.
Dentro del recinto la cosa tampoco cambiaba demasiado, tenía voluntad en integrarme en el ambiente pero me sentía extraño. Sólo cuando me acerqué a la exposición de máquinas retro pude sentir un leve sentimiento de sosiego, de tranquilidad, pero duró poco. Simplemente tenía que observar quien frecuentaba la exposición y de nuevo veía perfiles muy alejados de mi edad, aunque he de reconocer que en esta parte sí que había algo más de presencia afín.
Puedo nombrar juegos, empresas, músicos, programadores, grafistas… de tantos sistemas, desde mi ZX Spectrum hasta la Xbox 360 o PS3 actuales. Puedo escribir de muchas cosas, de muchas experiencias, de mucho tiempo invertido en aquellos Final Fantasy de PSX, de tantas noches con El Larguero puesto mientras le daba mil vueltas al ISS Pro de turno. De consolas de sobremesa o portátiles, de ordenadores varios…
Pero todo es desde una distancia, mis amigos de Xbox Live son desde una distancia, mis contactos en mi TL (salvo contadas excepciones) también, mis amigos gamer en Facebook… Y es que de los que empezaron conmigo hace tantos años en ese por entonces mundo “raro” de los videojuegos, apenas queda nadie. Puede ser por una evolución natural de la edad, cuando uno tiene su trabajo, su familia, cuando uno llega a cierta etapa en la vida, puede ser por tantas cosas pero el caso es que yo me veo aquí. Yo sigo aquí.
Sigo aquí y el convencionalismo de las cosas me hace reflexionar más de una vez: ¿es lógico que estando ya prácticamente en la segunda mitad de mi vida, me sigan gustando esas mismas cosas que ahora triunfan entre los chavales de 20?, ¿son los videojuegos inherentes a una parte de nuestro ciclo vital o son intemporales?
Realmente cuando lo pienso desde la perspectiva de hace 30 años, cuando tuve entre mis manos mi ZX Spectrum 48k, sí que puede que se tomara de esa manera, porque era impensable que gente de 20 años más pudieran tener esa afición. Pero las cosas han cambiado y mucho.
Yo lo compararía al gusto por el cine. Quizás hace 100 años, con la aparición de este arte, habría gente joven aficionada que se considerara outsider con respecto a los adultos que seguirían poniendo su afecto en la radio o la prensa pero con el paso del tiempo evidentemente podemos considerar cinéfilo a un joven de 20 y a un anciano de 80 con total igualdad de criterios sociales a la hora de valorar como aceptada su afición independientemente de su edad.
Puede que en un futuro bastante cercano esto ocurra también con los videojuegos, pero por ahora no dejo de tener esa sensación de bicho raro en cuanto tengo que manifestarme con mi presencia física en cualquier situación relacionada con mi principal afición (festivales, tiendas de videojuegos, etc.).
Quizás todo esto que cuento no es más que una impresión totalmente personal, quizás es algo que solo me pasa a mí, pero aun siendo así ya me había rondado muchas veces por la cabeza la idea de plasmarlo en un texto y hoy me he decidido.
Me gustaría que lo leyerais y compartiérais vuestras opiniones.