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«Bomb Sweeper»: Buscando bombas en una LCD

Hubo un tiempo en el que las consolas portátiles no tenían a su disposición paletas de miles de colores ni millones de polígonos apretujados en pantalla. Por no tener ni si quiera tenían la cualidad del color o de poder mover un sprite a tu antojo por toda la pantalla.

 

En aquellos tiempos, Nintendo era, al igual que hoy, sinónimo de videojuego portátil y su arma principal eran las conocidas por todos «Game & Watch».

Siempre que me preguntan por el primer videojuego al que jugué en mi vida, las dudas sobre que respuesta dar vuelven. Pero nunca se me ocurre responder que el primero fue el «Bomb Sweeper». Quizá porque no es un videojuego y se la relega a la categoría de maquinita. Aun así creo que la respuesta mas honesta a la pregunta antes citada es precisamente «Bomb Sweeper».

La serie de «G&W» de doble pantalla, eran relativamente habituales en mi barrio en los años 80.  A mi hermano y a mi nos regalaron dos: «Mario Bros» y «Bomb Sweeper». A mi me tocó el «Bomb Sweeper» y creo que salí ganando. Horas y horas y horas delante de aquella diminuta pantalla de cristal liquido, moviendo a John Solve para encontrar la bomba antes de que el tiempo terminase.

 

La mecánica de juego era sencilla. Mientras la pantalla de arriba solo servia para las introducciones en las que Jack ponía la bomba mientras un indignado policía nos pedía ayuda, la de abajo era un laberinto en el que debíamos mover al héroe para encontrar la bomba. Las paredes nos impedían el paso, pero eran movibles siempre y cuando no tuviesen otra delante. Existían dos modos de juego diferentes. El Game B, se componía de laberintos aleatorios uno detrás de otro y el Game A eran series de 10 laberintos predefinidos con fase final incluida, durante la cual el laberinto era móvil e intentaba atraparnos antes de llegar al final. Tras esta «fase final» volvían a aparecer otras 10 pantallas y así sucesivamente.

Yo era un fanático del Game A, mientras que el Game B era el territorio de mi madre, que podía tirarse horas con la maquinita. Durante años, intente superar aquel videojuego sin descanso. Llegando a mas de 3000 puntos pero siempre atascándome en la misma pantalla una y otra vez. El tiempo corría rápido en las fases mas avanzadas y la complejidad de los laberintos te hacían perder las tres vidas de las que disponías rápidamente.

A medida que el tiempo pasó, y los sistemas de videojuegos evolucionaron en mi casa, la «G&W» quedo relegada a un cajón, al menos hasta hace un par de años.

 

Aprovechando una limpieza en casa, desempolve mi querida «Bomb Sweeper» y rápidamente miles de recuerdos volvieron a mi. Compré dos pilas de botón y me dispuse a revivir aquellos monocromáticos tiempos. Aquello fue como volver a montar en bicicleta. mis dedos se movían vertiginosamente por la cruceta y John Solve cruzaba la pantalla sin descanso arañando segundos para la siguiente fase. Y tras dos intentonas, llegué por fin a la pantalla en la cual siempree me atasqué. Y sin esperarlo ni pretenderlo, conseguí terminarla para después llegar de nuevo a una fase final móvil. 20 años después estaba superando mi propio record de infancia y de repente me ví como un niño de 10 años que se acercaba a su Santo Grial.

Y tras aquella fase final mis ojos no podían creer lo que veían: la siguiente pantalla era de nuevo la primera, ¡Había dado la vuelta y había terminado todas las pantallas!. 20 años sin saber que solo una pantalla me separaba de la gloria.

Tras aquello, pude por fin dejar descansar a mi querida «Bomb Sweeper». Un merecido retiro tras 20 años de servicio. Ahora tan solo la enciendo de vez en cuando para revivir aquellos geniales laberintos, pero sin el ansia que provocaba el hacer los mejores tiempos en cada pantalla.

Al menos, hasta que me líe con el Game B.

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