Relato de ficción inspirado en algo parecido a la realidad
Si me preguntas cuántos juegos tengo, la verdad es que no sabría qué decirte: no tengo ni idea. Se van acumulando en la estantería y cada vez me es más dificil encontrarles sitio. La situación ha llegado al extremo en el que me veo obligado a apilarlos en cajas y guardarlos en los armarios. Y a pesar de que no suelo recuperar ninguno de ellos una vez cierro las cajas, me cuesta horrores regalar alguno e incluso dejar juegos a algún colega. Mis juegos son como mis anillitos de Sauron, los tengo sólo para mí. Y eso que la relación que he tenido con la inmensa mayoría de ellos no llega ni para poder considerarse esporádica. He tenido conversaciones más largas con el taquillero del cine que tiempo he pasado jugando a alguno de ellos. Bueno, la verdad es que a muchos de ellos.
Cada día quedan más lejos los tiempos en los que disfrutaba jugando a algo que no sea el PES. Supongo que me he quemado. A fuerza de buscar defectos en cada título, en analizar hasta el último detalle de lo que se mostraba en pantalla, a investigar los nombres de cada uno de los diseñadores, he llegado a un punto en el cual ya no me siento atraido por finalizar ningún título. Con probarlo durante un rato más o menos variable ya le saco todo el jugo que necesito, y, muchas veces, que puedo soportar. He llegado al punto en el que tengo que escribir, que analizar, para disfrutar de un juego, por lo menos durante un rato. Cuando ya he acabado mi trabajo sobre un determinado título, ya está muerto para mi y dificilmente volveré a jugar a él. Pro Evolution aparte, por supuesto.
Tengo mis anecdotillas, como esos días que tengo especial mono de Master Leagues pero además tengo que escribir sobre algún juego que pinta especialmente mal. Bueno, en esos días Huygens, Castoro y compañía son mis musas para componer el análisis de un título del que, para documentarme, visualizo un par de videos, me leo los análisis de GameSpot e IGN (bendita competencia) y empiezo a vomitar palabras.
I’m Richard and I’m an addict. Debe de ser un efecto secundario provocado por la mecánica rutinaria de tener que analizar casi un juego al día. Se puede decir que tardo más rato en escribir el texto de una análisis que el rato que efectivamente me paso jugando a ese juego, que suelen ser un par de horas para un título normal y unas 3-4 para un juego especialmente esperado o que simplemente me haga una especial gracia, que ya os digo que son los menos.
Y eso que ya ha llegado el momento en el que me considero capaz de analizar cualquier cosa, incluso juegos que no existen todavía, y valorarlos consecuentemente. Al próximo GTA le pondré un 9. Porque será bueno, pero no revolucionará tanto como era de esperar. La misma nota que al próximo PES, si da el salto generacional que espero y no se queda estancado como el 6 para 360 ¿Más juegos? Super Mario Galaxy, 9. Zelda: Phantom Hourglass, 9. Si es que puntuar es lo más fácil que hay ¿Y el texto del análisis? Podría utilizar las mismas frases para analizarlos a todos ellos. Es más, propondría un análisis conjunto a los directores de las revistas si no fuera porque seguramente tomarían la decisión salomónica de pagarme un único análisis.
Si me lo propongo en serio podría montar una plantilla de Word que me hiciera los análisis automáticamente, utilizando tan sólo la función de Buscar y Reemplazar del título del juego y de los personajes. Por ejemplo:
Introducción:
«Han pasado muchos años desde que el primer juego de la serie (NOMBRE_SERIE) apareció en el mercado. Y su público sigue ahí, expectante, contando los meses, las semanas, los días que quedan hasta que salga a la venta la siguiente entrega. Y ahora, tras tan larga espera, tan sólo nos separan más de 10.000 de las antiguas pesetas de toda la diversión que este (NOMBRE_JUEGO) esconde ¿A que te estoy poniendo los dientes largos?
No es para menos, las expectativas son enormes y el resultado, os lo puedo garantizar, no os dejará indiferentes. Impresionantes gráficos, un sonido de cine y una jugabilidad a prueba de bombas. No salen a la venta juegos así cada día, así que, ya sabéis, dejad de leer este texto y corred a comprarlo, porque seguro que vuela de las estanterías.«
Como veis, meto toda la paja que puedo e intento ser lo más insustancial. Así mato dos pájaros de un tiro: por una parte completo la página que me pide cada director, porque yo cobro por páginas, no por calidad o sustancia de mis textos, y por otra no me mojo, con lo que dificilmente recibiré una llamada amenazante del relaciones públicas correspondiente. No es muy dificil, seguro que vosotros lo podríais hacer en cuanto llevárais unos añitos en ésto. Gajes del oficio, que les llaman. Por lo menos no me levanto en medio de la noche, sudando y gritando «Que vienen los Charlis».
Relatos anteriores: