Cat Quest, un entretenido juego de aventuras a la Diablo

Estos días de verano me he puesto con mis hijos a jugar a Cat Quest (The Gentlebros, 2017), un título dio el pistoletazo de salida de una franquicia de Action RPGs que acaba de estrenar su tercera entrega.

La propuesta original de The Gentlebros, un estudio localizado en Singapur, está enfocada a extraer lo que, en teoría, hace los juegos satisfactorios para el jugador no demasiado hardcore, que busca aventuras, no retos imposibles. Es decir, una historia en la que somos el héroe, un buen montón de armas a desbloquear y una creciente sensación de estar más y más buffado a medida que avanzas en la aventura.

Por el camino se deja por el camino elementos tan estructurales en títulos como Zelda como los puzles, las mazmorras entendidas como una colección de retos, o una narrativa que esté por encima del hack’n’slash, que al final es el 99% de Cat Quest.

Es decir, de lo que se trata es de ir cargándote a cuantos enemigos te salgan al paso a medida que vas consiguiendo y mejorando armas en los innumerables cofres que hay repartidos por todo el mapeado. Un estilo más Diablo que de Zelda clásico, en el que la variedad brilla por su ausencia pero con un ritmo tan alto, seguramente por ser diseñado también como un juego para dispositivos móbiles, que uno no se plantea demasiadas cosas durante las sesiones de juego.

Cat Quest me ha durado unas 6 horas, y al pasármelo se ha desbloqueado un modo New Game + en el que se conserva el nivel alcanzado, la mayoría de armas desbloqueadas (a excepción de las críticas para la historia) y los poderes adquiridos, con la salvedad de los que permiten el acceso a zonas avanzadas de juego.

La experiencia ha sido entretenida, hasta el punto en el que me planteo invertir unas cuantas horas adicionales en el New Game +. Que Cat Quest 2 acabará cayendo también, seguro, pero la fórmula tan simple de

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