Supongo que todavía debe estar allí, medio enterrado entre cuadernos de instituto y apuntes de universidad en esa gran caja de aquella primera impresora que tuve, de esas matriciales que tanto ruido hacían. Sé que la última vez que lo vi se conservaba bastante bien. Era pequeño, pero robusto. Aunque también se que las goteras de la edad no habían pasado en balde, algunas de aquellas teclas azules de goma con impresiones verdes, blancas y rojas ya no hacían buen contacto, sobre todo la de la J. Está muy claro que tanto load “” había hecho mella.
Prefiero entonces no buscarlo de nuevo, prefiero en su lugar acordarme de tan buenos ratos pasados. Acordarme de aquellas largas meriendas mientras cargaba el Match Day, rezando porque en el último golpe de bip tanta espera no se transformase en un “new enter” y no tener que ver la bonita ilustración que hacía las veces de pantalla de carga, transformada de golpe en aquella pantalla blanca con esa frase demoledora en su parte inferior: 1982 Sinclair Research Ltd. Había que tener paciencia, volverlo a intentar o en su defecto proveerte de un buen mini destornillador para ajustar un poquito los cabezales de tu reproductor de cassette (sí, para el que no lo haya deducido hasta ahora el soporte de esos juegos eran cintas de cassette).
Acordarme también de cuando aprendí a utilizar el loadscreen$ para ver con detenimiento y por separado aquellas pantallas de carga de Dinamic , aquellas fantásticas ilustraciones de Alfonso Azpiri y muchas más de otras compañías. Recordar todas aquellas tardes copiando listados de juegos caseros que publicaba la Microhobby, de introducir aquellos pokes para vidas infinitas, probar diferentes valores para los randomize usr…
Eran solo 48kb de RAM pero… ¡Daban para tanto! Tenías opciones de jugar en cualquier género que se te ocurriera: deportes, acción, estrategia, etc. Y pensar en esos momentos me llevaba inmediatamente a la siguiente combinación: Q-A-O-P-Espacio o “Redefine Keys” en su defecto. En esa época creo que aprendí así más inglés que en el instituto. Nunca tan pocas teclas habían dado tanto juego. Luego como gran innovación podías hasta elegir un joystick, con dos estándares diferentes: Kempston o Sinclair, cada uno con sus adeptos y contrarios, aunque la verdad creo que el Kempston fue el que a la larga triunfó.
Fueron tantas experiencias inolvidables, imaginaros por ejemplo por un momento que un chaval en sus últimos días de EGB tiene la posibilidad de encontrar un juego donde puedes ser un alumno gamberrete y lo que es aún más alucinante, podías cambiar los nombres de los profesores y ponerles los de tu cole! Imaginaos lo que podía ser tener al alcance de tu mano ese deseo hecho realidad: eso fue Skool Daze. Y Si querías por ejemplo estrategia tenías los fantásticos juegos de CCS como Arnhem o Desert Rats, fieles representantes de lo que en esa época eran los wargames de tablero. En deportes el clásico machaca botones Daley Thompsons´ Decathlon al estilo del famoso hyper sports arcade de Konami o el Match Day o Emilio Butragueño en fútbol. En plataformas Manic Miner o Jet Set Willy.
De aventuras Sabre Wulf, Knight Lore, alien 8, o cualquiera de esos míticos títulos de la compañía de los hermanos Stamper, Ultimate (posteriormente RARE). Aventuras conversacionales como The Hobbit, Spiderman, etc. En fin, estos son solo ejemplos de lo que por aquel entonces 48kb de RAM y 16kb de ROM podían ofrecer.
Eran tiempos en los que los gráficos no se medían en polígonos sino en sprites, donde el sonido no pasaba más de ciertos pitiditos con una cierta armonía (salvo el caso del C64, otro “viejo cacharro” que fue mi segundo ordenador y con un chip de sonido revolucionario para la época, el SID que merecería por si solo un capítulo aparte), donde la jugabilidad lo era prácticamente todo y la imaginación sustituía la falta de avances técnicos.
Obviamente si nos ponemos a pensar con la mentalidad de un gamer de hoy, que no haya vivido esa época, quizás se pueda pensar que estoy exagerando en mis comentarios . Hay que ponerse en esas fechas, principios de los ochenta, y ver realmente en el contexto en el que estábamos tecnológicamente hablando. No cabe duda que con el efecto de la nostalgia se tiende a recordar con más cariño ciertas épocas pasadas pero la novedad, sea la fecha que sea, es la que es, y la aparición de lo que hoy en día muchos llamaréis “aquellos viejos cacharros” en el mercado causó una auténtica revolución en el entretenimiento doméstico. En mi caso al menos así fue.