En una lista de candidatos a juego del año que se precie no puede faltar el regreso del Caballero Oscuro a nuestras consolas. Y es que tras la grata e inesperada sorpresa que fue Arkham Asylum, todos teníamos ganas de más (y Warner Bros ganas de sacar más provecho de semejante filón, todo sea dicho).
Precisamente, puede que el mayor hándicap de Arkham City sea la genialidad y la frescura de su predecesor, que hacen que él en sí mismo no nos sorprenda. Pero eso no impide que estemos hablando de un juego cuenta con una jugabilidad sublime y con rasgos de superproducción.
Con un diseño artístico espectacular en todos sus apartados, una trama principal con más de un giro inesperado aderezada por curiosas historias paralelas, la variedad que aportan las apariciones de Catwoman y una cantidad considerable de engimas, trofeos y desafíos que amplían la experiencia, no cabe duda de que Batman: Arkham City es uno de los mejores juegos del año.
Y todo esto sin tener en cuenta que un juego de calidad basado en un éxito del mundo del cómic y/o del cine no es algo que veamos todos los días. Además, todos sabemos de sobra que el hombre murciélago es el mejor superhéroe habido y por haber, ¿no?